En electoral, sobre todo en el campo fáctico, no existen fórmulas exactas, ni fenómenos idénticos; los resultados de cada elección es consecuencia multifactorial.
Esta reflexión viene a colación respecto de los resultados de la elección extraordinaria de la senaduría de Tamaulipas, donde el Programa de Resultados Preliminares (PREP) arrojaba un 21.9615% de participación ciudadana con el 100% de actas computadas.
Con tales cifras (que no se moverán mucho con los cómputos distritales) el abstencionismo anda en el 78%. Muy, pero muy alto.
De por sí a la ciudadanía poco le interesa elegir legisladores, más tratándose de elección extraordinaria y sin el compañamiento de otro tipo de comicios por ejemplo municipales, los cuales suelen ser concurridos porque la autoridad municipal es cercana a la población.
Qué más pudo influir en el ánimo de la ciudadanía para abstenerse de manera tan alta en la elección del escaño que dejó vacante la fórmula original compuesta por Américo Villareal Anaya y Faustino López Vargas, propietario y suplente, respectivamente; el primero es ahora gobernador de Tamaulipas y el segundo murió en un accidente automovílistico.
Tal vez las candidaturas participantes no fueron atractivas para la ciudadanía, que tampoco pudo interesarle elegir una fórmula de senadores para concluir un periodo que terminará el próximo año. Por lo mismo, probablemente los partidos políticos no le dieron gran importancia, y a las campañas les faltó pasión.
Tal vez no hubo suficiente promoción del voto, la cual no solo corresponde a la autoridad electoral competente, sino también a los partidos políticos y personas candidatas. Quizá el breve tiempo de un proceso electoral extraordinario es insuficiente para motivar el interés ciudadano.
Etc.
¿Y si fue todo lo contrario a tales causas, entre otras?
Ah, entonces los resultados deben preocupar a los partidos políticos, pues sería el reflejo de la crisis en que se encuentran.
Con el 100% de las actas computadas de la elección extraordinaria de este domingo 19 de febrero para la senaduría de Tamaulipas, el PREP arrojaba la siguiente votación: 99,802 votos para el PAN; 23,674 para el PRI; 5,257 para el PRD; 22,684 para el PVEM; 37,378 para el PT; y 377,149 para Morena.
En cuanto a las candidaturas: 414,527 votos para la fórmula encabezada por José Ramón Gómez Leal de la coalición Morena-PT; 128,733 para la fórmula encabezada por Imelda Margarita Sanmiguel Sánchez de la coalición PRI-PAN-PRD; y 22,684 para la de Manuel Muñoz Cano del PVEM.
La votación de estos partidos políticos en lo individual decreció respecto de las elecciones de senadurías del 2018. Cosa que es hasta normal, por decirlo de algún modo, porque entonces éstas fueron acompañadas de los comicios presidenciales y de diputados.
No hay punto de comparación entre una elección del tamaño de la del 2018 con una elección extraordinaria como la de este domingo. Sin embargo, nada más como dato, la votación del PRI, del PRD y del PAN decreció brutalmente, más de 400 mil, más de 200 mil y alrededor de 18 mil votos, respectivamente. Morena decreció como 150 mil votos.
Aunque todos (a excepción del PRI) incrementaron sustancialmente sus votación en la elección de gobernador de 2022. Y es lógico por la misma naturaleza del cargo. (El Revolucionario Institucional solamente alcanzó 64 mil votos per se).
Volviendo a la elección extraordinaria de la senaduría de Tamaulipas, de ésta llama la atención el alto porcentaje de abstencionismo y la votación de Morena que fue la más alta, por sí mismo y en coalición. En relación a estos factores cabe preguntar:
¿Su voto duro hizo ganar a Morena? ¿O el abstencionismo? ¿O ambas circunstancias? ¿O la fórmula de candidatos al escaño? ¿O todos los factores en conjunto (más otros)?
Cuando el PRI todavía era un partido fuerte, pero ya había oposición competitiva, solía decirse que cuando prevalecía el abtencionismo, ganaba el Revolucionario Institucional gracias a su voto duro, el cual concurría a las urnas electorales de manera mayoritaria.
¿Ocurriría este fenómeno en Tamaulipas ahora respecto de Morena?
Si fuera el caso, ¿es probable que ocurra el mismo fenómeno en las elecciones de 2024 en el país? Es incierto. Pero tal vez no, porque el próximo año se juega la Presidencia de la República, además de la mayoría de las cámaras del Congreso de la Unión, junto con comicios locales para distintos cargos populares en una treintena de entidades federativas.
Y seguramente en 2024 habrá alta participación ciudadana, salvo que la ciudadanía esté harta de los partidos políticos o decepcionada con las candidaturas que éstos postulen.
Sin embargo, una elección pequeña como la de Tamaulipas puede ser laboratorio para otras de gran tamaño.
Después del 2018, Morena viene probando su voto duro y/o ‘cautivo’ en todo tipo de elección, incluso lo probó en la consulta de revocación de mandato; tal vez previendo cierto desencanto para el 2024 de la ciudadanía que se volcó a su favor en aquellos comicios del ’18 donde arrasaron la mayoría de las candidaturas morenistas y aliados.
Mientras, la oposición no ha podido ni con una elección pequeña.
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