Es por las incongruencias y contradicciones por las que el país está polarizado. AMLO se comprometió como candidato a regresar a los militares a sus cuarteles, su idea de cómo combatir a la delincuencia la decidió él y le entregó la responsabilidad directa a Alfonso Durazo.
La izquierda radical y algunos disfrazados como Layda Sansores, Manuel Bartlett o Mario Delgado ardían en discursos públicos desde diferentes tribunas contra la militarización y acusando a gobiernos anteriores de colocar a México en el riesgo de la dictadora. Seguían pues las notas del concierto del tabasqueño. Se formalizaba entonces los ataques a Calderón y a Peña Nieto para ganar la presidencia.
Menospreciaron los consejos de expertos como Manuel Mondragón y establecieron sus condiciones. Recordemos que Pablo Gómez, Martí Batres y la misma Claudia Sheinbaum acusaban a las fuerzas públicas en su activismo callejero, demolieron la imagen de las Fuerzas Armadas ante el conflicto con el EZLN y calificaban de represores a los uniformados toda vez que impedían sus absurdas manifestaciones. ¿O qué, ya se olvidó que Epigmenio Ibarra dice que los soldados son unos “asesinos”?
Ahora la disposición es totalmente la contraria. Aplauden a rabiar a los generales, saludan a la milicia, participan de sus eventos y protocolos y fortalecen a los verdes con una carga apetitosa de responsabilidades y presupuesto. Se sabe que la militarización es evidente con la incorporación de la Guardia Nacional a la SEDENA. No únicamente la Guardia Nacional es un fracaso, también el combate al crimen organizado y ahí están las cifras.
La criminalidad ha superado a las policías estatales y municipales mientras que el presidente les pide respetar los derechos de los sicarios. Caso último, informar que por su debilitado estado de salud el “señor” Félix Gallardo será atendido en su casa por los familiares, no así, por ejemplo, con Murillo Karam.
AMLO a los militares a operativos de altísimo riesgo y ante el cumplimiento de la misión o libera a Ovidio o permite, según su reporte, elevar helicópteros sin combustible como en el caso de la detención de Caro Quintero.
El actual gobierno no ha erradicado la corrupción, por el contrario, las evidencias y sospechas de ilícitos van desde la familia presidencial hasta los más cercanos colaboradores. La ineficiencia de los tribunales es manifiesta y las presiones a algunos ministros de la Corte los obligan a la sumisión como en el caso del abogado Zaldívar y de la exministra Olga Sánchez Cordero. AMLO no está preparando a un cuerpo de élite militar para aprehender a delincuentes, sino eventualmente a protegerlo.
La nueva mafia en el poder procede a avalar toda política presidencial para mantenerse en la nómina y ser amparados por pactos de impunidad republicana.
Pero, aun así, algunos hablarán de reaccionar cuando se den cuenta que el presidente los ha engañado, traicionado y enfrentado como es el caso de las “corcholatas”. Ninguno de ellos en campaña se atreverá a defender las frivolidades y fracasos del gobierno en materia de seguridad, educación y salud fundamentalmente.
Al cerrar el sexenio parece que muchas cosas están sostenidas por alfileres y ni faltará una mano intencional que los quite.
Si se pretende perseguir a los expresidentes por lo que dicen que hicieron, pues mucha, pero mucha protección habrán de adquirir los actuales no solo para la calificación histórica sino para el juicio de la ley y pues valdrían mejor acercarse a los militares.
Conductor del programa VaEnSerio mexiquensetv canal 34.2 izzi 135 y mexiquense radio.
@cramospadilla