La elección de legisladores siempre ha despertado poco interés en el electorado, en los mismos partidos políticos y hasta en la ciudadanía para participar por la vía independiente por curules y escaños al Congreso de la Unión.
Tanto así que en contienda intermedia cuando solo se eligen diputaciones federales la participación ciudadana disminuye; se incrementa cuando la elección de representantes populares va acompañada de la elección presidencial.
Por ejemplo, en el 2018 la participación ciudadana en las urnas electorales en la elección de diputaciones llegó al 62.8355%; mientras que en los comicios 2021 para la renovación de la Cámara de Diputados se situó apenas en el 52.6647%. En la elección de senadores, la participación casi sigue la inercia de la presidencial porque también es cada seis años.
En general a la ciudadanía poco le interesa votar por diputaciones y senadurías, quizá porque no se sienten identificadas con las personas postuladas por los partidos políticos, cuyas candidaturas las definen en función de cuotas, cuates, compadrazgos, élites, estirpes y pago de favores, no en función de liderazgos sociales y representación efectiva.
Además, la ciudadanía, por desconocimiento o por lo que sea, no había dimensionado la importancia de votar por legisladores, de la correlación de fuerzas políticas en la integración de las cámaras del Congreso de la Unión, y de las funciones del Poder Legislativo.
Tal vez ni los partidos políticos de oposición habían dimensionado tal importancia. Quizá porque hace tiempo no tenían un rival tan fuerte como el presidente Andrés Manuel López Obrador, jefe político de Morena, quien sí la dimensionó.
Por eso en 2018 como candidato llamó a la ciudadanía a “votar parejo” por las candidaturas de la coalición “Juntos Hacemos Historia” (Morena-PT-PES) a la Presidencia de la República, diputaciones y senadurías.
Sabía que si llegaba a despachar a Palacio Nacional, necesitaba contar con la mayoría en las cámaras del Congreso de la Unión para llevar a cabo (vía las personas legisladoras de la coalición) las reformas constitucionales y legales para operar sus proyectos económico y político, que él llamó Proyecto de Nación.
La mayoría que consiguió en 2018, se desdibujó en 2021 de modo tal que le fue imposible concretar su reforma electoral, máxime en la proximidad de la sucesión presidencial.
Vienen las elecciones de 2024. Y AMLO dice:
“…a la hora de votar que no se esté pensando nada más por el presidente o la presidenta, no. El Congreso es importantísimo, importantísimo…”
Y tiene razón.
La importancia consiste en qué partido político puede tener por sí mismo, o reunir con los partidos aliados, la mayoría calificada de cada una las cámaras del Congreso de la Unión: 334 diputaciones y 85 senadurías, lo cual le permitiría realizar reformas constitucionales sin ningún problema, además de reformas legales que exijan ese número de votos.
Por eso para el presidente AMLO es vital, “importantísimo”, que en las elecciones de 2024 Morena y aliados obtengan tal número de diputaciones y senadurías, de entrada para concretar su reforma electoral modificando la Constitución Política, y no ocurra lo mismo que en la actual Legislatura donde no pasó el “Plan A” y el “Plan B” fue impugnado por partidos y legisladores de oposición ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la cual le dio revés.
Luego para reformar la Carta Magna para cambiar el procedimiento de elección de los ministros de la Corte: De voto indirecto vía Senado a propuesta de terna del Presidente de la República a voto directo en urnas electorales (popularmente). Y de paso para reducir la duración del cargo de ministros, de quince a nueve o seis años.
¿Pero si AMLO ya se va de la Presidencia de la República? Sí, pero al parecer su proyecto político es transexenal. Y da por hecho que su sucesor o sucesora será de Morena.
Además aunque él diga que terminando su cuasi sexenio se retirará de la política, seguramente seguirá mandando en Morena, a menos de que la militancia lo desconozca.
Pero como el plan del partido guinda es ganar y retener la mayoría o todos los cargos de elección popular, sí le conviene una reforma electoral a modo y una Corte afín, como en los mejores tiempos del PRI.
Eso sí, quien sabe si a la próxima Legislatura Federal le dé tiempo complacer a AMLO antes de concluir su mandato presidencial porque será muy breve el lapso entre la instalación de las cámaras del Congreso de la Unión y el fin del cuasi sexenio. ¿Y qué tal que el sucesor o la sucesora del tabasqueño venga con otras ideas?
Como sea, el tema es la importancia que tiene la mayoría calificada legislativa para la persona titular de la Presidencia de la República, para los partidos de oposición y para la ciudadanía; en síntesis, para el país.
SI MORENA GANA TODO
Si en 2024 Morena gana la Presidencia de México y la mayoría calificada de ambas cámaras del Congreso de la Unión, la oposición estaría condenada a desaparecer vía una reforma electoral, si no es que desaparece como resultado de las mismas elecciones por no alcanzar el umbral mínimo de votación.
***