Fernando Cárdenas Cabello
El pasado domingo 24 de abril, en segunda vuelta para las elecciones presidenciales de la república francesa, está la nación a la vanguardia en la recuperación moderna de la democracia en la Europa occidental, volvió a decir no a los embates de la ultraderecha, como lo hiciera cinco años antes también de mano de Emmanuel Macron, y también en victoria sobre la candidata Marine Le Pen.
Ella, hija de un reconocido personaje de la tradición política conservadora francesa Jean Marie Le Pen, ex presidente y fundador de FN (Frente Nacional), alguna vez en el ojo del huracán mediático por haber posado su ex esposa tras divorciarse de él, en condiciones de poco pudor del todo voluntarias, como una bofetada a este político conservador.
Es bien conocida la apasionada posición anti inmigrantes del padre de la candidata derechista, un tanto contradictoria al haberse él casado en segundas nupcias con Jeanne Marie Paschos, francesa de evidente –por su patronímico– ascendencia griega; esta característica de corta memoria, compartida con el ex presidente Trump de los U.S.A.
Merece la pena celebrar el triunfo de Macron en el contexto de una oleada de gobiernos derechistas y ultraderechistas a lo largo de toda Europa
(https://www.newtral.es/ultraderecha-paises-europa-extrema-derecha/20220217/): Mateusz
Morawiecki en Polonia, postulado por Ley y Justicia (PiS) y Polonia Solidaria (SP); Viktor Orbán en Polonia abanderado de Federación de Jóvenes Demócratas-Alianza Cívica Húngara (Fidesz-MPSz) y el Partido Popular Cristiano Democrático (KDNP).
Cabe resaltar también que el actual gobierno de coalición italiano encabezado por Sergio Mattarella cuenta entre sus ministros principales a dos miembros de fuerzas ultraconservadoras como lo son Matteo Salvini de la Liga Norte y Luigi di Maio de el Movimento 5 estrellas; en los Países Bajos por su parte, Mark Rutte no ha incluido entre sus ministros ningún miembro de la ultraderecha, aunque este partido sí le ha significado apoyo en las alianzas legislativas.
No obstante, no podemos perder de vista que mientras la victoria de Macron en 2017 sobre Le Pen fue de 66.1% contra un 33.9%, en este 2022 fue de 58% sobre un 42%; prácticamente un 8% menos para el primero y el mismo 8% más para la segunda. Si tomáramos de manera pragmática esta tendencia, arrojaría de manera prospectiva un virtual empate entre la ultraderecha y la izquierda francesas en las elecciones de 2027. Que por el bien a la salvaguarda de las libertades individuales y a la tolerancia multiétnica, ojalá esté muy lejos.
El autor es doctor en Ciencia Política por la UNAM, cuenta con estancias académicas en la Universidad Complutense de Madrid y en la Universidad de Oxford en Reino Unido, ha sido profesor de licenciatura y posgrado en universidades públicas y privadas en México.