Un diálogo de sordos

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La Asamblea General de las Naciones Unidas es un diálogo de sordos. El deterioro hacia la credibilidad en las instituciones emanadas al término de la Segunda Guerra Mundial es cada año más y más notable así es que la ONU no escapa del paso del tiempo… se encuentra envejecida, rebasada por una realidad dura y cambiante con una bomba de desafíos transversales que, cuando se combinan entre sí, causan verdaderos dramas humanos.

A día de hoy, un país tan grande como Ucrania sigue resistiendo ante una invasión barbárica que va camino de cumplir un año y medio y nadie ha logrado sacar a las tropas rusas y devolverlas a sus cuarteles en la Federación de Rusia.

Nadie: ni la ONU, ni unas durísimas sanciones, ni una orden de detención por parte de la Corte Penal Internacional contra el dictador e invasor ruso, Vladimir Putin.

El mundo ha sido testigo de la invasión y aun así, un grupo de países deciden no condenar a Rusia, ni ponerse del lado correcto de la vida, ni hacer las cosas políticamente correctas apoyando al agredido. Este hecho es muy grave porque representa no solo el limitado margen de actuación de una ONU debilitada, cuestionada y vapuleada incapaz de contener una invasión.

Este precedente es muy grave porque abre la puerta a que el resto del siglo puedan repetirse cuantas invasiones nos imaginemos si enfrente hay  un vecino poderoso, súper armado y ambicioso.

Con el recrudecimiento del cambio climático, las sequías serán el pretexto perfecto para querer apoderarse de los cauces de agua, de los ríos, de las presas y los lagos de país colindante. ¿Y quién lo va a parar? Nadie, porque no hay una institución multinacional lo suficientemente poderosa para hacerlo… habrá otras invasiones esta vez motivadas por la sequía y el agua.

A esta  78 Asamblea General, el mundo llega abierto en canal: no es nada más la invasión rusa a Ucrania, hay otros conflictos civiles  que según la ONU sumarían un total de cuarenta focos activos a nivel global, lo que añade un enorme componente de inestabilidad a las respectivas regiones donde se desarrollan, convirtiéndose la guerra, el terrorismo, el poder las mafias controlando territorios o incluso el narcopoder en destructores de los derechos humanos y en grandes  expulsores de los habitantes que huyen en busca de refugio en países vecinos o incluso en otros continentes.

En lo que va del año, la situación en África se ha vuelto especialmente delicada tal y como refiere el New York Times, el cinturón golpista de África se extiende por todo el continente: “Una línea de seis países cruzan 3 mil 500 millas, de costa a costa, que se ha convertido en el corredor más largo de gobierno militar en la tierra”.

Recientemente Níger sufrió un golpe militar extendiendo así la presencia de juntas militares desde Guinea, Malí hasta Sudán que tomaron el poder por la fuerza y no por la vía electoral. Misma situación en Burkina Faso el año pasado.

“El Sahel ha superado a Oriente Medio y el sur de Asia para convertirse en el epicentro mundial de la violencia yihadista, representando el 43% de las 6 mil 701 muertes en 2022, frente al 1% en 2007”, según el Índice Global de Terrorismo, un estudio anual del Instituto para la Economía y la Paz.

De acuerdo con el New York Times, los países africanos han experimentado 98 golpes de estado exitosos desde 1952 citando un informe reciente de Naciones Unidas sobre golpes en África.

Pero también hay conflictos internos en otros países que luchan con todos sus esfuerzos por mantener el control del estado y evitar que caiga a manos de las mafias. Ante la Asamblea de la ONU, el presidente Joe Biden, pidió al Consejo de Seguridad  que autorice el envío de una fuerza internacional a Haití para ayudar a la policía a luchar contra las pandillas.

 

A COLACIÓN

António Guterres, secretario general de la ONU, afirmó que el mundo ha abierto “las puertas del infierno” en la medida que se intensifica el cambio climático y reprochó la inacción de varios gobiernos al respecto.

Guterres convocó una especie de Cumbre del Clima aprovechando la convocatoria para asistir a la 78 Asamblea General de la ONU, en Nueva York, pero no estuvieron presentes ninguno de los líderes ni de China, Estados Unidos, India, Rusia, Reino Unido o Francia.

Estados Unidos que emite la mayor cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera envió a John Kerry a la cumbre a pesar de que el presidente Joe Biden estaba en la ciudad; los 32 líderes que sí asistieron solo representan el 11% de la contaminación mundial por dióxido de carbono. China y Estados Unidos emiten más dióxido de carbono que este conjunto de países. Lo vuelvo a decir: la ONU no cohesiona ni a favor de la paz, ni en aras del cambio climático…