Nueve años de vida eterna

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Remitente: Lilia Cisneros

Destinatario: Yvette Cruz Cisneros  

Domicilio: El cielo

 ¡Nueve años! Si alguien me lo hubiera contado no lo creería. Esa edad tenías cuando todavía vivíamos en Copilco y que te compartí que renunciaría a la Reforma Agraria, donde tenía responsabilidades en toda la república, manejaba muchos millones –de los de entonces- de presupuesto y conocí –con nada de gusto desde ese 1979- en Tabasco a ya sabes quién. A ti te preocupaba que ya no tendríamos en casa la “combi” porque la regresé al gobierno; y a mí como le haría para pagar la hipoteca de esta casa que he mantenido por casi 43 años. Desde entonces y hasta tus 42 años, vivimos ambas mucha felicidad: las fiestas de cumpleaños de tus primos –recuerda que solo Enrique tuvo 7 hijos y una semana antes de que él se fuera a alcanzarte, fue el de su penúltimo hijo- las navidades, las estancias de amistades tuyas de Europa y del mundo. Cuando le dije a tu hijo que la vendería, casi en tono de reclamo, me dijo “es que esa casa tiene muchos recuerdos” y vaya que los tiene, pero a mi edad, yo no quiero estar al pendiente de casi una hectárea de terreno y más de media de construcción, así que si hay un valiente que le entre y sobre todo si se atreve a poner en marcha lo que fue tu proyecto comercial, la casa se queda solo en la memoria de quienes deseen mantener vivos los recuerdos.

Cada día entiendo más tu intención de que tus hijos salieran de México. Ella ya le bajó varias rayitas a su miedo por la inseguridad, pero la verdad es que me duele el corazón, cada vez que se confirma la muerte de una mujer –ya no solo son jóvenes también secuestran y matan a las viejitas- puedo sentir el dolor de esas madres, por no saber en que fosa quedaron los restos de su hija o porque fallecieron. Mi nieta me dice que quiere venir a verme -seis años que no los abrazo- y el maravilloso señor en el que se ha convertido su hermano, me dice con orgullo que su patria es México pero que quiere seguir preparándose, del otro lado de mar.

Esta semana, me han enviado mensajes y fotos, sé que te extrañan, pero también sé que se han estado superando en muchos aspectos y hasta le doy gracias a Dios, porque hayan tenido el valor de estar donde están siendo capaces se mantenerse.

No creo haberte compartido que tu hija dejó de lado su intención de estudiar ciencias políticas y prefirió derecho, “para defenderme y hacer justicia” explicó y ambos la primera mitad de este año, concluyen sus licenciaturas. Los dos han trabajado y saben que ese el camino para no pasar dificultades. Yo creo que ambos tienen mucho de cada parte de sus ancestros, El güero heredó mucho de tu abuela y su tatarabuela; ella tiene ese carácter que me permitió salir adelante en mi juventud y hoy hasta de pronto me reprende como a veces tú lo hacías. En fin, mi amor son personas de bien, preparados y autosuficientes, en fase de construir su vida futura, me gustan las parejas que han elegido, siguen en contacto con la maestra de aquí en el liceo y creo que en parte es porque la mayor hija de AL, falleció de manera inesperada.

Desayuné hoy con mi amiga de la prepa, que en mucho te ayudó para que te pagaran los fondos que te prometieron para tus estudios en Suiza –por cierto, tus hijos pasaron la Navidad allá- y si bien los amigos que conociste: Érica, su esposo y algunas de las sores ya están en tu dimensión, creo que a todos les hizo bien reunirse y apoyar a la hija más chica de tu marido, cuyo esposo por cierto murió asesinado, pero no en México sino cerca del Mediterráneo.

La carta que me escribió mi nieto y que me trajo tu marido en su viaje a esta maravillosa tierra, me inyecta ánimos cada vez que la leo, las fotos que me envía ya te imaginarás son más eficaces que un coctel de vitaminas y yo espero que en lo que falta para cumplir una década de tú viaje a ese lugar de vida eterna, terminaré todos mis pendientes y seguiré mejorando la salud que he descuidado últimamente. Los cientos de personas que me mandaron desde ayer un mensaje, diciéndome cosas maravillosas de ti, de mí, de nosotras, me compromete a seguir estando bien y me obliga a entender que cosa es lo que quiere revelarme el Espíritu acerca del porqué me ha dejado en este tan lastimado planeta. Ayer tembló en Turquía, recordé tu temor manifestado en la primera réplica del temblor del 85, también recordé que casi te rompes el pie por salvar a tu niño de dos años que subía la escalera de caracol a la azotea, para alcanzar la luna y tantas otras cosas mi amor que me sirven de sostén en esta usencia terrenal tuya.

Te mando un beso mi Yvi con todo mi amor, con el orgullo de lo que hiciste en la vida, y sobre todo con el agradecimiento a mi Dios Padre, por haberte prestado conmigo casi 43 años. Mamá