El deplorable espectáculo de violencia en el asalto al Capitolio de los Estados Unidos, activó algunas alertas en México.
1.- La polarización política hace naufragar sociedades enteras.
Los temores de que siga dominando la estrategia del divide y vencerás cristalizaron en este episodio en el que la apuesta fallida fue la de intentar desbarrancar el triunfo legal de Joe Biden. La realidad fue que a Trump no le alcanzó el capital político para coronar sus sueños reeleccionistas.
Los estadounidenses amanecieron con una sociedad dividida, polarizada, tras un dramático episodio en el que el odio y el rencor los convirtió en enemigos de ellos mismos.
México tendrá que verse en ese espejo pues la división artificial entre el pueblo bueno y los conservadores neoliberales, a lo único que lleva es al totalitarismo trasnochado.
Hasta el pueblo bueno se cansa cuando no ve resultados.
Por lo pronto el discurso político se agota cuando se sustituye por la propaganda: “El 25 por ciento de la población le gustaría que yo dejara el gobierno, 70 por ciento quiere que yo continúe y 5 por ciento no han decidido. Entonces ¿Cuál polarización?”
2.- El tigre de la 4T y el elefante de Trump.
El icónico elefante republicano resbaló cuando intentaron usarlo para revertir la derrota electoral de Trump, olvidando que en la democracia hay que saber ganar, pero sobre todo hay que saber perder.
Y en esta zoología fantástica del poder, la 4T tiene como símbolo a un tigre encadenado que amenazan con soltar cada vez que siente amenazada su permanencia en el poder, ¿se acuerdan del plantón de Reforma?
Ante una eventual derrota de Morena en las elecciones de 2021 y 2024 se corre el riesgo de que la 4T desencadene a ese mítico y violento tigre para que baile al son del fantasma del “fraude”, aunque a Trump le quedó el chirrión por el palito.
Por ello, preocupa el evidente debilitamiento inducido de la autonomía de las instituciones creadas para ser garantes de la imparcialidad de las elecciones, el INE y el TEPJF. ¿Pero qué necesidad?, diría Juanga.
3.- Titubeos en la diplomacia.
Y no, no acabamos de entender cuál será el papel de Esteban Moctezuma como embajador de México en Estados Unidos, pues como secretario de Educación dejó las cosas a medias y en temas diplomáticos no tiene experiencia que lo respalde. Todo por quedar bien con el señor del Ajusco.
Marcelo Ebrard divide su tiempo como secretario de Salud y como secretario de Gobernación, pero como canciller se ve el sigilo para acercarse al equipo de Biden como para no molestar al otro señor.
La pregunta es hacia dónde va la relación México-EU.
El ofrecimiento para darle asilo político a Julián Assange, fundador de WikiLeaks, se ha interpretado como lo que es, una estrategia para retar al presidente Biden, que en términos prácticos solo llevaría a una confrontación innecesaria con nuestro principal socio comercial. ¿De quién fue la idea?
Parece que la apuesta sigue siendo las remesas de los paisanos en el exterior. En lo único que tiene que ver el gobierno mexicano es que son recursos generados por los mexicanos que no encontraron trabajo en su país de origen.
4.- La influencia transexenal de Trump.
La relación personal entre los mandatarios mexicano y el vecino que ya se va puede resultar más tóxica de lo que pudiéramos imaginar.
Frente a los amagos de la construcción del muro fronterizo y el uso de la guardia nacional mexicana (que presumió Trump) para frenar la migración hacia EU, México guardó un desafortunado silencio.
Y la estrategia contra la inseguridad y el crimen organizado, bien gracias.
5.- Presagios.
En dos semanas Biden tomará posesión como presidente de los Estados Unidos, a pesar de los pesares.
Y no, no tendría por qué haber pleito con el gobierno mexicano, más bien es importante reconstruir la relación económica bilateral pues la recuperación de México, la cual depende en buena medida de cómo le vaya a la economía vecina.
Pero ojo. Aunque sean muy cuates, mal haría el gobierno mexicano en adoptar a Trump como asesor externo e informal para opinar sobre la nueva relación entre ambas naciones.
Esa sería catastrófico, una pésima decisión. Pues sería como ponerse con el burro a las patadas.