Las cosas que escucha uno

0
923

Una charla de Jesús Silva Márquez terminó con la frase de que el gobierno de AMLO es neoliberal, lo dijo en el último segundo para no tener que elaborar sobre esa barbaridad metodológica cargada de veneno. Por qué evitó abordar el populismo anunciado para la charla, solo mencionó la palabra de pasada, tal vez para no empantanarse con un concepto confuso e impreciso aplicado para molestar.

Es la primera vez que escucho a alguien de derecha usar a Marx para atacar al presidente, fue una lectura pedestre propia del panfletismo de Martha Harnecker que ha sido rechazado por los marxistas. Silva se quejó de que AMLO voltea mucho la mirada hacia la historia, tal vez porque su lectura del 18 brumario no le permitió entender que el materialismo histórico de Marx manejado dialécticamente lleva a las tesis sobre Feuerbach, especialmente la que se refiere a la transformación de la realidad. Fue como escuchar a un médico diagnosticar solo viendo la temperatura alta en el termómetro, sin revisar nada en el cuerpo. No vaya a ser que una revisión adecuada genere un diagnóstico distinto.

Silva acusó a AMLO de carecer de ideas. No podía esperarse más del ponente que sin ideas repite mal ciertas lecturas. Si hubiera leído el Plan Nacional de Desarrollo o algunos de los libros de López Obrador se hubiera enterado de su ideario, pero se trataba de golpear no de analizar. De ahí aterrizó en la mención de la retórica, sin entender que es un instrumento de la política y del poder. Cosa que AMLO entiende y usa muy bien, al grado que vuelve locos a los provocadores al estilo Silva.

Silva ignoró o tal vez no entiende, que una cosa es la propuesta de un político y otra es la realidad que a final de cuentas constriñe la acción política. Todo gobernante se enfrenta a presiones domésticas y externas, y ni los dictadores pueden imponer sus decisiones a rajatabla, si no tuviera trabas Putin hubiera terminado a Ucrania en dos días, pero se le cruzó la realidad; a AMLO se le cruzó la guerra sucia y sabotaje económico de la oligarquía, la pandemia, la guerra en Ucrania, la presión de Estados Unidos que recompone su posición internacional, y el megáfono de los provocadores disfrazados de académicos que es como el zumbido molesto de las moscas, esto por mencionar solamente algunos factores.

Se desprende de la perorata de Silva que él se sentiría muy a gusto con el gatopardo con el que hay que reformar todo para que no cambie nada, fue inevitable que llegara AMLO, pero que no cambie las bases del sistema por más perversas que sean, para que tengan la oportunidad de reconquistar el sistema intacto.

Acusó a AMLO de no respetar la constitución y ejemplificó con la consulta revocatoria que está incluida en la constitución, esa es una acusación de la campañita de la oligarquía y sus voceros, el presidente quiere destruir la constitución apegándose a la constitución, el dictador quiere cancelar la libertad de expresión con una prensa que lo ataca diario.

No podía faltar tratar la descalificación de los empeños anti corrupción y otra vez entendió mal, o de plano entiende muy poco, el argumento de que la corrupción se limpia de arriba hacia abajo, hay que garantizar que los niveles más altos de la política sean honestos para que vayan impregnando honestidad en los niveles más bajos, pero Silva cree que si el presidente es honesto él presidente cree que los demás lo son, aunque AMLO no lo haya dicho nunca. Claro que no mencionó los miles de casos castigados por la Secretaría de Función Pública o el SAT, o que se haya recurrido a las fuerzas armadas para limpiar aduanas y puertos que son fuente histórica de corrupción.

Cayó en la crítica ramplona a la militarización donde de nuevo, de forma conveniente, decidió o no pudo plantear la pregunta clave: ¿por qué esta es una de las promesas de campaña que AMLO no ha cumplido?, ¿qué factores estructurales han llevado a que en lugar de devolverlos a los cuarteles, fortalezca a las fuerzas armadas y les entregue funciones civiles? Pero no se trataba de entender la política mexicana sino de embarrar al presidente, para la narrativa pedestre de Silva esa pregunta básica ni siquiera le pasó por la cabeza.

Ya entrados en gastos ni que esperar que Silva y sus contlapaches entiendan las metáforas en la política o el lenguaje figurativo, mucho menos que entiendan la complejidad del discurso político que tiene múltiples públicos y que se den cuenta que lo banal de sus ataques no le hace nada a AMLO. López Obrador no les habla a ellos, emite sus mensajes para los millones que votaron por el, que solicitaron y votaron en la consulta de revocación y que según las encuestas llevarán a Morena a repetir el triunfo en el 2024, tal vez entonces estos “académicos” entenderán la aplanadora que les pasó por encima.