Nuevo orden mundial o viejo orden imperial

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La guerra en Ucrania ha querido ser asimilada como la constitución de un Nuevo Orden Mundial Multilateral, pero los indicios se acumulan en el sentido de que solo se está restaurando el viejo orden imperial de la guerra fría que se colapsó en 1989-1991 y que no pudo encontrar un nuevo entendimiento geopolítico posterior.

El desmoronamiento de la Unión Soviética condujo a Estados Unidos a un relevo generacional de dirigentes que carecían del pensamiento estratégico de seguridad nacional de la Segunda Guerra Mundial y que supusieron que el fin del modelo soviético le daría la victoria en automático a la propuesta capitalista estadounidense, sin pensar ni analizar el hecho de que la Unión Soviética se desmoronó con la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989 justo cuando se presentó el modelo del Consenso de Washington para pasar de un mundo bipolar a una globalización interdependiente.

Las presidencias de William Clinton, George Bush Jr., Barack Obama y Donald Trump carecieron de enfoques estratégicos de seguridad nacional y debilitaron el enfoque imperial de dominio estadounidense en el planeta desde los 14 puntos de Wilson hasta la desarticulación de la comunidad soviética de naciones en 1991.

El presidente Biden arribó a la presidencia después de un entrenamiento burocrático en el área de seguridad nacional: presidente de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado y ocho años vicepresidente de la administración Obama con funciones cuando menos de supervisión superficial de la política exterior y de la comunidad de los servicios de inteligencia.

La percepción geopolítica de Biden se percibió en su discurso, en febrero de 2021, a escasas semanas de haber protestado como presidente, en la conferencia de seguridad de Múnich y ahí dejó muy claro que Estados Unidos venía de regreso a retomar el liderazgo del mundo, ante la dispersión de los bloques de poder capitalista por no existir un factor de cohesión o de consenso, y además acicateado por las decisiones aislacionistas del presidente de Trump, sobre todo su abandono de la OTAN.

El presidente Biden liberó en octubre pasado las versiones definitivas de la Estrategia de Seguridad Nacional y la Estrategia de Defensa Nacional, dos de los pilares fundamentales de los objetivos internacionales de la Casa Blanca en momentos de confusión y de nuevos actores mundiales. Estos dos documentos son básicos para entender las tareas globales de Estados Unidos y llegar a la conclusión de si se trata de la construcción de un nuevo orden mundial multilateral o del regreso al viejo orden internacional imperial.

La Estrategia de Seguridad Nacional de la Casa Blanca deja muy claro las metas fundamentales de Estados Unidos: el regreso a la hegemonía estadounidense en el planeta. De manera clara, la estrategia señala tres de los objetivos fundamentales de la política exterior americana: la nueva vigencia dominante de los intereses nacionales de Estados Unidos, la defensa del modelo político estadounidense como propuesta para el funcionamiento de los regímenes de Occidente y el punto central de definir que la política exterior de Estados Unidos nacional e internacional será la defensa de la vigencia del american way of life o modo de vida estadounidense.

Estos tres principios de la política de seguridad nacional elevada al escenario internacional están explicando las razones del presidente Biden para azuzar a Rusia a invadir Ucrania, a partir de la decisión estadounidense de impulsar la incorporación del Gobierno de Kiev a la OTAN, junto con una mayor presencia americana en la reactivación del acuerdo militar Atlántico y la intención de la Casa Blanca de promover la creación de un ejército europeo que reduzca el despliegue de tropas estadounidenses en lo que es considerado como el ombligo del planeta: Europa occidental.

La Estrategia de Defensa Nacional complementa el enfoque de dominación mundial porque faculta al ala militar americana a definir el conflicto de disputa por el territorio internacional y el papel que están jugando las Fuerzas Armadas estadounidenses en el planeta. No se trata, en lo general, de un replanteamiento de la política mundial de defensa nacional de EU, sino más bien de la identificación operativa de las preocupaciones americanas.

En este sentido, la Casa Blanca define con claridad en su Estrategia de Defensa Nacional que el verdadero adversario del Estado americano no es Rusia, sino la República Popular de China. Los cuatro objetivos de Defensa Nacional de Washington se pueden resumir dos muy concretos: defender la patria de la amenaza de multidominio planteada por China y priorizar el desafío americano en China por su influencia en una región del indo-Pacifico donde existe también el reto de Rusia en Europa.

Otros dos objetivos de la política de defensa nacional de Washington plantean un escenario internacionalizado de los conflictos: disuadir ataques estratégicos contra Estados Unidos, aliados y socios y construir una fuerza conjunta resiliente y un ecosistema de defensa; es decir, de nueva cuenta la internacionalización de la disputa por la hegemonía mundial entre el régimen capitalista de Estados Unidos y los regímenes autoritarios y centralistas de Rusia y China, comunistas solo de nombre.

Los documentos de la Estrategia de Seguridad Nacional y de la Estrategia de Defensa Nacional de Estados Unidos forman parte del replanteamiento geopolítico de la administración Biden regresando al modelo internacional de conflictos multilaterales y la percepción de que la guerra de Ucrania formó parte de los planes estadounidenses de reasunción de la hegemonía mundial.

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