La deplorable muerte de periodistas en México –tal y como en cualquier parte lo es– no es por ende, loable. Es un tema lo suficientemente serio como para trivializarlo o dejarlo en simples aseveraciones sin sustento. Esas de un oportunismo y un mentir porque puede hacerse, pese a ser un asunto de una envergadura tal, que no admite abordarse con la ligereza con la cual se atiende desde cierto periodismo como está sucediendo. De las sentenciosas afirmaciones sin un sustento real, va una muy socorrida: el presidente ataca periodistas y eso enerva a la gente agrediéndolos y conduciéndolos a la muerte. Pues…qué mentira más grande avientan algunos de forma tan irresponsable y oportunista. Así de sencillo.
A ello sumemos la atención que me despierta esta semana lo difundido por Coparmex: un inopinado mapa de The Economist, donde pone a la democracia mexicana como de dudosa hechura. Es encandilarse con un medio extranjero, que ha de mirarse con recelo por su carencia de seriedad, soporte y argumentación.
Vamos por partes. Se ha hecho frecuente leer que la muerte de periodistas en México sea azuzada con los ataques del mandatario a tales desde la conferencia matinal. Ese “nexo” no está comprobado por las autoridades y no se sabe de asesinos que arguyan admiración o seguimiento a López Obrador. En la afirmación que corre entre opositores mediáticos a López, subyace pues, que no es él quien los mata (u ofrézcase pruebas, desde luego) y termina siendo mentira lo que aseguran o, irresponsablemente, infieren, si es que solo es eso.
Así pues, seamos sensatos ante tamaña zarandaja. Primero: los señalamientos presidenciales en primera persona y desde ¿Quién es quién en las mentiras? apunta a eso, a las mentiras y a la sarta de medias verdades que medios de dudoso prestigio, propalan; y se dirige a ese pseudoperiodismo, cuyos representantes están vivos y por chayoteros, por inventar notas o porque tuercen la lectura de su realidad y de paso, revuelven amañadamente opiniones con información, tal y como lo han hecho en el presente sexenio hacia dicho gobierno, que los exhibe. Y olvidándose los exhibidos y sus defensores al cuestionar ese proceder gubernamental, de cosas legalmente tan certeras como la libertad de expresión que corre y corresponde también a cargo de un gobierno, lo cual no se opone a ello la Constitución. Una por la cual, un gobierno tiene un derecho que nadie le puede arrebatar: contar su verdad y desmentir las mentiras que envuelvan a la opinión pública a modo, y es lo que procede. Ya luego se puede no coincidir con el gobierno, pero el derecho sí que lo tiene a decir su verdad; y por elemental acceso a la información, lo cobija también el 6º constitucional y máxime, si ciertos medios conculcan tal derecho.
Recuérdese: hasta ahora no está probado que las muertes de periodistas se deba a López Obrador, ni por activa ni por pasiva, o sea, incluso, ni por azuzar nombres. Por cierto ¿esos nombres han enmendado su proceder o siguen apostando al insulto, la diatriba y a seguir mintiendo? Es lo segundo y lo sabemos. Todo indica que poco han rectificado y si no por hacerle caso al presidente, debían de hacerlo por la ética que demuestran no tener. Punto. Y el público lo sabe bien. El público no es tonto. Pueden no rectificar, también es su derecho y su desprestigio, que es en lo que no reparan quienes los defienden. Allá ellos.
Pues bien: ¿en serio los ataques del presidente a un pseudoperiodismo se encaminan y relacionan con el asesinato de verdaderos periodistas que se juegan, ellos sí, el pellejo? Es bastante dudoso. Tampoco se ha probado que el presidente mande matar a nadie. Es que no lo han demostrado, pese a que periodistas opositores afirmen que sí sucede, lo sugieren o pretenden crear el nexo sin probarlo. Grave. Muy grave. Justo cuando estamos hablado de gente sin ética. Tampoco se sabe que los espíe, como el PRI sí hizo con Pegasus y hasta el Parlamento Europeo denunció también esa práctica, y ya que a algunos les gusta poner el acento en lo que dice ese organismo, entonces contemos todo lo que dijo, no solo callemos lo que enloda al PRI. Y al de Peña, para más señas por si alguien quiere hacerse el desentendido. Tampoco se sabe que alguien mate a un periodista interponiendo las palabras López Obrador. Quien tenga pruebas de que sí, dejarse de inferir o conjeturar y mostrarlas. Si no, es engañar a la opinión pública si lo afirman sin más. Y lo más importante: es no abundar en las verdaderas causas de esas muertes porque es más fácil culpar a López, ya que no les cuadra. Qué fácil. Esas causas no vistas que enlodan a gobiernos estatales, municipales de todos los partidos, sobre todo PRI, y agentes de poder capaces de matar.
No nos engañemos, hasta ahora no se ha probado un nexo entre los señalamientos presidenciales perfectamente identificados en su origen y causa con la muerte de ningún periodista. Ni siquiera como inspiración a matarlos. Y no cabe invocar obviedades para insistir. Para la ley es o no es y lo que cuenta. Aseverar lo contrario sin pruebas es mentirle a la gente. Que un opinólogo sea contrario a López no le da derecho a disfrazar su inquina con aseveraciones irresponsables. Y así está sucediendo, abonando a su desprestigio como periodistas.
En otro tema, para la opositora Coparmex es atendible un inopinado esquema de cuadro valorativo de democracias que reprodujo The Economist. En tal, se pone en color amarillo a México, en “regímenes híbridos” (?) entre una serie de categorías que no define al final los alcances de ese color; ¿mezcla de autoritario, defectuoso y hasta plenamente democrático? Coparmex no repara en ello. Debería ante tanta imprecisión y al dedicarse a reproducirlo. Ahora que… el mentado esquema pone a Noruega en el número 1 en democracia total con un rey que nadie elige, lo que le cuadra bien al medio británico. Ya por ahí da de qué hablar, porque igual pone a Francia y España tan electoras, como democracia defectuosa. Desde luego, la británica es perfecta. No podíamos esperar menos. No nos deja boquiabierto el peculiar y amañado esquema que a Corparmex tanto cuadra por servirle de piedra arrojadiza sin pensarle tantito, antes. Encandilada.
La democracia mexicana se rige por las reglas electorales de 2014, aprobadas por todos los partidos, menos Morena que aún no estaba representada en el Congreso. Si tales reglas nos ponen en el lugar 86, vayamos viendo quienes son responsables. ¿López Obrador? No fastidien. Él también fue elegido por reglas anteriores a él como presidente. En cambio, PAN y PRI sumando su pésimo desempeño, arquitectos de tales reglas, abonaron a que esta democracia no sea full, como propone el medio referido. Ahora pueden echar a López el 10 de abril, en un mecanismo más nuevo y no quieren. Sus cacayacas soportadas 3 años, continuarán, pero ahora tildadas con un deje de incongruencia total y desfachatez.
Duerman tranquilos, Coparmex. A ese esquema que les gusta y fingen preocuparles, no daremos más importancia de la que tiene. La mínima para no parecer encandilados como sí se evidencia la Coparmex. ¿Le parece dudosa nuestra democracia? necesitábamos su aval y su reconocimiento ¿No le parece adecuada al afamado medio? pues que vaya precisando cómo sí. El medio referido minimiza la toma del Capitolio –símbolo de pobredumbre de la democracia yanqui– y la ponen en el rango de democracia casi total. Si ese fue su criterio, apaga y vámonos. Están de broma, entonces.
¿Debemos de asumir que el medio referido es certificador de democracias? sea pues. Si quiera dieran criterios más contundentes para justificar su expresión. El sentir del medio es bastante cuestionable, infundado y sin claros criterios clasificatorios. ¡Ahhh¡ ¿qué acaso se cuestiona, porque a algunos gobiernos los pone el crimen organizado? Bueno, depende de cuál. ¿Los de cuello blanco, como en algunas democracias totales o de los otros crímenes organizados? Para pensarlo mejor en todos los casos frente a un ejercicio tan unilateral como el de The Economist.