En comunicación de la UNAM un maestro sin maestría 

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Una de las principales críticas al rector actual es la promoción de egresados de otras escuelas, en detrimento de los egresados de la UNAM, es como despreciar la calidad de sus egresados, con ello la capacidad de la institución para crear sus propios cuadros de profesionales. Pero solapar simulaciones de grados académicos en una institución que por su naturaleza es educativa resulta mayormente relevante por las implicaciones jurídicas que conlleva. La ley reglamentaria del artículo 5° constitucional, relativo al ejercicio de las profesiones en la ciudad de México en su artículo primero establece que “Título profesional es el documento expedido por instituciones del Estado o descentralizadas, y por instituciones particulares que tenga reconocimiento de validez oficial de estudios, a favor de la persona que haya concluido los estudios correspondientes o demostrado tener los conocimientos necesarios de conformidad con esta Ley y otras disposiciones aplicables.” El articulo 29 de la Ley menciona que “Las personas que sin tener título profesional legalmente expedido actúen habitualmente como profesionistas, incurrirán en las sanciones que establece esta Ley” con respecto a las sanciones el artículo ARTICULO 62.- El hecho de que alguna persona se atribuya el carácter de profesionista sin tener título legal o ejerza los actos propios de la profesión, se castigará con la sanción que establece el artículo 250 del Código Penal vigente, el artículo 250 del Código Penal señala “CAPITULO VII Usurpación de funciones públicas o de profesión … “ Artículo 250.- “Se sancionará con prisión de uno a seis años y multa de cien a trescientos días a quien: a).- Se atribuya el carácter del profesionista. d).- Use un título o autorización para ejercer alguna actividad profesional sin tener derecho a ello.”

La vanidad de muchos funcionarios, que buscaron la forma de hacerse notar, blindando su ignorancia e incompetencia, engañando – o apantallando – a sus jefes, ostentándose con grados que distaban mucho de tener, sin la cédula profesional correspondiente, el no tenerla, no concluir el trámite, equivale a no tener el grado académico.

En ése orden de ideas resulta fraudulenta, engañosa y poco ética, la conducta de quien sabiendo que no cuenta con la cédula se ostente con un grado sin tenerlo.

Casos abundan y en el actual gobierno parece que ha sido la especialidad de la casa, José Luis Pech Várguez, senador de la república, prófugo de MORENA, hoy en Movimiento Ciudadano, encabeza la lista, se inscribió en el doctorado en Francia 80-82, desde entonces se ostentó y firmó como “Doctor” sin serlo, obtuvo el grado ¡23 años después!, hasta 2005, mientras medró con el cuento de “ser doctor”. Otro caso similar, el de el “doctor” John Ackerman quien obtuvo todas sus cédulas hasta el 2021 – todas en el mismo año – después del escándalo que evidenció que no contaba con las cédulas, a pesar de estar beneficiado con programas de TV UNAM desde la dirección de comunicación, con importantes dividendos. Y la cereza del pastel, el director de comunicación de la UNAM, egresado de la escuela de periodismo Carlos Septién García y titulado en 2006, tampoco egresó de la UNAM – me sorprende el silencio y sometimiento de los egresados de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales – se ostenta como Maestro, así aparece en publicaciones y documentos oficiales de la UNAM como la Gaceta desde el 2018, sin contar con cédula profesional de maestro, solo de licenciatura con número 4969388 hasta hoy. Casos así abundan en la administración pública, pero en la UNAM es inadmisible.

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