Miren lo que dijo el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado Carrillo, en relación a las ‘corcholatas’ guindas presidenciables: : “Es importante tener una comunicación fluida y permanente para construir este proceso de decisión del candidato o candidata en unidad con mucha fraternidad, con apego a los principios de nuestro movimiento.”
Por eso, indicó, el próximo domingo habrá Consejo Nacional, en el cual “se discutirán y aprobarán los términos de la convocatoria” del proceso de selección de interna; ahí se van “a definir fechas, método y requisitos para los participantes, todo en un marco de pluralidad; escuchando y recibiendo todas las aportaciones.”
¡Qué conste!
Porque hay una gran diferencia entre construir una candidatura “en unidad” y oficializar una candidatura mediante reglas truqueadas, incluyendo un método simulado como puede llegar a serlo una encuesta, con sus excepciones.
Por ejemplo, en Coahuila se aplicó la famosa encuesta, la cual ganó Armando Guadiana. Sin embargo, no fue una candidatura construida “en unidad”, o en todo caso pulida con un proceso de cicatrización, lo cual también lleva a la candidatura “en unidad.”
Ricardo Mejía se inconformó con el resultado demoscópico y, ¡zaz!, derivó en rompimiento interno en Morena y en la aplastante derrota como consecuencia de la falta de unidad. ¿O de verdad Morena no movió nada en Coahuila a efecto de ayudar a ganar a la alianza PAN-PRI-PRD a cambio de quedarse con el Estado de México?
Tal vez se conjugaron ambas situaciones, por eso con su alta votación de tres a uno el priista Manolo Jiménez le puso una patiza a Guadiana.
Como haya sido, la división interna de Morena en Coahuila influyó en la derrota.
Es de suponerse que Morena quiere evitar que la selección de su candidatura presidencial desemboque en ruptura interna. Quizá por eso Mario Delgado habla de “construir un proceso de decisión () en unidad” aun cuando el método ya está definido en el Estatuto del partido guinda, donde se establece que:
“En el caso de la postulación de la candidatura a la Presidencia de la República de los Estados Unidos Mexicanos, el método de selección será por encuestas, en términos del párrafo anterior y con la participación del Consejo Nacional, de conformidad con la convocatoria que emita el Comité Ejecutivo Nacional a propuesta de la Comisión Nacional de Elecciones”.
No obstante, el método de encuesta (suponemos) no se trata de un estudio demoscópico sencillo y ya. Morena suele poner un montón de condiciones a reunir por las y los aspirantes a cargos de elección popular, en modo preguntas en la encuesta.
Termina siendo un procedimiento complejo, enredado, a veces con ‘candados’ y por lo mismo tramposo.
¿Y CÓMO LLEGAR A LA “CANDIDATURA EN UNIDAD”?
Ojo, una “candidatura en unidad” no es lo mismo que una candidatura de unidad o una candidatura única. Parecen tres figuras distintas, aunque las dos primeras similares. La ideal es aquella candidatura líder como la que en el 2018 representó Andrés Manuel López Obrador, en cuya persona se conjugaron esos tres tipos de candidatura.
AMLO no tenía rival interno.
Ahora, rumbo al 2024, hay varias ‘corcholatas’ y ninguna representa un liderazgo natural así como para que la militancia de Morena diga sin dudarlo: “Es esta”. Incluso, AMLO duda sobre la rentabilidad electoral de sus “corcholatas”; caso contrario hubiese destapado candidatura única y el resto se hubiese disciplinado como hace poquito más de cinco años.
Claro, López Obrador también busca un sucesor o sucesora leal, tanto a él como a su proyecto. Por eso habla de darle “continuidad” a la Cuarta Transformación, que se le puede dar sin necesidad de seguir a pie juntillaslas ideas del tabasqueño porque entonces sería como que él siguiera gobernando mediante la ‘corcholata’ guinda que lo suceda en la Presidencia de la República.
En fin, “la candidatura en unidad” se puede construir, empezando por determinar por consenso los términos de la convocatoria del proceso de selección de interna, consenso principalmente de las cuatro ‘corcholatas’: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López Hernández y Ricardo Monreal, sin excluir a las de los partidos aliados Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velasco Coello del PT y PVEM, respectivamente.
El consenso daría como resultado la equidad en la contienda interna y, en consecuencia, la aceptación de los resultados de la misma; evitaría el riesgo de la ruptura, la cual puede producirse sin que Marcelo Ebrard renuncie a Morena, y este tipo de rupturas silenciosas en ocasiones afectan más que las escándalosas.
En fin, un primer término o requisito en la convocatoria sería la renuncia inmediata de las cuatro ‘corcholatas’ a sus cargos públicos. En el caso de Claudia y de Ricardo, que son de elección popular, si bien son irrenunciables, existe la separación definitiva.
Marcelo ya se les adelantó, marcando la pauta.