España impone la paridad tanto en la iniciativa privada como en el sector público y hasta en las elecciones. No se terminaban de poner de acuerdo al interior del gobierno del socialista, Pedro Sánchez, con sus socios de la formación ultraizquierdista Unidas Podemos en materia paritaria porque para Podemos nunca es suficiente.
Ayer, en el Consejo de Ministros, fue aprobada la nueva Ley de Representación Paritaria de España considerada como innovadora porque impone, que todo órgano de decisión, sea público o privado, deba contar con un mínimo de un 40% de presencia femenina.
Sí es todo un hito y la intención del mandatario Sánchez es que prevalezca independientemente del partido que gobierne, que se respete la nueva normativa que determina que todo órgano de decisión y de relevancia, ya sea de actuación pública o privada, debe contar con un 40% de mujeres.
Aunque eso sí marca ciertas restricciones y requisitos (como en toda letra pequeña) por ejemplo: “En cualquier caso, esta normativa solo se aplicaría a empresas con más de 250 trabajadores y 50 millones de euros anuales de volumen de negocio; así como a los órganos de gobierno, jurados de certámenes subvencionados y juntas de colegios profesionales. También las listas electorales deberán alternar hombres y mujeres, con al menos un 40% de estas últimas”.
Dicha normativa deberá ser acatada por las 35 grandes empresas que conforman el IBEX 35 en un momento en que hay cierto descontento por parte de la iniciativa privada hacia las políticas de Sánchez y sobre todo a lo que consideran es una especie de “cacería de brujas” por parte de Unidas Podemos que reprocha a los grandes empresarios no hacer sacrificios en momentos en que las familias en España lo están pasando mal por el tema de la inflación.
Pues bien ahora tendrán que reorganizar sus respectivos Consejos de Administración y órganos decisorios para meter a más mujeres. Habrá voces feministas que seguirán gritando a los cuatro vientos que no es suficiente y que falta mucho más por hacer.
Estoy convencida de que hace falta mucho por hacer para tener una sociedad más igualitaria, de lo que estoy en contra es del fomento del odio y de los agravios contra el otro sexo para conseguir avances. Como si fuese una lucha de opresores y oprimidos.
Yo creo en la meritocracia más que en la imposición de una serie de políticas que obliguen por ley a acatar un marco normativo; sé que estas líneas no gustarán a las feministas recalcitrantes que, inclusive podrán tacharme de traidora.
Hay una falsa bandera utilizada por los partidos en los polos que está alimentando la ira, la rabia, el desencanto para seguir polarizando a la sociedad en un momento en el que dramáticamente está desapareciendo el centro… y la gente solo ve o blanco o negro. Y si piensas diferente eres prácticamente un enemigo al que hay que atizar a golpes.
De la necesidad, de los rezagos y de las antiguas proclamas está haciéndose leña para encender una peligrosa hoguera que nadie terminará apagando porque sacar a las masas a las calles es fácil pero devolverlas tranquilas a sus casas, no.
A COLACIÓN
En España, solo se respira una agresiva polarización. Y mucho han contribuido, las posturas de los polos políticos y sin lugar a dudas, al gobierno del PSOE de Sánchez le ha afectado muchísimo haber pactado con la ultraizquierda de Unidas Podemos que ha terminado haciendo leyes Frankestein como lo sucedido con la famosa Ley del solo sí es sí acerca del consentimiento sexual y las penas a los agresores sexuales. Ha tenido justo el efecto contrario a lo esperado y reclamado por las asociaciones de las víctimas de delitos sexuales.
Ahora se obligará a las empresas de determinado tamaño, esas que mueven al mercado y a la economía, a tener sí o sí, un 40% de mujeres como mínimo en sus áreas de gobierno y de responsabilidad.
Nos seguimos fijando más en la materia que en la sustancia. Lo realmente imprescindible es tener una ley que garantice que una maestra cobrará exactamente lo mismo que un maestro; que una camarera su nómina será la misma que la de un camarero; la de una secretaria respecto del secretario; la de una enfermera que la de un enfermero; etcétera.
Eso sería realmente lograr una sociedad justa, igualitaria y paritaria que no dejase lugar a dudas de que en verdad lo que se busca es tener políticas inclusivas y no un pretexto para crear un discurso de agravio.
Yo creeré en la paridad cuando lleguemos a ese punto en el tiempo en que una mujer no es despedida por estar embarazada o mucho peor: no es contratada frente a un candidato varón por el temor del patrón de afrontar la baja laboral de esa mujer cuando ella decida ser madre. Queda mucho por delante…