Hace unos días en el contexto del debate por la iniciativa presentada por la diputada priista Yolanda de la Torre para ampliar de 5 a 9 años la permanencia de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, llamó al PRI a rectificar su permanencia en la alianza (legislativa y electoral) con el PAN y el PRD.
Y dijo: “¿Qué ha ganado el PRI con esa alianza?”
Qué no más bien es ¿qué ha ganado el PAN con la alianza con el PRI? Y de paso con el PRD.
¿Unos cuántos votos en algunos distritos electorales en las elecciones federales 2021? ¿Y en las gubernaturas 2022? El PRI apenas aportó 35 mil votos en la elección de Aguascalientes, donde ganó la panista Tere Jiménez por alrededor de 250 mil votos, de los cuales el PRD puso 15 mil; o sea, el mayor número de votos fueron del PAN.
Y en Durango, el priista Esteban Villegas Villareal no hubiera ganado tan holgadamente sin los 100 mil votos aportados por el PAN y el cachito de 16 mil votos del PRD; en dicha entidad, el PRI alcanzó alrededor de 215 mil votos. En total, fueron más de 332 votos para el candidato de la coalición “Va por México” contra unos 240 obtenidos por la abanderada de la coalición “Juntos hacemos historia”, Alma Marina Vitela Rodríguez.
Por citar algunos ejemplos.
¿Entonces?
El PAN debería revisar su estrategia electoral rumbo a las elecciones a las gubernaturas 2023 en el Estado de México y Coahuila, aunque los tiempos ya los tiene encima; el proceso electoral en ambas entidades iniciará en la primera semana de enero próximo.
Pero todavía tiene tiempo para revisar y redefinir la estrategia para las elecciones más importantes: Las concurrentes de 2024, cuyo proceso electoral empezará hasta septiembre de 2023, salvo que modifiquen el plazo en la reforma electoral.
En las del 24 se juega la Presidencia de la República y la mayoría en las cámaras del Congreso de la Unión; además habrá elecciones locales en 30 entidades del país; de las cuales, en 8 renovarán gubernatura: Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán; en 1, jefatura de gobierno que es la Ciudad de México. También en algunas de éstas y en el resto, eligen diputaciones locales, ayuntamientos y alcaldías.
¡Un pastel muy grande!
El pastel 2023 son dos rebanadas, y en una de esas se las queda el PRI a cambio de respaldar iniciativas de Morena; o una y una, para que no se vea tan acordado.
Así que el PAN debería ponerle un poquito más de cerebro, corazón, esfuerzo y trabajo.
De entrada, debería empezar por revisar a conciencia la estructura territorial panista: Comités Estatales y Municipales. Algunos, sobre todo en el Sureste mexicano, están acaparados por familias, cacicazgos o grupos de élite, y entre sus miembros se van rolando las posiciones en dichos comités, saltando luego a cargos de elección popular tras postularse en las candidaturas seguras de entrar.
En demarcaciones como esas no hay estructura panista, solo la indispensable que se ciñe a los intereses de las cúpulas estatales o municipales.
¿Y qué dice el presidente nacional del PAN, Marko Cortés Mendoza? Ha de consentir lo que pasa; caso contrario las condiciones de Acción Nacional serían distintas. Y sin estructura no se ganan elecciones, a menos de contar con candidaturas con fuerza de huracán. Pero este partido político no se ha preocupado por formarlas, impulsarlas.
Por cierto, Marko Cortés debería centrar su atención en la conformación de la estructura panista, en el crecimiento de su partido, antes de pensar en su aspiración a la candidatura a la Presidencia de la República para llegar a Palacio Nacional con la ayuda del PRI y la pequeña colaboración del PRD en la alianza “Va por México”.
Un PRD que ya aporta muy poco (ahí también son siempre los mismos, cuando menos en las dirigencias).
¿Y a poco el PRI cedería la candidatura presidencial al PAN en una eventual coalición en 2024 para la elección presidencial? No. El polémico dirigente nacional priista, Alejandro Moreno Cárdenas (Alito) también pretende la candidatura de su partido y, en caso dado, abanderar la alianza. Y hay otros priistas que también la quieren: Enrique de la Madrid y Alejandro Murat, por ejemplo.
A propósito del polémico Alito, lo que ha ganado el PAN es ponerse en riesgo de que también lo alcance negativamente tanta polémica en torno al campechano.
Además, en la libertad y autonomía de que gozan los partidos políticos y la inexistencia de coaliciones electorales permanentes y legislativas, cualquiera de los tres aliados puede romper los pactos, así sean formales o fácticos.
En fin, otra acción que debería emprender Marko Cortés como dirigente nacional del PAN rumbo a las elecciones 2023 y 2024 es dar todo el impulso a las candidaturas naturales, de auténticos liderazgos locales, regionales y municipales; cuando éstas son bien vistas por el panismo orgánico y por la ciudadanía, ni quien las pare.
Eso mismo debería aplicar Acción Nacional en la selección de la candidatura presidencial.
Vaya, por qué andar mendingando en una coalición con el PRI y el PRD. El PAN ya demostró que puede ganar elecciones: Consiguió lo que parecía imposible en el 2000, derrotar al PRI por primera vez en los comicios presidenciales tras 70 años de presidencialismo priista.
Claro, no se compara un Morena fuerte con un PRI de entonces tan débil, a menos que el partido guinda se desmorone en el proceso de selección interna de su candidata o candidato a la Presidencia de la República.
En fin.
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