Pues sí, como piedra arrojadiza ha servido el sainete de la tesis de Esquivel, mientras que esos mismos que hoy lloriquean sentenciándola, se callaron denunciar la mal hecha y de “fusile” tesis del jefe de Estado, el priista Peña Nieto, igual o más de vergonzante, esa de la universidad privada y de ese. Un jefe de Estado es mucho más que el presidente de la Corte, después de todo. Qué bueno que en esta columna sí se atendió el tema en su día.
Una tesis, la de Esquivel, investigada por extrañas razones, simulando para ello interés académico, pero partiendo de que no se ha investigado las del resto de los candidatos a presidir la Corte, que se sepa, sin que haya un solo motivo para no dudar de ellas, también. ¿Por qué esas si serán honestas? y no, la fijación ha sido hacia la de Esquivel. Acudir a escudriñarla es como nos hemos enterado. Era el objetivo único. Resulta tan extraño que lo sea. Ello pone bajo sospecha ir solo sobre ella y no sobre las demás que, por elemental equidad, también debieron investigarse con el mismo ahínco y comedimiento si es que lo que preocupa es la honestidad y calidad académica de todos los candidatos a presidir la Corte. De todos. Entre los otros 4 hay uno que otro impresentable, por cierto. Esa selectividad investigando, también pone en entredicho al que “investigó”.
Una Corte que ha sido tan dependiente como en otros sexenios, del presidente de turno, como en esta columna lo hemos precisado antes ante el silencio de otros que claman que solo en este sexenio hay riesgo de que suceda. Falsarios. Nadie llega a ministro sin conocer al mandatario de turno. Punto. Ya luego, algunos lacayos ministros de la época de Fox, Calderón y Peña lo han sido y son una vergüenza del Poder Judicial. Que se lo callen los antilopezobradoristas, es normal. Por eso hay que decirlo. Por elemental equilibrio informativo. Convendría así, dejarse de rasgar las vestiduras cuando han callado referir tal cual a tan lacayunos ministros que sí les han cuadrado tanto en el pasado y no los cuestionaron. Y dieron vergüenza, unos y otros, por cosas todavía mucho más graves que sus tesis profesionales. Sin duda.
Tenemos también que la UNAM no acaba de decidirse sobre lo sucedido. El comunicado de la institución, del 31 de diciembre, donde el rector dice en primera persona que no permite que se use la UNAM para otros intereses (que se lo digan a Córdova, que ya va de regreso burlando a modo, los reglamentos) también advierte que necesita más elementos de juicio. Vaya por Dios, venir a decirlo cuando opositores a López ya sentenciaron a Esquivel. Raro que los que despotricaron y han crucificado a Esquivel, se lo callen. Raro, estoy ya en la cúspide del sarcasmo, es que igual lloriqueen por lo que no ha terminado todavía, mientras van callándose que es inverosímil que el asunto haya sido tratado en el último mes, ya la UNAM a la mitad de diciembre de vacaciones, donde de ordinario no hay quién coja un teléfono, cuando fue el periodo en que realmente estuvo en juego la sucesión de la Corte; y todo estalló al saberse que Esquivel se apuntaba a ello, trabajando la UNAM maravillosamente en receso, rebuscando en la denuncia elevada en los medios cuando estaba ya de vacaciones. ¡Ohhh! Resulta tan sorprendente tal disposición y celeridad en abordar el asunto. Qué suerte ser atendidos los interesados en pleno periodo vacacional de la UNAM.
Dígase: eso sí, se les cebó materializar que la Corte no eligiendo a Esquivel, quedaba así fuera de los intereses de López. Piña no era candidata. Ahí hay negociación. La ministra Piña se ha llamado a sí misma ni triunfante ni victoriosa. ¡Tómala! O sea, que ni la usen para golpear a Esquivel ni para fines ajenos a la Corte ni tampoco les dará gusto a los que la han votado. Al tiempo. Y una mujer ya preside la Corte, otro objetivo sí cumplido.
Naturalmente, que en el fondo aparente hay una tesis. O más bien, una ministra impulsada al cargo por López Obrador y ya no será presidente de la Corte, sin que serlo o no en ello se sometiera a la Corte, que sigue teniendo más ministros del llamado periodo neoliberal y que, por lo tanto, es imposible que sea sometida por López Obrador, como los ignorantes opositores cacarean todo el tiempo dando más pena que risa, porque las votaciones del colegiado son eso, colegiadas; no radican en el poder único del ministro presidente. Es que hasta eso tan sencillo hay que explicarle a los opositores en su mar de ignorancia.
Pues bien, para concluir. Es penoso que suceda esta clase de episodios por tesis profesionales. Más pesó y los deja en condición de peripatéticos, las sentencias sumarias contra Esquivel que la relativa mesura de la UNAM; esas opiniones falsamente histéricas de “opinólogos” que hoy se rasgan las vestiduras, cuando que se callaron el sometimiento de la Corte a los presidentes en los últimos sexenios o el fusile y mala ejecución de la tesis peñista, de torpe y mediocre redacción, y, por lo tanto, típicamente priista –que fue fiel reflejo fue su desastroso sexenio– que en esta columna desglosamos, comprobando su pésima elaboración y eso, fusile, lo callaron como tumbas los que hoy lloriquean o hablan de excepcionalidad. Normal. Es que les acomoda mucho cuando mal gobiernan los priistas. Cuando no son ellos, no les gusta, pues no son ellos. Así de bizarros.