Entonces ¿quién ganó las elecciones presidenciales de 2024?

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A juzgar por el tono triunfalista de todos los involucrados, morenistas y opositores, pareciera que todos. Lástima que solo hay una silla presidencial, aunque a algunos les gusta presumirla de rota. No, solo hay una, la de siempre. Y aún no son las elecciones.  Postureos políticos, aparte. La pregunta formulada en junio de 2023 no mueve a equívoco: advierte de la desmesura de triunfalismos en que incurren todos los interesados. Todos.

Da igual, entonces lo que vaya a suceder en las urnas, pues por su actuar parece que ya se hubiera definido el resultado y en el México de 2023, no es así. Una esencia de la democracia es, justamente, no saber quién ganará a ciencia cierta hasta que suceda el sonido atronador de las urnas. En esa misma tesitura, todo discurso, ánimo, declaración, apoyo de simpatizantes, filias o fobias resultan ociosos al final de cuentas. Incluidos los de sus analistas y corifeos. Y afortunadamente, así es: nada está definido y para nadie. Ya no estamos en los tiempos del putrefacto priato, cuando el PRI lanzaba candidato 8 meses antes de la jornada comicial y era una amenaza abierta, autoritaria, sin duda, de que ese sujeto era el siguiente presidente, hicieran lo que hicieran los oponentes, pues al PRI jamás le ha importado la democracia. Lo sabemos, no nos vamos a contar historias a estas alturas del partido. Hoy, puedes anunciar aspirantes como lo hacen desde Morena, hoy levantas la mano, hoy das entrevistas como lo hacen los opositores con medios que les son alcahuetes y les dan voz, pese a sus cuestionables méritos y eso no significa ni de lejos, que ya ganaron. Quien crea o se quiere creer que sí, va muy equivocado.

La pregunta que intitula esta entrega no es insidiosa, pero sí es reclamante. Y se acompaña de una más significativa e importante: ¿y qué dicen los conciudadanos acerca de los deseos de ciertos personajes públicos? Acaso ¿quieren los ciudadanos que Morena repita? o ¿quieren ver la llegada de un opositor a Morena? eso es importante preguntárselo a ellos y deberían cada uno de los iluminados que se sienten con derecho a ser presidente, sean morenistas u opositores. Ya que una cosa es echarle ganitas, querer ser, buscar serlo, eso es natural y muy humano, que el poder es el poder; y su búsqueda reclama todo tipo de acciones, toda clase de estrategias. Lo normal. Ahora, de eso a que ganen, ya es distinto. Y nos cruzaremos de nuevo con los electores. No hay manera de evadirlos. Los ciudadanos al centro del análisis, no los nombres, figuras y deseos de los involucrados en la carrera presidencial. No se entenderá el triunfo de nadie sin los ciudadanos y tales tendrán su opinión. Y las urnas serán su eco y su momento. No, antes.

Repasemos, para que a nadie se le olvide: hacia 2018 los priistas decían que repetirían y ¡tómala! el PRI fue (merecidamente) derrotado. Los ciudadanos opinaron muy distinto al PRI. Monreal en esos días aseveró que Morena se quedaría 3 sexenios. Igual que con el PRI, quedaba en el aire una incómoda pregunta: ¿qué dicen los ciudadanos? es que es muy importante no omitirlo ni dar por sentado nada. Los ciudadanos aún no han votado y es la opinión más importante, no la de Alito en su extravío infinito o la de Mario Delgado en su ocurrente parafernalia. Y ni analistas ni partidos entienden ni aprenden algo tan sencillo: primero los electores.  Y los votantes son más inteligentes que las gracejadas de la Téllez. Y valórese: si nos atenemos a los números de votantes de 2018, hay 30 millones de votos que no salieron. Esa veta deberá de ser objeto de análisis, no de especulaciones y tramposas consignas a modo, no, sino que los partidos y sus flamantes aspirantes, o suspirantes, deberían de estar trabajando esa parcela de votantes indiferentes.

Ya los comicios del Estado de México demostraron que la movilización ciudadana detiene, frena la tramposa alianza Va por México, que va de compravotos y que no se hagan las víctimas los aliancistas. No lo son. Así que el análisis parte de esa realidad y a partir de ello, preguntémonos ¿qué sigue? Que los morenistas no se den por triunfadores ni los opositores se crean qué solo insultando a López, como lo han hecho hasta ahora, ganarán. Ni unos ni otros están contemplando el verdadero sentir de los ciudadanos, todavía no expresado en las urnas, pero por el tono de todos, no les importa y eso es un error.

Ahí quedaron las reglas sucesorias de Morena del domingo 11 de junio de 2023. De aplaudirse dos de ellas. Una: no harán caso ni recurrirán a encuestadoras que difirieron notablemente en sus pronósticos de los resultados electorales. Excelente, ya es hora de que enmienden su peculiar manera de informar y propagandear. Sí, las conocemos, una engañifa y formando parte de una campaña contra determinados candidatos, manipulando a la opinión pública con resultados muy sospechosos y cuestionables. La otra: el boicot a los medios opositores. Aquí hay que ser muy puntuales, para que nadie se llame a víctima ni pretenda contarnos un cuento. Medios falsarios, vendidos, tramposos, mendaces como han sido este sexenio, desinformadores por consigna, prestos a contar medias verdades, cuando no falsedades. Medios golpeadores antes que informadores, revolviendo el odio que incitan a López del comentarista con los datos duros de la nota. Ciros, incluidos. Sí, boicot, pues nada se gana atendiéndolos. Ya vimos otra vez su asquerosa y ruin parcialidad en las elecciones mexiquenses. Por cierto, Ordorica no se resigna; anda diciendo que no les gusta el debate a los morenistas; mas eso no le quita a ella su parcialidad tramposa como conductora de un debate. Igual que Cerdeira, no están con la 4T, mas no son neutras, ergo no siendo neutrales, era mejor no haber estado. Así que salían sobrando como conductoras de debates, pues como moderadoras estaba muy lejos de ser imparciales. Destaco que no pudieron verle  la cara al público, ¡listillas!

Ahora, centrándonos en la sucesión presidencial, los opositores va siendo hora de que admitan que López Obrador se va. Sería sano que ya dejen esa banderita de que se reelegirá forever y a buscar otro argumento, opositores. Salgan de su posverdad. No se sabe que piense quedarse. ¿Maximato? en una de esas Claudio X. González coloca a uno de sus patrocinados, y entonces ¿cómo llamaremos a eso, beneficiando a ese impresentable? ¿gobernar por interpósita persona o el Claudiato? si no hay tal, en el equivocado juicio opositor de no verlo, entonces en la banqueta de enfrente tampoco hay Maximato. O todos coludos o todos parejos. Porque suponer que si ganara un claudista de tales sería la llegada de la luz y la alegría, sería una falacia total. Así que mejor, dejarse de cuentos y comparaciones tontas, de esas que la oposición lleva vomitando todo el sexenio, una tras otra y no se han hartado de hacerlo.

¿Qué se adelantan los morenistas? no, en realidad los opositores van extraviados, tardíos perdidos y en una de esas, hasta retrasados. Hay cada ejemplar…Dígase de nuevo como puntual respuesta a quienes rezongan diciendo que la oposición sí tiene candidatos, cuando con vehemencia se les ha hecho ver que carecen de tales. Se autoengañan. No, no los tiene. Y no los puede tener ni podrá tener ganadores, en caso de persistir en: a) Seguir invocando cartuchos tan quemados y de muy dudoso mérito en pro de México. Ahí ponemos a un De la Madrid, a un Gurría. ¿De verdad? ¿qué no tiene de otros? B) cartuchos quemadísimos y de pocas entendederas como las Lillyses y las Xochitles y las Kenias. C) Si prosigue insultando o metiendo miedo a la gente con un López Obrador que como sea, ni estará en la boleta electoral ni se va a reelegir. D) Sin capacidad de renovarse. Seguimos viendo este sexenio a los mismos impresentables de siempre. Llámense Alitos, Zambranos, Markitos, da igual, puro impresentable. Y E) Y sin una agenda que mejore la oferta, que reconozca los errores priistas y panistas recientes y unifique esfuerzos y voluntades, y van contra López Obrador, que ya se marcha, no en pro de México, que se queda. Lo dicho: la oposición va resignada a perder 2024. No se ayuda.

Ahora, los opositores persisten en las falacias que sostienen, tales como que si no van juntos, perderán. Eso se puede mirar de muchas otras formas. Si persisten en los incisos de la “a” a la “e” , de todas formas tienen altas probabilidades de perder. Si el PAN persiste en ir con el PRI, también. Y solo, si no enmienda, igual. Hacen lo mismo esperando resultados distintos. Y mimetizados. Es más fácil vociferar tonterías a lo Anaya o Rabadán que estrenar el cerebro y construir agenda y reclamar propuesta sensata que cautive a las mayorías. No cabe la menor duda. En cuanto a Morena, sabemos que sobran candidatos. Hay de más. Ni Velasco ni Fernández Noroña ni Polevnsky son opción. Tienen derecho a levantar la mano y que Dios les ayude. De eso, a ser opciones reales y convenientes, ya es otra cosa. De las otras 4 corcholatas, seamos claros: Monreal es un cheque en blanco. Demasiado disperso, demasiada incertidumbre con él. Adan Augusto López en esta columna ha sido calificado como alguien con mucha mano izquierda. A diferencia de la ridiculez que fue la gestión del desmemoriado Santiago Creel, fingiendo la eficiencia que jamás ha poseído. El de Gobernación no está para placearse. Es político de sombra. Punto.

Restan Sheinbaum y Ebrard. Tal vez una mezcla de ambos sería la idónea. Sheinbaum no ha demostrado resolver las crisis por iniciativa propia. Los secretarios de Exteriores y quienes brillen en el extranjero, rara vez impactan en la opinión pública interna. Los mexicanos ven lejana “Extranjia”. Entonces ¿quién ganó 2024? De momento, nadie. Hasta que los ciudadanos se pronuncien el 2 de junio. Antes, todo es y será mera especulación.

Y sí, la oferta morenista ronda los 60, 61 años. De la Madrid, tan cacareado por el PRI tendría casi 64 al asumir.  Gurría, 74. Ancianos, ambos. Al PRI no le gustaba un anciano de 65 en 2018. Defenestraba al viejo López Obrador. ¿Será tan incongruente el PRI, catapultando a dos ancianos cuando decía en 2018 que no le soltaras el poder a un anciano? o estamos solo en presencia de la incongruencia priista de toda la vida. Su típico excluyente: “si otros lo hacen, no vale. Lo mío, es lo único válido”. Si es así, merece perder en 2024 por incongruente y odiar ancianos cuando le conviene. Lo grave es que los odia.