Xóchitl: treinta años no es nada

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La hoy virtual candidata presidencial del Frente Amplio por México, se tituló en el año 2010 como ingeniera en Computación, con un trabajo -que no tesis- en la UNAM. Había ingresado a la universidad treinta años antes, en 1981. En la normatividad de la época no existía un procedimiento de titulación diferente a la tesis, que nunca realizó.  En los años noventa se crearon alternativas de titulación diferentes a la tesis, como los posgrados con un trabajo escrito o un examen general de conocimientos, entre otros.  La pionera en estos esquemas fue la Universidad Tecnológica de México de la que yo mismo era vicerrector. Al principio hubo muchas críticas, pero poco a poco se fueron sumando otras universidades, porque se daban casos como que los egresados del IPN en las diversas ingenierías, al salir de las aulas se iban a trabajar a Campeche o a Tamaulipas sin haberse titulado, y sus salarios eran muy reducidos.

El procedimiento correcto que debió seguir la hoy aspirante a candidata a presidenta por México, en sus años, debió haber sido la tesis tradicional y no un trabajo, que además se fusiló de diferentes investigaciones hechas por otros.

Esta es una más de las mentiras irrespetuosas de la precandidata, como la de las gelatinas, el fallecimiento de las abuelitas y ahora algo muy grave: no renunció al Senado de la República donde sigue cobrando y va a dobletear ingresos con los que obtenga de la campaña por el Frente Amplio por México.

Con estos antecedentes se entiende que sus habilidades técnica y administrativa no eran suficientes para emprender un negocio familiar con sus hijos. Para ello no le sirven ni los disfraces de dinosaurio o encadenarse a las sillas como un preparatoriano de los años ochenta.

El “efecto Xóchitl” se ha reventado como una burbuja de jabón.  La ambición de los partidos fue buscar a alguien que hiciera campaña, que tuviera un relativo encanto y que pudiera arrastrar a los candidatos a gobernadores, a diputados federales, a senadores y alcaldes: esto, al parecer ya no funcionará. Xóchitl no dará votos, no será candidata y los partidos tendrán que buscar una alternativa diferente.

El tieso de Santiago Creel pudo haber sido una opción, como también, en su momento, lo hubiera sido el hijo de Miguel de la Madrid.  La actual senadora Paredes podría todavía ser una alternativa más confiable.

Hoy emerge de entre lo ignoto, la figura del rebelde con causa -o sin ella- Marcelo Ebrard Casaubon, quien ha creado una base social modesta pero consistente, que le podría dar el impulso para competir contra Claudia Sheinbaum si el Frente Amplio por México lo recoge para encumbrarlo a la titularidad de su representación.

Xóchitl y sus mentiras metieron en conflicto al Frente y las ambiciones del PRI, PAN y PRD no les permitieron la digestión política de una candidata triunfadora. Estos nuevos escenarios cambian el esquema original que tenía una configuración óptima, según la toma de decisiones que se efectuó a finales de agosto apenas. Hoy no hay nada para nadie: el partido de Claudia se fractura con Marcelo Ebrard, el Frente Amplio por México se desmorona por una planeación estratégica política mal tomada: también para ser político se necesitan estudios y entender el futuro de la patria.

Ahora nos vienen a la memoria los años que tardó en titularse el actual presidente de México, pero con los nuevos tiempos ha quedado redimido, porque no son más que el 50 por ciento de los que la reina Xóchitl tardó en lograr su título profesional.