Muchos escritores satíricos crean países imaginarios para burlarse de cuanto es indignante. Jonathan Swift hizo mofa de la sociedad inglesa del siglo XVIII a través de los cuatro viajes de Lemuel Gulliver. Otro de mis escritores favoritos, Terry Pratchett, desdobló a nuestra sociedad en un planeta plano, que descansa sobre cuatro elefantes, apoyados en una gigantesca tortuga que navega por el espacio, en la serie de novelas de la serie Discworld.
¿Cómo desdoblaría al México de hoy en una tierra imaginaria? Sería un vasto territorio, dividido entre dos provincias cuyas fronteras cambian constantemente: Mañana y Luegovemos. Imaginemos un guion sobre cuánto ha vivido ese lugar ficticio durante los últimos 40 años, pensando en la elección de julio como culminación de esa historia. A partir de ello, imaginen que tienen recursos para ejercer mecenazgo, debiendo elegir entre las secuelas que presentan los líderes de ambas provincias.
Va la historia hasta este momento: hace muchos años, el territorio estaba dominado casi en su totalidad por la provincia de Mañana, gobernada por una teocracia. Sus sacerdotes asentaban su legitimidad sobre una mitología que alentaba la resignación, el inmovilismo y la idea de un trauma ancestral que nos condicionaba a ser lo que somos, siendo el mito fundacional descrito fielmente en un texto sagrado conocido como El laberinto de la soledad. Era parte del ritual de iniciación de nuevos acólitos hacer su propia versión de ese mito, adornándolo con sus ideas o lecturas. La tierra tomó su nombre por el horizonte temporal según el cual la población enfrentaría sus traumas y los resolvería: el eterno mañana.
Hace poco más de 40 años, Mañana fue invadido y ocupado por los renegados de Modernia, apoyados por infiltrados entre la vieja casta sacerdotal. Al principio era atractivo su discurso de libertades, libre empresa y desarrollo. Sin embargo, nunca sustituyeron las viejas creencias, ni se molestaron por convencer a los nostálgicos del pasado. Además, cometieron fallas y omisiones que hicieron que se extrañasen las viejas costumbres, y muchos argumentaron, razonadamente o no, que era porque unos gozaban de privilegios. El reinado de los Modernos cayó en el descrédito cuando un viejo simpatizante de la casta sacerdotal derrocada volvió a hacerse del territorio.
Los Modernos sobrevivientes se refugiaron en lo que fue la provincia de Modernia, acompañados por otros pequeños grupos con quienes antes ni se veían las caras. O al menos, eso dicen. La provincia quedó tan irreconocible que tuvieron que renombrarla como Luegovemos. De aquel discurso atractivo de modernidad y libertades, solo queda la expectativa por derrocar a los gobernantes de la restauración.
¿Podrían emprender una tarea de reconquista? Sí, pero eso necesitarían ganar la imaginación de los habitantes de Mañana. No podrán hacerlo si antes no reconocen sus errores y relanzan un nuevo discurso de convivencia. En cambio, creen que basta con hablarse entre sí, amplificar sus voces en redes sociales y suponer que tienen la razón. Ah, y decirles tibios a quienes no han optado por apoyar a una u otra provincia.
Muchos visitantes que entran a Luegovemos escuchan a sus habitantes, y en principio la mayoría dice estar dispuesta a darles la razón. Sin embargo, los forasteros ven las misivas del sumo sacerdote de Mañana, y descubren que los supuestos adversarios hacen exactamente lo que se les dice que hagan: desde hablar el lenguaje de la provincia mayoritaria, hasta adaptar sus símbolos y estrategias de acción a los prejuicios del pontífice. Todavía peor: los Luegovemianos y sus aliados solo hablan del sacerdote, creyendo que lo derrocarán si medran de los miedos y temores de quienes no habitan en Mañana. ¿Mienten y exageran ambos bandos en sus estrategias? Desde luego, pero mientras digan que ellos hacen dolo bueno y los otros, dolo malo, seguirán abonando al reinado de la provincia mayor. Después de unos días, los visitantes se despiden, mientras hacen un gesto como similar a alguien que enreda un hilo en una oreja.
Estamos en la víspera de una batalla que ambos bandos quieren hacer pasar como definitiva. ¿Cuál guion financiarían ustedes? ¿El que narra la victoria de Mañana, o de Luegovemos? Van spoilers:
Los habitantes de Mañana buscan producir el Director’s Cut de la restauración: Puede terminar en un desastre, pero al menos se apoya en una mitología atractiva, un argumento emocionante, y algo que no tienen los de Luegovemos: una visión del país en su conjunto, más allá de simpatizantes. Las reseñas de este tipo de historias en otros países no acaban bien, pero ¿no creen que, si vamos a tocar fondo, es preferible que sea con una buena historia?
En cambio, los líderes de Luegovemos no han entendido las emociones que sostienen al pontífice de Mañana, creyéndolo tonto o loco, mientras han hecho en los últimos años lo que les dice que hagan. Piden mecenazgo, pero cuando se les pide un guion, o siquiera un esbozo de historia, responden con “luego vemos”. Si les faltan ideas, quizás sería bueno rechazarlos en 2021, esperando que cambien a sus directivos y contraten mejores guionistas para 2024. Ponerlos a improvisar en el escenario puede ser peor que el Director’s Cut de la restauración.
¿Qué haré ante estas opciones? De niño me gustaban las novelas de Elige tu propia aventura, así que elegiré entre opciones. Revisaré candidatos y listas de partido. Compararé discursos y propuestas, en lugar de permitir que las filias y fobias de ambos bandos me dominen. Sobe todo, me responsabilizaré de mis decisiones, buenas o malas, en vez de hacerme el sorprendido.
Les deseo que la acción de los próximos años gire alrededor de ustedes, en lugar de malos guiones ajenos.
@FernandoDworak
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