El miedo al comunismo

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  • Pero se usa la palabra para ocultar aviesos intereses
  • Lo que hacen los libros de texto es explicar significados

Qué tendrán contra el lenguaje estos conservadores porfiristas que, sin saber el significado, se oponen al comunismo y al socialismo, cuando son dos palabras que a muy pocos asustan en la sociedad del consumo-desperdicio, en la casa materna del capitalismo salvaje. Hasta hace unos cuantos años nadie podía mencionar estas dos palabras, pero tampoco podían pronunciar la palabra capitalismo. Y no porque estuvieran prohibidas por el gobierno. Curioso, porque, dentro del sistema, la estadounidense es la sociedad más socializada y comunitaria. Allá nadie se escandalizaría de lo que los libros de texto gratuitos hacen con los niños mexicanos; les informan del significado de las palabras y entre éstas están las palabras socialismo, comunismo, capitalismo, entre otras. Nadie estaría en contra de que los niños de primaria conozcan lo que significan las diversas expresiones ideológicas y políticas que norman la vida cotidiana de los miembros de la sociedad mexicana y la de los países de la comunidad mundial.

Incomprensible pues que en la mente de los panistas y de los obispos, y muchos empresarios poderosos, así como sectores de las clases medias acomodadas y entre quienes fueron a la escuela, pero no aprendieron  tales palabras causen sunamis moralistas cuando imaginan que los libros de texto van a inocular el “virus” del comunismo entre los niños. Y lo más grave es sus autoridades gubernamentales, acogidas por la Corte de Justicia reciben la autorización de uno de sus ministros, de rancia ralea ultraconservadora, para que, con la misma ignorancia, por no decir perversas intenciones, prohíban a la Secretaría de Educación Pública (federal) el reparto de tales materiales de aprendizaje a las escuelas.

¿Sabía usted que la primera sociedad que compartía sus bienes entre todos sus miembros fue el cristianismo primitivo? En las comunidades cristianas de los primeros años y siglos de la llamada era cristiana, los bienes podían ser  usados por  nadie les confiscaba la casa como acusan que hacían los comunistas soviéticos o chinos. De mentira en mentira, las selectas sociedades ricas vinieron tejiendo mitos y leyendas en torno al comunismo y socialismo. Claro. En la actualidad las iglesias jerárquicas han influenciado fuertemente en quienes lo único que buscan es defender sus intereses, sus riquezas mal habidas, sus privilegios, y entre la pastoral que practican está la enseñanza de que la sociedad debe rechazar al socialismo y al comunismo.

Pero la sugerencia para acabar con los mitos en la mente de las personas conservadores es la sugerencia de enterarse, de leer, de estudiar y, si se puede, visitar los países con fama de socialistas o comunistas. Vayan a la Federación Rusa, llamada así desde que, en los años de 1989, se desintegró aquella Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la temible URSS para las tropas estadounidenses y el coco con el que las clases dominantes manipulaban a los pobres del entonces llamado Tercer Mundo. O dicen es que en Cuba no han acabado con la pobreza. Claro. No la han acabado porque el imperio estadounidense, herido en su amor propio, porque en sus narices se instauró un régimen socialista, decretó un criminal boicot económico en contra de Cuba. Y éste es el momento en el que no lo retiran a pesar de que han llegado a la convicción de que matan de hambre, pero jamás lograrán que Cuba cambie de sistema político.

Lo curioso es que, a estas alturas de la historia, entre los estadounidenses se va acabando el miedo al socialismo. Y a estas alturas del devenir, nadie se asusta por pronunciar la palabra socialismo y la palabra comunismo. El socialismo es una corriente filosófica política, social y económica, y una ideología, que abarca una gama de sistemas socioeconómicos caracterizados por la propiedad social de los medios de producción​​​ y la autogestión de empresas por parte de los trabajadores, como bien lo define Wikipedia, un instrumento de información del sistema capitalista.

Pero además, habrá que agregar y revelar la verdad que hay detrás de la prohibición de los libros gratuitos: que la campaña sale de las entrañas mismas del sistema. En años anteriores, en la impresión de tales materiales de enseñanza en el ciclo de educación primaria, tenían que ver empresarios como Ricardo Salinas Pliego, así como empresarios españoles como los que detentan medios electrónicos como estaciones de radio, entre ellas  la XEW. Y obviamente no les cayó nada bien que el gobierno les suspendiera los derechos de impresión.