Cadenas interrumpidas

0
276

Para nadie es indiferente que, a la fecha, siguen faltando insumos para una cantidad de bienes y mercancías que no solo son necesarios para la industria de la alimentación, también para otras industrias que han quedado muy tocadas porque las cadenas de suministros no han sido restablecidas del todo en medio de una pandemia que todavía no termina y con una guerra que ha terminado afectando al mercado de los commodities.

Hay una ausencia constante de productos. En las farmacéuticas hacen falta determinados medicamentos, sobre todo antibióticos; en la industria automotriz, componentes, conductores y semiconductores y chips; en las fábricas de teléfonos celulares y la de ordenadores. Hasta en la industria de la moda y de la cosmética de alta gama las clientas demoran en reponer sus cremas y labiales porque no están siendo surtidas con la celeridad acostumbrada.

Precisamente, Jordi Torrent, responsable de estrategia de negocio del Port de Barcelona, evalúa la situación en la que inciden multitud de factores entremezclados y lo hace en su análisis para el Center for International Affairs of Barcelona (CIDOB) en un informe anual muy ilustrativo.

“La lista no es exhaustiva. Un primer factor es que las cadenas globales son extremadamente dependientes de algunos proveedores únicos o muy poco diversificados de productos clave para el funcionamiento del conjunto de la economía global, como es el caso de los semiconductores –cuya producción se concentra en una única empresa de Taiwán–, y algunos metales y combustibles fósiles”, destaca.

Después está, a juicio de Torrent, que  la oferta de transporte marítimo  ha sido incapaz de adaptarse rápidamente al crecimiento de la demanda –a su vuelta a la normalidad – y hay otra parte muy concentrada en pocas manos.

“Y el crecimiento del comercio electrónico producido durante la pandemia ha tensionado todavía más las cadenas logísticas globales, incrementando la competencia entre los cargadores, exportadores e importadores, por servicios rápidos y frecuentes entre los países productores y consumidores”, indica el asesor portuario.

También hay otro factor: “El desequilibrio del comercio internacional interoceánico, agudizado con la vuelta a la normalidad, que conlleva el desequilibrio crónico en la disponibilidad de contenedores vacíos que se acumulan en Europa y Estados Unidos y que tienen dificultad para regresar a Asia para ser cargados de nuevo”.

De forma muy particular, Torrent señala que en el caso de Estados Unidos, los problemas en sus cadenas de suministro están relacionados con la escasa oferta de instalaciones portuarias localizadas en  Los Ángeles-Long Beach y Tacoma-Seattle-Vancouver– y la falta endémica de chóferes de camiones y tráilers, un problema también compartido con Reino Unido.

 

A COLACIÓN

De alguna forma, las cadenas de suministro están alteradas y las empresas intentan anticiparse y prevenir disrupciones futuras, algo que según Torrent, será muy difícil de evitar en los próximos años.

“En primer lugar, sería preciso acelerar la transición energética para evitar la dependencia exclusiva de los combustibles fósiles. Segundo, debería ponerse más énfasis en la fabricación de productos esenciales; el mejor ejemplo son los anuncios realizados por Alemania, Estados Unidos y Corea del Sur con planes de inversión astronómicos en fábricas de semiconductores”.

Y luego está el papel en general de la economía asiática no solo en China sino en la región que Torrent califica de “desarrollo excepcional” con un gran progreso en materia tecnológica y en la cultura de trabajo imperante que, en su opinión, hace “difícil” imaginar  una reindustrialización occidental.

“Salvo en sectores muy concretos, como los asociados a la transición energética. Las inversiones anunciadas en Europa y Estados Unidos en sectores productivos como los semiconductores, probablemente no se extenderán a muchos otros”, apunta.

Para Torrent no parece que la globalización vaya a detenerse (a pesar de todos sus problemas) porque persiste una enorme integración mundial intensificada por las redes sociales y la revolución de los medios e instrumentos de comunicación.

“Las únicas incógnitas realmente transcendentes que impiden afirmar con más contundencia todo lo anterior, son los cuatro grandes riesgos globales que afectan a la humanidad como conjunto y que podrían alterar fatalmente en cualquier momento nuestro rumbo colectivo: el cambio climático, las armas nucleares, las pandemias globales y el desbordamiento de una Inteligencia Artificial ajena al control humano”, enfatiza.

@claudialunapale