En sus largos años como analista económico y redactor de un boletín de evaluación y proyecciones económicas, el actual secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, había deslumbrado a importantes empresas extranjeras que recibían su boletín de expectativas por la capacidad para desarrollar un enfoque certero sobre las perspectivas a corto y mediano plazo de la economía.
Por eso, quienes lo conocen, quedaron pasmados cuando antier martes compareció en la Cámara de Diputados para revisar el escenario económico de 2023 y respondió a los diputados que las fallas en el cálculo del PIB se habían dado por qué “no somos adivinos”.
Y si bien Keynes dejó muy claro que es imposible prever el futuro y que a la larga todos estaremos muertos, falta por aclarar si la argumentación del titular de Hacienda fue una confesión de los escenarios de incertidumbre de corto plazo como eje de cualquier política económica o el aviso de que las cosas se pondrán peor de lo que están porque se trata de disfrazar el desplome económico como estancamiento o recesión con el argumento de que nadie adivina el futuro.
Los economistas de todo el mundo se dan de topes en la pared porque las crisis, desde la Gran Depresión de 1929 hasta la recesión covidiana, les estalló en medio de escenarios de optimismo desbordado, incluyendo nada menos que al premio Nobel Paul Krugman que ha escrito dos artículos para regañar a sus colegas y a sí mismo por no haber previsto el colapso financiero de 2008 y la ola inflacionaria de 2021.
En la parte importante de las participaciones de Ramírez de la O en la Cámara de Diputados insistió en dejar la impresión de que la economía es una ciencia vudú y que es incapaz de cumplir su propia palabra o cuando menos muy rejega para responder a los planteamientos optimistas y políticos de los técnicos de la economía.
Las expectativas del PIB son uno de los principales instrumentos de política económica y suelen ser útiles cuando se les consulta con racionalidad socioeconómica, pero siempre fallan cuando se les manipula por intereses políticos. Los métodos de fijación prospectiva del PIB se basan en el estudio del comportamiento económico por sectores y cruzan la información con las variables de producción, consumo e inversión al presente, con capacidad de percepción del corto plazo por la propia dinámica productiva.
Todos los organismos económicos y financieros internacionales y todos los ministerios de finanzas del mundo occidental cuentan con departamentos que se dedican a analizar comportamientos de las cifras, porque la principal variable económica que determina todas las demás es precisamente el escenario a corto plazo del Producto Interno Bruto como la suma de los bienes y servicios de una economía.
En los años 80 y 90 del siglo pasado se desarrolló la corriente económica de la prospectiva y tuvo mucho impacto en el desarrollo de los modelos macroeconómicos que comenzaron a usar la aportación de las computadoras; una empresa que fue impulsada por Lawrence Klein y que le valió el premio Nobel de la economía creó un modelo de prospectiva económica en pequeñas y rudimentarias computadoras que funcionaba de manera muy sencilla: la identificación de 16 variables fundamentales del crecimiento económico y la interrelación entre ellos para registrar impactos en el crecimiento económico si alguna de esas variables se movía en un sentido u otro. Se trató del modelo Wharton e inclusive creó su propia Universidad y en la cual se capacitaron economistas mexicanos que luego pulularon alrededor de Carlos Salinas de Gortari en la Secretaría de Programación y Presupuesto.
Al presentar el Plan Global de Desarrollo 1980-1982, el entonces secretario de programación Miguel de la Madrid Hurtado eludió referirse al enfoque festivo del documento y afirmó que el optimismo es una estrategia de desarrollo, tesis en la que parece sustentarse el discurso económico del actual secretario de Hacienda que tiene la responsabilidad de construir escenarios reales y no de adivino sobre el comportamiento económico porque las decisiones públicas fijan lineamientos sobre los cuales se mueven los agentes productivos.
De la participación de Ramírez de la O en la Cámara de Diputados quedó la sensación de que la política económica de 2023 es incierta, con perfil optimista delineado por los adivinos de Hacienda y que se resume en una sola frase para dibujar el corto plazo económico mexicano: “lo hacemos con lo mejor que hay”.
Política para dummies: Cuando la política sustituye la economía, es la hora de salir corriendo.
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