La reina Isabel II ya descansa en la posteridad. Su figura ha estado siempre asociada con el más alto sentido del deber, siempre pragmática y estoica, sola la vejez dejó al descubierto que también era de carne y hueso.
Su fallecimiento a los 96 años de edad, en paz y tranquila, ha contado hasta el último minuto con la compañía de sus cuatro hijos en su residencia de Balmoral.
“La reina murió pacíficamente en Balmoral esta tarde. El rey y la reina consorte permanecerán en Balmoral esta noche y regresarán a Londres mañana”, comunicó la Casa Real tanto en su página oficial royal.uk como en su cuenta de Twitter @RoyalFamily.
Su hijo, el príncipe Carlos de Gales, ya es el rey Carlos III de Inglaterra a sus 73 años de edad y su esposa, Camila Parker, la reina. La misión del nuevo monarca será la de entenderse con la nueva primera ministra Liz Truss en los asuntos del Estado. Su primogénito, Guillermo duque de Cambridge, hijo de Carlos y de Diana Spencer, es oficialmente el heredero al trono.
Los británicos siempre defensores de su rancia monarquía ven en la muerte de su querida soberana una especie de presagio fatal: en un lapso de 48 horas han estrenado nueva primera ministra con la conservadora Truss al frente y han perdido a la cuasi eterna cabeza del Estado británico con el deceso de la monarca.
En 2007, Isabel II se convirtió en la monarca más longeva de la historia británica y en junio pasado celebró el jubileo de platino en conmemoración de los 70 años de reinado.
Elizabeth Alexandra Mary, nació en Londres el 21 de abril de 1926, es monarca desde el 6 de febrero de 1952 y soberana británica y de otros catorce Estados independientes: Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Jamaica, Bahamas, Granada, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Tuvalu, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Belice, Antigua y Barbuda y San Cristóbal y Nieves.
Se casó en 1947 con el príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca, con quien tuvo cuatro hijos: Carlos, Ana, Andrés y Eduardo. La reina quedó viuda el 9 de abril de 2021 tras morir su marido Felipe, duque de Edimburgo, a los 99 años de edad.
Ha muerto una leyenda. Vive para siempre una figura mítica y muy querida para los británicos y admirada también en el entorno internacional por sus ideas pragmáticas, siempre ceñida al abolengo y a los fines del Estado; al sentido del deber antes que al sentido del ser. Sus cercanos hablan de su obsesión por el sentido del deber y de la perfección.
Los pésames y telegramas han llegado al Palacio de Buckingham de todas partes del mundo mientras los británicos dolientes han salido a velar a su soberana con velas, retratos, cantos, llantos y banderas a media asta.
A COLACIÓN
El deterioro en su salud venía siendo evidente en los últimos meses. En su momento, Isabel II se perdió la Apertura Estatal del Parlamento por primera vez en 59 años. El palacio citó los “problemas de movilidad episódicos” de la monarca, pero se negó a divulgar más detalles citando la confidencialidad de la paciente.
Reino Unido tendrá diez días de exequias. El pueblo se ha echado a la calle para despedir a su leyenda. La Operación London Bridge ha sido activada desde el momento mismo en que la primera ministra ha sido notificada: “El puente ha caído”. La reina Isabel en su ataúd será trasladada desde Balmoral a Holyrood, su residencia en Edimburgo allí será velada un día y luego llegará en tren a Londres. Sin duda, el fallecimiento de la reina sucede en el peor momento para Reino Unido abatido por una crisis en diversos sectores, golpeado por la decisión del Brexit y camino hacia una recesión económica con una sociedad crispada, harta y polarizada.
Para Carlos III el reto por delante será continuar con sabiduría y discreción el legado de su madre en un momento en que Reino Unido transita por una delicada situación económica y social.
La ciudadanía ha quedado muy tocada con las mentiras, los escándalos sexuales y las fiestas del anterior primer ministro británico, Boris Johnson, y la sociedad británica demanda coherencia moral.
Los hijos de la reina Isabel II no han estado exentos en el pasado inmediato de escándalos que han salpicado a la Corona pero ha sido el carácter intransigente de su fallecida madre lo que ha mantenido a flote a la monarquía británica.
El rey Carlos III tendrá que morderse la lengua y aprender de su madre para no entrometerse y ser prudente. Es muy pronto para saber cómo se entenderá con la nueva primera ministra Truss, los separan casi tres décadas de diferencia formativa y de pensamiento. ¡Dios salve a la reina!
@claudialunapale