La guerra en Ucrania es apenas la punta del iceberg del proyecto estadounidense para reconstruir el liderazgo de Estados Unidos en el mundo frente a la consolidación y expansión de Rusia y China.
Aunque quiere venderse como un tránsito del modelo de Donald Trump de “hagamos a América (EU) grande otra vez”, la propuesta de Biden de que “Estados Unidos está de vuelta” al liderazgo internacional, Ucrania es, en los hechos, el primer tropiezo estadounidense de la frágil y corta era Biden.
En su discurso oficial en la conferencia de seguridad de Múnich en febrero de 2021 (realizada de manera virtual), el presidente Biden anunció el fin del aislacionismo de Trump y planteó el regreso de Estados Unidos al liderazgo mundial. “Estados Unidos ha vuelto”, fue su frase, aunque en los hechos reales la presencia estadounidense siempre has estado presente.
El posicionamiento de Biden frente a la realidad geopolítica se centró en Rusia, abriendo un espacio de negociación y tolerancia con China. En el discurso de Múnich, Biden prefiguraba la crisis OTAN-Unión Europea-Ucrania-Rusia. El presidente de EU utilizó cuatro párrafos para adelantar el escenario de guerra que hoy se vive en la zona euroasiática:
“Ustedes lo saben, esto es también, esto es cómo nosotros podemos ser capaces de enfrentar las amenazas de Rusia. El Kremlin ataca nuestras democracias y utiliza la corrupción como arma para socavar nuestro sistema de gobierno. Los líderes rusos quieren que la gente suponga que nuestro sistema es más corrupto o tan corrupto como el de ellos. Pero el mundo sabe que esto no es cierto, incluyendo a los rusos, a los mismos ciudadanos de Rusia.
“Putin trata de debilitar a los europeos, al proyecto europeo y a la alianza de la OTAN. Quiere socavar la unidad transatlántica y nuestra determinación porque para el Kremlin es mucho más fácil hostigar y amenazar a estados individuales, que negociar con una comunidad transatlántica fuerte y estrechamente unida.
“Es por ello, es por ello que defender la soberanía e integridad territorial de Ucrania sigue siendo una preocupación vital para Europa y Estados Unidos. Es por ello que enfrentar la temeridad, la imprudencia rusa y el asalto a nuestras redes de computación, en Estados Unidos y en toda Europa y en todo el mundo, se ha convertido en determinante para proteger nuestra seguridad colectiva. Los desafíos con Rusia puede que sean diferentes a los que hay con China, pero son igual de reales.
“Y no se trata de enfrentar al Este contra el Oeste. No se trata de que queramos un conflicto. Nosotros queremos un futuro en el que todos los países sean libres para determinar su propia senda sin la amenaza de la violencia o de la coerción. No podemos y no debemos regresar a los bloques rígidos de oposición reflexiva de la Guerra Fría.”
Este posicionamiento de Biden ha recordado el tono del discurso de George Bush Jr. después de los ataques terroristas en territorio estadounidense el 9/11 de 2001 y la división del mundo entre buenos y malos. Pasando por encima de la ONU y de los llamados a la sensatez de otros países, Estados Unidos lanzó una guerra contra Irak y Afganistán con el propósito de derrocar a los gobiernos en esos países y construir sociedades democráticas al estilo americano, pero sin entender la lógica de la cultura árabe basada en la religión.
En materia de geoestrategia, el presidente Biden está regresando a la mentalidad de la guerra fría. En diciembre del 2021, Biden remachó su discurso de Múnich con la organización de una cumbre mundial de la democracia para fijar los nuevos límites de caracterización política de muchos países, sobre todo con la exclusión ostentosa de China y Rusia. Sin embargo, el trasfondo de esa cumbre fue otorgarle a la Casa Blanca la capacidad de decidir quienes sí y quienes no son demócratas y en función de ello definir las estrategias de política exterior excluyente.
El problema del modelo de política exterior de Estados Unidos radica en el hecho de que la anterior guerra fría se basaba en el poder disuasivo del armamento nuclear que hoy no existe. Rusia no es la Unión Soviética ni puede reconstruirse como tal y China ha enviado suficientes mensajes en el sentido de que no va a invadir con militares ningún país ni impondrá gobiernos afines en algunas otras partes del mundo.
La insistencia de la Casa Blanca de que Estados Unidos está regresando al liderazgo del mundo podría obligar a Washington a incrementar sus presiones militares para lograr sus objetivos de consolidación de una zona occidental. El problema en Ucrania no es el mismo que existió en Corea y Vietnam por el avance del comunismo dentro de los países, Rusia no es un país terrorista como Irak o Afganistán y China nunca se aliaría a Estados Unidos parar confrontar a Rusia.
La crisis en Ucrania se salió de control. Rusia no pudo conquistar Ucrania, la OTAN perdió la oportunidad de tener bases militares en la frontera euroasiática y Estados Unidos está siendo empujado a una mayor intervención que podría no darse. Aunque siga perdiendo batallas, Rusia ya ganó alejar a Ucrania de la OTAN y de la Unión Europea.
El estreno de Biden en su anuncio de regreso de Estados Unidos al liderazgo mundial se empantanó en Ucrania.
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