Mientras en la Cumbre de los BRICS, en Sudáfrica, el primer ministro de India, Narendra Modi, celebraba el alunizaje de la sonda Chandrayaan-3 en el polo sur de la Luna; su homólogo chino Xi Jinping, se daba tiempo para leer el último parte que informaba de la volatilidad en la bolsa china producida por la bancarrota de Evergrande y cómo arrastraba en rojo a otras empresas, inclusive de la tecnología, que nada tienen que ver con el mercado inmobiliario.
Jinping ya no disimula su preocupación por el escenario que va generándose y es que el colapso de Evergrande podría terminar afectando a la industria automotriz china: es dueño de NEV, por sus siglas en inglés, un fabricante de automóviles que hace unos días comenzó a emitir nuevas acciones a sus suscriptores con la finalidad de aliviar la carga de la deuda de la compañía.
La emisión contó con 5.44 millones de nuevas acciones y en unos días más emitirá 6.18 millones de nuevas acciones a NWTN, una compañía de movilidad que opera en Dubái y que cotiza en Estados Unidos.
La economía del gigante asiático está mostrando signos de serios problemas que cada día aumentan más: partiendo primeramente, de que la economía china no ha repuntado como se esperaba en la etapa postcovid.
Beijing está lidiando con la disminución del comercio y la inversión extranjera, un mercado inmobiliario inestable y la deflación; las políticas deben cambiar para mejorar la confianza y es que la segunda economía más grande del mundo no está creciendo, produciendo o comerciando tanto como lo hacía normalmente.
Recientemente, la Oficina Nacional de Estadísticas de China, dio a conocer que los precios al consumidor redujeron anualmente en julio por primera vez en dos años, cayendo un 0.3 por ciento.
Además, el Banco Popular de China, se enfrenta al problema opuesto al de la Reserva Federal que lleva desde el año pasado subiendo tasas de interés para frenar la inflación. Y es que China tiene una deflación producto de una caída de los precios en toda su economía.
A COLACIÓN
David Dollar, investigador principal del Centro de China del Instituto Brookings, explica el daño que causa este fenómeno económico:
“La deflación significa que el valor real de la deuda aumenta. Sabemos que la alta inflación es mala, pero ayuda a manejar las cargas de la deuda a lo largo del tiempo. La deflación hace lo contrario”.
China está lidiando con algunos problemas económicos graves en este momento. Si bien la crisis de la deuda en el sector inmobiliario no es nueva, la desaceleración de la actividad económica, después de levantar las restricciones derivadas de la lucha contra el Covid-19, no ha hecho más que arreciar.
Que desacelere la economía china, la segunda mayor del mundo, no es una buena noticia para nadie: tiene un impacto masivo a través de manejar ingentes volúmenes comerciales.
Nadie quiere que entre en una espiral de desaceleración. La propia Janet Yellen, secretaria del Tesoro, advirtió sobre los riesgos para la economía estadounidense en un momento en que luchan por bajar la inflación a través de una política monetaria restrictiva y encima el dólar llevar una tónica bajista en los últimos meses. Yellen afirmó que se trata de “una bomba de tiempo”.
Mientras la Reserva Federal sigue con el dedo puesto en incrementar las tasas de interés, en China su realidad es otra: en estos momentos orbita en el sentido contrario de las manecillas del reloj que la política monetaria y fiscal norteamericana.
El Banco Central de China está reduciendo las tasas de interés con la finalidad de impulsar su economía a través del consumo; los últimos datos revelaron que la producción industrial, las ventas minoristas y las exportaciones de China tuvieron un desempeño más débil de lo esperado. Además, el desempleo en la franja de los jóvenes alcanzó un punto récord con una tasa del 21.3 por ciento.
El contexto preocupa porque China representa cerca del 30% del crecimiento mundial y aunque es una economía de mercado sus decisiones de política económica, monetaria y fiscal corresponden a un cerrado núcleo de técnicos que además observan con escrupuloso impacto cómo puede terminar alterándose los planes de mediano y largo plazo trazados por el gobierno de Jinping que ya tiene, incluso, políticas para 2050.
El comercio que es otro de los motores de la economía del gigante asiático no ha logrado recuperarse a los niveles previos a la pandemia siguen los problemas de suministros y los problemas de traslado de mercancías.
@claudialunapale