Extravíos opositores: entre protocolos y verborreas

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Mientras testigos de las fechorías de García Luna son acallados en medios o minimizados sus señalamientos sobre cómo corrió el dinero hacia un diario centenario de circulación nacional para lavarle la cara y con Humberto Moreira como intermediario, denotando el desvío de recursos públicos para sus fines privados –ambos aludidos, desmintiéndolo– ¡por fin!  nombraron a Calderón –desmintiendo también las acusaciones– exhibiendo a PAN y PRI. Que el PAN se alíe y pida voto al PRI en Coahuila y Edomex luego de estas revelaciones, será de antología y demostrará lo que niega: que sí son lo mismo PRI y PAN.

En tanto, ya podemos centrarnos en los análisis equivocados de una oposición que usa el protocolo como vil ariete, desesperada buscando de dónde agarrarse para golpetear. Lástima que lo haga con tan poco tino y menos gracia, situándose siempre en un lugar equivocado, peripatética. Aborrecen a López, pero prefieren verse ignorantes de protocolo pareciendo agredirles que se le aplauda –da igual sea antes, durante o después de, que se le aplauda, punto– antes que reconocer su desconocimiento. No se olviden que López se limitó, después de todo, solo a ir a un acto público. ¿Qué otros dijeron e hicieron? otros…. Al hilo esta oposición vociferante hilvana los yerros, cometiéndolos y se queda tan oronda. Una cosa es que Santiago Creel acierte no permitiendo que agentes armados entren al Salón de Sesiones de la H. Cámara de Diputados y otra, la verborrea consiguiente jugándole al estadista que jamás ha sido. Quien en su verborrea quiera ver en él a un presidente de la República, será por desmemoriado y se llena con una tostada. Nunca ha sido un político brillante, dejó mucho qué desear como Secretario de Gobernación, permitiendo las cuchilladas a Fox que debió recibir él como su interlocutor con la clase política; de manera tal que pavonearse y pretender sus 5 minutos de reflectores después de defender al Congreso simplemente cumpliendo con su deber, es un exceso politizando lo que no ameritaba. Mucho ruido…

No conforme con ello, hizo gala de verborrea y esta vez de la estrambótica, en su discurso queretano, jugándole a una suerte de constituyente del 17 remix, pésimo como expositor de historia de México y, peor aún, cayendo en contradicciones con los medios opositores que se interesaron en sus peculiares palabras para usarlas de ariete, sin contar con que el político iba a contradecirse tanto, que usarlo terminaba perjudicando las ganas mediáticas de camorra contra López. Les quedó mejor decir que nada ordenaba aplaudir a un presidente. Burdos. Los mismos que callaron los aplausos a Peña y sus séquitos faraónicos.

La reunión de Querétaro que convocó hasta gobernadores, al gabinete ampliado (sic) –esa cosa extraña que la ley no contempla con ese ridículo nombre de origen priista inventado en los años 80– más el sainete protocolar de la ministra presidente de la Corte, suma ignorancia y torpeza de sus protagonistas antes que tino político o creerlos proveedores de luz y guía, como quisieron exaltarlos ciertos opositores viendo en ellos lo inexistente.

Empecemos por el protocolo. La necedad de sentar o reunir siempre a los titulares de los 3 poderes en un símbolo de ¿unidad? siempre sale sobrando. El podio de Querétaro en dado caso, ya podría ser uno: presidentes de cada poder, anfitriones y poco más, ¿qué no? entonces que se acomoden como corresponda. El Ejecutivo al centro, que, después de todo es el jefe de Estado, mérito, posición y circunstancia que no comparten los titulares del Poder Judicial o Legislativo. Guste o no a los opositores. Conviene recordar que lo es López Obrador con 30 millones de votos, superando a sus contrincantes por si alguien aún se le atora esta situación o todavía no la asimila. Que les suceda es inclusive para la ley.

Pues bien, los honores de ordenanza en el audio original eran al jefe de Estado. Conviene repetirlo, porque hay quien lo ignora o juega al ignorante, al balbucear que lo eran a la bandera. Vaya torpeza. Al final, Piña se puso de pie y es intrascendente la razón por la cual lo hizo, para el caso en los honores al jefe de Estado, cuadre o no cuadre que lo sea él.

Que la señora Piña, toda ella primera mujer presidiendo al Judicial como alguna vez Juárez, no se pusiera de pie al llegar el presidente solo reveló ignorancia en una novata en actos protocolarios de gran calado, actos de Estado, mostrando un descuido en su representación y, acaso, no mala fe. Ponerse en pie a la llegada del jefe de Estado no implicaba ni casarse con él ni estar de acuerdo. Era simple y llana cortesía de un acto de Estado próximo a iniciar. No era la mujer que puede permanecer sentada. Su investidura lo impedía. Así, la servidora pública debió levantarse como cabeza del Poder Judicial, pues sentada quedó por debajo del Ejecutivo. Física y figuradamente, por estar en un acto protocolario y frente al jefe de Estado. Así de sencillo. Lecturas vanas de rebeldía e independencia judicial inexistente allí, solo ocultan la ignorancia de los opositores en el proceder del ceremonial y flaco favor hacen a otras causas. Fue una falta de educación, mas que de respeto y la educación es de quien la da, no de quien la recibe. Sencillito.

Ya Creel dijo que aplaudió a López por cortesía. Bien hecho. Entendió mejor la institucionalidad que los “analistas”. Alguno dijo que hasta Piña sonrió a López. Bien hecho. Y los 3 pudieron poner cara de palo y habría sido intrascendente. En el discurso de la ministra quieren ver lo que no hubo. Recuerda esa perorata explicando el de Colosio del 6 de marzo que tampoco era lo que afirmaban sus exegetas. Ni ruptura ni dignidad. Solo palabras. Punto. Como palabras huecas fueron las de Creel. Ambos discursos maletas, sí.

Desconocemos si en su turno, Creel pensó que hablaba a un público ignorante de la historia patria, pero su ignorancia y maniquea manera de esbozarla, lo evidenció a él. Mira qué decir que la nación nació por un diálogo. ¿Cuál? ¿Iturbide eclipsando a Guerrero y ambos fusilados? ¡vaya diálogo! Si es que eso significaba paz. Luego, el panista apenas mencionó a Juárez –se nota su desagrado panista al liberalismo– y el Porfiriato apenas si recibió una tibia crítica. El conservador Creel, por panista, que ahora ya es lo mismo que priista, reclamó la existencia posterior de un partido totalitario –¡caray! el mismo con el cual el PAN hoy va de aliado, del brazo y por la calle– y le reprochó su autoritarismo y las matanzas del 68 y el 71. Pues….es su actual aliado. No ha de estar tan mal, entonces.

Luego vino el plato fuerte. Creel, jugándole al presidenciable, le reprocha a ese partido que no mencionó por su nombre –lo llamaremos PRI, por si hay dudas– sus caprichos e imposiciones de los 80, sus negociaciones ilegales. ¿Cuáles? ¿El aval del panista Fernández de Cevallos a Salinas en 88 para no apoyar a Cárdenas? ¿Las concertacesiones? ¡Caray! pues es el PAN de entonces, el de Creel, el que hoy se alía a ese innombrado partido con quien actuó juntos como reprocha el político.  No hay manera de entender la queja de Creel si hoy son aliados, si ya son lo mismo hace rato. “Lo miré a los ojos” (al presidente) dijo a Gómez-Leyva. ¡Ja! Qué histriónico y folklórico es Creel. Luego reclamó diálogo al gobierno. Ceder. Pluralidad. Curiosa la desmemoria de Creel. 12 años el PAN no fue precisamente, incluyente. No hizo alarde de diálogo y más cedió por errores, que por tolerancia. Y que no olvide la campaña de hace 20 años: “quítale el freno al cambio” o sea, vota todo PAN, buscando en las elecciones intermedias el ser mayoría congresional para impulsar su agenda, sin conseguirlo, porque México es plural y no capricho de panistas. Así, su verborrea terminó siendo eso y un reproche más que un discurso. Y lo remató en declaraciones a ciertos medios que, despistados, le pusieron más atención innecesaria.

¿Qué sucedió? a Ciro Gómez-Leyva, Creel dijo que los organizadores no respetaron el protocolo por sentarlo en la orilla, pero celebró que Piña no se pusiera de pie. ¿Entonces, Creel? ¿nos importa o no nos importa el protocolo? Luego habló de independencias marcadas en sus discursos.  Francamente, no asoman por ningún lado, sino en su cabecita, y remató con que este gobierno no respeta al Legislativo, pues no cede ni una coma en las iniciativas. Bueno: que el PAN gane la siguiente elección y tenga más votos que los demás para imponerse. Como políticos decepcionan si no saben hacer política para superar escollos. ¿Por qué tendría que ceder un gobierno?  Su queja revela su incapacidad política para brincar la cerca por muy alta que la ponga el gobierno y, desde luego, los opositores no ceden ni una coma, le rechazan todo sin mejorar la ofertas. ¿Entonces? A llorar a otra parte. No le está hablando a gente desinformada el señor Creel, pero sí parece chimoltrufio. Como dice una cosa, dice otra y así les va. Así llaman al gobierno morenista y son peores. Ocupó sus cinco minutos de reflectores y quedó en eso. Triste rol. Cabe rematar: Gómez-Leyva puntualizaba que Piña hizo enojar a Presidencia. Quería crear un debate donde no cabe. La señora se saltó el protocolo por desconocerlo. Nada más. Y si lo sabía, enlodó al Poder Judicial. Punto. Y hasta ahora no sabemos qué pensaba ella. Fácil.