La decisión del presidente López Obrador de permitir la votación legislativa de la iniciativa de ley eléctrica puede ser analizada en el escenario de un enfoque estratégico hacia los meses que faltan para las elecciones presidenciales y sobre todo legislativas federales de 2024: exhibir las dificultades de gobernabilidad con curules opositoras que representan hoy el eje neoliberal Tratado de Comercio Libre-Pacto por México.
En este sentido, la votación legislativa contrastó con el resultado una semana antes de la consulta revocatoria manipulada por el INE de Lorenzo Córdova Vianello: 15 millones de votos que deben considerarse como la base electoral básica de López Obrador, sin que necesariamente los otros 15 millones de la elección de 2018 se hayan perdido o hayan sido comportamientos conscientes contra el presidente de la República.
La votación legislativa del 2021 que fortaleció la expansión territorial de Morena a nivel de gobernadores y redujo la base legislativa fue producto de la incapacidad del partido en el poder para construir un discurso atractivo para los electores. De ahí el argumento de que el presidente López Obrador va a encabezar en estos meses previos a las elecciones del 2024 un discurso acusatorio contra la oposición PRI-PAN PRD que en materia eléctrica estuvo comprometida con la Coparmex y dominada y con los enfoques del empresario activista ultraderechista Claudio X. González.
No se requiere mucha reflexión estratégica para entender la construcción de un escenario bipolar entre la propuesta López Obrador de tipo social, asistencialista y de predominancia del Estado frente al proyecto neoliberal salinista que fue revivificado por el Pacto por México que se firmó en diciembre de 2012 con el apoyo inusitado del PRD de Los Chuchos.
En la ley eléctrica se está haciendo una lectura equivocada sobre su paternidad. El núcleo original de oposición la privatización eléctrica no fue representado por Manuel Bartlett Díaz, a pesar de haber encabezado confrontaciones legislativas como senador priísta y después como senador petista. El discurso original le pertenece a López Obrador y a sus marchas y oposiciones a las reformas eléctricas.
En este contexto, la derrota anunciada de la ley eléctrica el pasado domingo 10 de abril pudo haber sido, en el lenguaje beisbolero presidencial, una bola ensalivada, según el análisis del politólogo Samuel Schmidt, para obligar a la oposición a batear un hit al cuadro o en bola ocupada, pero con muchas posibilidades de reventar el juego con algún doble play.
La negativa legislativa contra la ley eléctrica construyó ya el discurso ideológico presidencial de la oposición que responde más a los intereses de las empresas eléctricas extranjeras y nacionales, de los lobistas que inclusive se sentaron en las curules del Palacio Legislativo, de la Coparmex de Gustavo de Hoyos que busca también la polarización ideológica para ganar la candidatura presidencial de Va por México y del empresario X. González que financió la alianza opositora para sus intereses del proyecto neoliberal.
En esta lógica estratégica, el presidente López Obrador va a insistir en sus reformas estructurales antineoliberales, aunque no tanto arriesgándose a nuevas derrotas, sino estimulando el modelo binario de competencia electoral entre el neoliberalismo y la propuesta de reconstrucción de la responsabilidad del Estado en la conducción del desarrollo nacional para evitar que en el 2024 gane el México de los quince más ricos de Forbes.
El escenario polar tendrá una sociedad que está dependiendo de la acción pública para distribuir la poca riqueza que se tiene, en tanto que los empresarios articulados a la Coparmex y de ahí alianza Va por México siguen exigiendo la derrota del Estado en la actividad económica productiva y regulatoria. Sería el escenario de la disputa por la nación que el país se enfrentó en 1981 entre el proyecto neoliberal y el proyecto popular de cara a la candidatura presidencial de Miguel de la Madrid en 1982 y el equipo neoliberal capitaneado por Carlos Salinas de Gortari y su súper asesor Joseph-Marie Córdoba Montoya.
López Obrador fijó ya su punto de partida con 15 millones de votos garantizados, en tanto que la oposición depende solo del 44.6% de curules y Morena tendrá en 2024 una base territorial de 24 gubernaturas aseguradas y otras que pudiera ganar y la base potencial de 80% de mexicanos que padecen de una a cinco restricciones sociales y que dependen de las políticas públicas.
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