Hay incertidumbre por saber qué pasa al interior de la llamada Alianza. La selección de un precandidato parece estar atorada al igual que la negociación para saber qué partido ganará la oportunidad de promover a su aspirante. Al parecer están armando un proyecto nacional que abracen todos los partidos (menos Morena y sus rémoras) y que con solidez lo propongan para obtener cambios tangibles después del 24.
Pero el tiempo corre y mientras AMLO controle la agenda nacional y no haya réplicas contundentes a sus temerarias declaraciones y acusaciones, por lo pronto la radicalización social continuará fracturando a la estabilidad además de que la tardanza beneficia y mucho a Morena.
Hay quienes al interior apuestan por la integridad, talento, experiencia y valores de los personajes, otros se van por la inestable apuesta de las encuestas. La trampa presentada por el panista Marko Cortes acerca de que los candidatos sumen un millón de firmas, infiere que es un candado para asegurar la candidatura de Santiago Creel y que el blanquiazul tiene 300 mil militantes registrados.
Los ejemplos de anteriores acuerdos o alianzas han motivado cambios sustantivos en el país. Muñoz Ledo, Efigenia, Cuauhtémoc Cárdenas, González Pedrero y otras figuras al no encontrar espacios en el PRI abrieron plataformas de oposición al sistema política nacional.
De ser los más conservadores del tricolor su formaron en las filas de la izquierda radical y al frente de lo que llenaron “las tribus” después el Foro Democrático y Doctrinario en el que participara Bernardo Bátiz, Jesús González Schmall y Pablo Emilio Madero Belden y José González Torres le fueron a ir do camino al activista López Obrador y a una incierta “transformación” que solo buscaba beneficiar al tabasqueño.
Ahora para el 24 urgen opciones viables que permitan, por vez primera, crear un gobierno de coalición que aporte ideas de todos y enriquezcan vertientes de crecimiento. Hay que ir descartando el desaliento entre la población y dejar en claro que lo que menos nos benefician son sujetos inexpertos que llegan por popularidad y no por tenacidad y biografía. La mejor opción es buscar una la candidatura de la oposición dentro de un proceso equilibrado y justo.
Coincido con Eduardo Sadot en qué hay que “crear un comité de selección compuesto por quince miembros cinco por cada partido, mujeres y hombres de más de sesenta y cinco o setenta años, de prestigio intachable, reconocimiento social, honorables y, que ese comité entreviste, interrogue y cuestione a todos – todos son todos – los aspirantes a ser candidatos a la presidencia”. Es decir, un proceso auténticamente democrático que inspire confianza desde su origen. Que evadan esos argumentos de género, de imposiciones o de conveniencias.
Esas estrategias tienen que ser rebasadas. Deben ya encontrar a ese precandidato que rompa con la agenda establecida por AMLO de forma unipersonal y que ataquen directa a los problemas nacionales más urgentes a resolver.
Que busque la integridad y la unión y que las acusaciones al pasado o a los opositores no sean las pantallas diarias para entretener al electorado y crear sombras donde no las hay.
La oposición cuenta con personajes de alta experiencia en el manejo del poder, algunos de ellos con un poderos trato internacional, otros más con fundamentos académicos indiscutibles. Ahí están los “ideólogos” los estrategas que deben mover y dar viabilidad al cuarto de guerra.
Que sean escuchados, que sean considerados, que presenten alternativas atractivas porque si las hay. El país no es un cuadrilátero de genere encapuchada que tira golpes absurdamente y que esconde. La identidad hasta el límite de los tiempos electorales.
Urge llenar vacíos, se demandan otras voces coherentes y que marquen diferencia. Y no es afrenta, pero en una democracia sólida son las diferentes voces y pensamientos los que nutren y generan madurez cívica. Aún estamos a tiempo.
Conductor del programa VaEnSerio mexiquense tv canal 34.2, izzi 135 y mexiquense radio.
@cramospadilla