En Pemex tuve el privilegio de trabajar con uno de los mejore jefes que he tenido; trabajar desde joven y trabajar siempre, le brinda a uno la oportunidad de aprender de los grandes, por eso entiendo que cuando alguien no ha trabajado y llega a ocupar un cargo relevante en la administración pública, el daño que provoca sus errores y el costo es mayor para la administración y el pueblo, que es quien finalmente paga con sus impuestos carencias y mal servicio.
Cuando México y Estados Unidos decidieron aplicarse en encontrar respuestas viables al problema de la contaminación, encargaron a PEMEX y al departamento de Estado de Estados Unidos el Estudio Global de la Calidad del Aire en la Ciudad EGCA, que serviría para ciudades de Estados Unidos y de México, entonces mi jefe el Director del Instituto Mexicano del Petróleo el Ing. Fernando Manzanilla Sevilla, me dijo, sea muy cuidadoso con lo que dice del EGCA no es la solución de los problemas de contaminación, eso hay que precisarlo bien. Es una herramienta para encontrar soluciones, un modelo matemático computacional que nos permitirá evaluar las diversas posibilidades de solución, pero no es la solución, lo aclaró, me dijo, porque no quiero que dentro de algunos años digan que no sirvió o que los problemas continuaron y que el Instituto Mexicano del Petróleo o su director mintieron. Con ello, Manzanilla evidenció su profesionalismo, su cuidado con las instituciones y su enorme responsabilidad para con la sociedad. Para él, no solo era malo que el funcionario mintiera, sino, más grave aún, era poner en riesgo la autoridad científica y credibilidad de las instituciones. En ese entonces el director de PEMEX era el Contador Francisco Rojas, y me atreví a cuestionar al Ingeniero Manzanilla, diciéndole –oiga y si el contador dice que es la solución– a lo que me señaló pues si lo dice, se le corrige, porque para eso trabajamos para él para señalarle y alertarle de los posibles errores que pueda cometer, sino, entonces para que estamos, un jefe toma decisiones con base en la información que le demos, si le damos información errónea o por miedo les permitimos que continúen en el error, entonces no estaremos cumpliendo con nuestra responsabilidad, seríamos omisos y la omisión es un indicador de corrupción.
Exactamente es el error y la irresponsabilidad del Doctor Gatell como científico, le han faltado talegas para corregir al presidente, para hacer valer sus conocimientos –si los tienen– para señalar con precisión cuando terminaría la pandemia –y no como dijo– cuando le preguntó el presidente que para abril del 2020 y Gatell le contestó timoratamente, que sí, más o menos. ¡qué falta de responsabilidad científica! ¡qué sumisión laboral tan servil! ¡Qué falta de ética profesional! Cuando debió contestarle ¡no! Y darle sus reflexiones científicas, eso es lo que necesitaba el presidente y es lo que necesitaba México. El principio de los errores que han causada tantas muertes y el fracaso de las políticas públicas de salud de la 4T es la omisión de comprar reactivos para aplicar pruebas de COVID, identificando casos de contagio, pero al presidente se le ocurrió mejor comprar ventiladores, útiles en casos extremos y Gatell guardó silencio cómplice e irresponsable.