Han iniciado las campañas políticas rumbo a la elección más grande de nuestra historia que habrán de celebrarse el próximo 6 de junio y hasta ahora la violencia política y una serie de ocurrencias, como el de un candidato que inició la suya llegando al evento de arranque dentro de un ataúd, así como una serie de impugnaciones de los propios militantes del mismo partido por no haber sido ellos (los impugnadores), los elegidos o ya por partidos adversarios por supuestas anomalías sobre todo en los casos de reelección o de asistencia de funcionarios a registros de candidatos de sus partidos es lo que tenemos como saldo hasta ahora.
Se han conformado las coaliciones parciales para la elección federal y las alianzas correspondientes en los procesos locales; y los nuevos aspirantes partidarios a registro definitivo están vendiendo como es propio de estos casos su independencia del poder y presentándose como salvadores de la nación y representantes genuinos la sociedad civil, cuando de sobra son conocidos sus dirigentes y candidatos de ser tránsfugas de otros partidos o escisión de MORENA y abiertos partidarios de López Obrador como quedó manifiesto en 2018 y hasta apenas hace unas semanas o días.
Pero lo que no estamos observando en los partidos y sus candidatos son ideas, propuestas alternativas para resolver los graves problemas que aquejan al país, las entidades, las regiones, los municipios y la gente en concreto, son de un lado en medio del descontento generalizado en el país en MORENA mensajes apoyados en la popularidad de López Obrador y señalando que de ganar continuarán en la misma ruta hasta ahora realizada, es decir solo ser un mazacote de actores y fuerzas políticas a las órdenes del presidente en el Congreso, pero sin estructura, programa propios y menos un sentido de responsabilidad institucional partidaria, ni con sus propios integrantes; y por el lado de la coalición opositora un cinismo descarado de haberse agrupado sin haber hecho nunca una autocrítica de su gestión gubernamental pasadas y no haber por lo visto entendido el mensaje de los electores en 2018 y aparecer como si nada hubiera pasado en el país y sin que ellos asumieran alguna responsabilidad de ser los causantes reales por sus acciones de corrupción y actos de impunidad de la llegada del populismo al poder, y por sí eso no fuera suficiente repartiendo las candidaturas en los mismos dirigentes causantes del hartazgo social que llevó al triunfo a López Obrador.
Los partidos de la colación PRI-PAN-PRD en su comunicación política atacan al gobierno de MORENA sin aún entender que no es el gobierno de un partido-movimiento, sino el de un solo hombre, el del autócrata que ahora gobierna justo porque la población estaba harta de la corrupción y la impunidad que campeó en los gobiernos que ellos encabezaron, pero además no dan alternativas, ¿o entenderán y querrán un regreso al pasado antes del 2018?, ¿de verdad no entendieron que el tsunami del 2018 que vivieron era un rechazo a sus acciones gubernamentales y de sus dirigentes que no dejaron beneficios en la población y solo un grupo de amigos del poder fueron los beneficiarios de sus reformas y políticas públicas?
Por su parte MORENA emborrachado con el poder, ese mazacote político fue incapaz de gobernarse y de darse una estructura partidaria o de movimiento social, ahora sus esperanzas están sólo fincadas en la movilización que los empleados de la Secretaría de Bienestar puedan hacer con los padrones de los beneficiarios de los programas sociales y en la inercia de esos beneficiarios en la imagen personal de López Obrador, pero también en el aún fresco rechazo a los partidos que gobernaron antes del 2018.
Así que en una crisis partidaria y de imagen de los actores políticos, pero aún también en pandemia por el Covid y una alta violencia e inseguridad es que las alternativas para los electores no se caracterizan por su racionalidad y menos por una verdadera alternativa democrática y de desarrollo como aliento para salir a votar, ¿o sí?