Historias de; cuando estuve a punto de no ser militar

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                                   I

-Que extraño; por qué ahora, a minutos de ser recibido por quien dirigirá el futuro de la Patria cae a la charola de mis recuerdos ese pasaje?-

Ensor Vale, General de División esperaba a una puerta de distancia ser recibido por la Presidente Electa; él no lo sabía, la señora había decidido que ese General sería su Secretario de la Defensa Nacional.

Sentado cerca del escritorio de la Secretaria Privada de la Presidenta Ensor regurgitaba trozos de memoria; la mujer observó una sonrisa en la cara de guerra del militar y se solidarizó con ese gesto. Y es qué el General estaba teniendo una carga de recuerdos, por ello lo expresivo del rostro.

-Algún día de otoño de 1974, siendo un jovencito de poco más de 14 años crucé rápidamente la calle (México-Tacuba), buscaba llegar a la puerta principal del Colegio Militar; yo sabía que esa era el acceso pues, cuando estuve en la acera de enfrente observé a un grupo de cadetes que, dentro del patio y junto a esa  puerta hacían “guardia” sentados todos ordenadamente en una banca.

Con miedo crucé la avenida, mi poca costumbre de andar por esos pavimentos me hacía ver curioso a los ojos de los choferes y conductores “chilangos” que fueron testigos de mi cruce por esa calle- el tren de la memoria dejaba ver relajado al General. Así siguió  en sus recuerdos.

Recién venia llegando Del Valle de San Quintin (BC) y, cuando salía a las calles del Distrito Federal lo hacía con mi Tío, junto a él me sentía seguro.

Esa vez lo hice solo pues desde hace tiempo quería ir a preguntar que se ocupaba para ser Cadete del Colegio Militar-

Ensor no se dio cuenta que un camarero le había llenado la taza de café, y de ese “no darse cuenta” se dio cuenta (Sic) la Secretaria Privada de la Señora Presidenta; mas sonrisas dulces y mas introspección de quien comandaría la Secretaría de Defensa.

-Al llegar al otro lado de la calle caminé hacia donde estaban aquellos jóvenes militares de uniformes color caqui, nervioso iba yo repitiendo en mi cabeza “perdone…. Cuáles son los requisitos para ingresar al heroico Colegio Militar?… perdone… este, que se necesita para ser cadete?” Y así repetía y repetía.

-Sin darme cuenta llegué a la puerta, ya estaba a menos de un metro del   Centinela que parecía una estatua junto al garitón; el cadete que, vestido con un pulcro uniforme beige y parado sobre unos lustrosos botines negros además de portar una fornitura del mismo color del calzado que le cruzaba el pecho y cintura, y correajes asegurados por brillantes hebillas que, como la chapa del cinturón, lucían más que brillantes, ah, y en la cabeza una gorra cuartelera negra, y si, acá el único adjetivo que aplica es el de “elegante” -.

El aroma del vapor de ese café caliente regresó la conciencia del aquí y ahora al General, un chequeo fulminante le informó que “todo estaba bajo control” levantó la taza frente a él y la utilizó como trinchera por la que se asomó hacia la oficina en la que estaba, al descubrir el rostro amable de la señora pegó la orilla de la taza a su labio inferior, ahí se dio cuenta que estaba probando el mejor café de su vida, tostado perfecto, mezcla única, temperatura ideal. … y, volvió a su libro de recuerdos.

-viene ahora el recuerdo del evento que cambió mi destino. …

habiendo cruzado la calle y teniendo bien aprendido el “spich” (aunque al final lo cambié) y estando frente ese estatuario cadete que funcionaba como centinela me dirigí a el y le dije ..”disculpa…cuáles son los re…? !!!!CABO DE TURNO!!!! desgañitó aquel centinela. Haciendo eso levantó su mosquetón que llevaba acoplada al cañón una larga balleneta, mosquetón  hecho de nogal con el cerrojo que le daba el estatus de fusil y con su largo cañón de rayado estrosum.

El rifle fue elevado hasta el pecho del hacedor del gritó, altisonante sonido que nunca había yo escuchado… y así, el rifle, desde la culata hasta la aguda punta de su plateado marrazo cruzaba al tronco del niño militar quien, con el toque de llevar guantes blancos dio elegancia a mi tragedia-.

Acá el General paró su recuerdo;  recordó (Sic) que aquel bombardeo de “signos”, (me refiero al encontronazo con todos las señales quinésicas enviadas por el “centinela”) ya en sus estudios de maestría lo habían encarrilado en el súper importante-Eje Semántico- ese en el que vive la carrera militar ,

Y es que -recordó el General  -todas esas “señales” enviadas por aquel cadete mientras gritaba inyectaron en mi subconsciente signos que durante mis casi 50 años de vida militar entraban y salían del estomago mental. Ensor Vale regresó al recuerdo de su primer golpe sobre el yunque que lo forjó como militar.

-El grito resonó dentro del garitón donde el centinela guardaba medio cuerpo. Para cuando el “cabo” respondió la alerta del cadete (!QUE OCURRE!?)  ya estaba yo a diez metros de distancia de ese y con los dos pies en la cebra sobre el pavimento de la avenida Tacuba, lo cierto es que, el enorme grito que rebotó en mi cara ha sido el susto más fuerte de mi nerviosa vida militar.

Estando ya del otro lado de la calle y bajo del cobertizo del restaurante “Chon y Chano” volteé a ver el lugar de donde corrí unos segundos antes. Allá en la puerta y junto al desgañitado cadete otro de ellos, aunque de más edad, me hacía señas con la mano derecha, incluso de su rostro, entre la cuartelera negra con ribetes carmesí, alcancé a verle una línea blanca en un rostro alegre… estaba sonriendo?

El gesto de quien después supe era el teniente Comandante de la Guardia me dió confianza, me seguía llamando haciendo señales para que volviera a cruzar la calle; lo hice, ya frente a él, que seguía sonriendo, me dijo -!que te pasó!? Porque saliste corriendo?- entonces me di cuenta que los otros cadetes desde su banca también se estaban riendo.

-pos el gritote que me pegó el tío ese- refiriéndome al centinela que desde su catatónia marcial hacía esfuerzos por no reír.

El teniente me extendió la mano des enguantada a lo que instintivamente respondí con el mismo gesto  -en que te podemos servir?- me preguntó el oficial; -sabe usted, es de que vine a preguntar cuáles son los requisitos para ingresar a este Colegio Militar- . Ha, quieres ser Cadete?- pues, hasta antes del gritote estaba seguro que si- le respondí, ya nadie aguanto y la carcajada fue coral, tanto que hasta el centinela se sumó.

II

Vaya que estos 47 años dentro del Ejército Mexicano han sido plenos, y pensar que mi abuelo inició su carrera militar sólo sabiendo leer y escribir. -sabes ler? (así le preguntó el reclutador del Ejército Constitucional de Carranza“ler”)- si, respondió Apolinar … eres Cabo, dijo el uniformado -y escrebir?- si, repitió el catrincito cordobés, mi abuelo era de Córdova Veracruz- si, también -tonces eres sargento- el sargento volteó la libreta de pasta dura y entonces Apolinar, él ya Sargento Apolínar, estampó su firma-.

Con la misma taza pero con más café Ensor, ahora de pie junto a la ventana, seguía en sus cavilaciones – para mediados de los 30as del siglo XX ya el hijo mayor de mi abuelo y el que le sigue (mis tíos pues) se “dieron de alta” como “aspirantes” solo tenían la primera terminada y, después de un año “en filas” causaron alta en el Colegio Militar.

Mi padre -seguía el General en su cavilación- entró al mismo Colegio Militar pasando un concurso de admisión, y con la secundaria terminada. Yo mismo, recordó Ensor, entre con los mismos estudios que mi padre, más, ya Facko, mi hijo cumplió el requisito de la Preparatoria terminada.”

Ciertamente Apolinar, abuelo de Ensor, así causó alta en Córdova (Ver) ya que eran días de la revolución y, las tropas del Ejército Carrancista estaban muy necesitadas de hombres jóvenes e idealmente “leídos y escribidos”.

Después de la guerra revolucionaria mi abuelo continuó la carrera, en Tenosique, villa fronteriza de Tabasco que hace frontera con Guatemala, cuando entraba a caballo al frente de una sección de soldados vio en las orillas del río Usumasinta a una hermosa mujer de cabello largo, muy negro y la piel, debajo de su empapado fondo blanco, era del color de los aún tiernos granos de cacao. El abuelo la contaba a  nietas y nietos -en cuanto la vi les ordené a los 30 soldados que iban conmigo “a esa mujer no la miren, ella será la madre de mis hijos…y fueron 10-.

Aún mordiendo recuerdos Ensor Vale regresó al sillón, sintió la mirada de acompañamiento de la mujer que lo observaba y, sin así planearlo, cruzó con ella sonrisas uniformadas de charm y ella las aceptaba amablemente. Y le quiso platicar a su taza de café qué pasó después.

Ya dentro del Colegio Militar, en uno de sus pasillos y sentado en otra banca, idéntica esa a la antes recordada, recuerdo (sic2) que mis sentidos estaban alerta, tanto que ahora llega a mi mente lo duro de la tabla bajo mi cuerpo y en la espalda; el canto de los gorriones el olor a atole salido de los cacerolas del servicio de intendencia, e incluso tengo bien presente el haberme sentado exactamente en el borde de esa banca.

Mientras observaba hacia el corredor  por el que yo pensaba vendría quien iba darme información, no alcancé a darme cuenta que, recargado en la herrería vuelta barandal y frente a mi estaba un muy joven Cadete.

-de donde eres?- esto es extraño, porqué siempre un cadete le pregunta a un aspirante o, a un cadete novel “de donde eres?” en fin, dejo ahí la pregunta.

-de San Quintin, comunidad de Ensenada…- ah, también norteño- respondió el recién hallado. Dejé de mirar hacia los pasillos y puse atención al cadete que estaba frente a mi, ja, ahora recuerdo que despedía aroma de algodón de azúcar, seria porque era un niño, porqué a los 14 años aún somos niños, ello aunque tengas en tus manos un mosquetón de nogal con su marrazo calado (aun traía presente al Cadete aquel que me gritó).

-tienes idea donde estás parado?… que es esto? -acá hizo ademanes queriendo incluir en sus preguntas el entorno que nos rodeaba- sin pensarlo le respondí – estoy en el Colegio Militar…y corregí, estoy en el Heroico Colegio Militar-.

Es cierto, aquí estamos -me respondió el Cadete que me estaba acompañando- pero estoy cierto que poco sabes de este espacio, por eso, en lo que vienen para explicarte los requisitos te voy a dar “academia”. Cómo vió que poco le entendí sin más, comenzó a hablar, dejé la orilla de la banca y me recargué en el respaldo e incluso descansé mi brazo derecho en el descansa brazos de esa banca.

-Corría el año de 1907 en la Ciudad de México, el General Porfirio Díaz estaba en la cima de su Gobierno, él, seguramente aconsejado por “los científicos” como se dejaban llamar los de su gabinete, ordenó que se hicieran obras rápidas, visibles y perdurables, ello para conmemorar los 100 años de la independencia de México, aunque, lo cierto es que el octogenario Presidente quería iniciar el culto a su persona-.

Creo que el Cadete escuchó mis pensamientos pues me respondió -así, se levantó el hoy llamado, Ángel de la Independencia, se iniciaron los trabajos del Palacio de Justicia, el manicomio de “la Castañeda” en Mixcoac, el Palacio de las Bellas Artes, decenas de hospitales;,creo en ese tiempo también se construyó el Dique Seco en Salina Cruz, y- acá respondo tu pregunta- me dijo, también se comenzó la Construcción de la Escuela Normal Primaria para Maestros.

Estoy con la idea de que el Cadete me voy convertido en un gigantesco i griega metida esa entre dos columnas hechas de signos de admiración e interrogación!Y!?. -ah, te explico.

El Palacio de Justicia quedó inconcluso, la revolución lo detuvo, de ese queda solo la Cúpula central y posterior, el ambiente revolucionario le dió el uso de “monumento a la Revolución”… y viendo que esa !Y!? seguía frente a él entró al Quid.

Esta Escuela Normal Primaria para Maestros, se tiene que decir, fue obra del hijo del General Porfirio Díaz, el Ingeniero Militar Porfirio Díaz Ortega construyó esta Escuela pensando en la Escuela Normal para Maestros de Primaria más grande e importantes del país, donde los maestros normalistas estarían internos y donde el Estado les cubriría todas las necesidades.

La !Y!? seguía enfrente del Cadete charlista…

También la Revolución impactó a ese proyecto, concluida la obra y ya sin los Diaz en el gobierno la Normal para maestros de Primaria quedó sin ser inaugurada.

Esa gran obra fue construida en la parte más lejana al Zócalo al sur de la Ciudad de México sobre la avenida Tacuba, estaba un lado de Popotla, y sobre la cuchilla del Rosario, -Sabas donde está eso?- yo, aun vestido de “Y” negué con la cabeza.

Sin responder a mi gesto el Cadete siguió hablando.

Años después de terminada la Guerra de Revolución y ya en el Poder el Turco (“”) Elias Calles, ese, visionario al fin, encomendó a otro gran visionario, este además estratega y táctico comprobado, la tarea de hacer del Ejercito emanado de la lucha revolucionaria (Constituyente) una Institución y, uno de los primeros aciertos del General Joaquin Amaro estuvo al recuperar el extraordinario conjunto de edificios e instalaciones de aquella Escuela para maestros que egresarían para ir a dar educación primaria a la infancia mexicana. -y como ese que me estaba tratando de instruir no logro quitarme el traje de “Y” sin mediar más discurso casi me gritó…!es este Colegio donde estas parado!-

Tan metido en sus recuerdos estaba Ensor Vale que tubo que ser su olfato el que lo regresara a su realidad, el perfume “aventus for her” tocó todo su ser, iniciando por la nariz; la mujer que ya estaba subyugando su atmósfera de la cuales sólo sabía que funcionaba como Secretaria Privada de la Presidenta estaba junto a él -Ensor; en 15 minutos lo recibe la Presidenta… él solo atinó a pensar … me dijo Ensor… no General.

Dé vuelta al sillón el General de tres estrellas (…en vías de cuatro) volvió al pasillo de mosaicos blancos y negros y de barandales de fierro. El Cadete continuaba recargado en esos y entonces recordó algo que le dejó saber, extraño porque antes lo había olvidado.

-tú llegarás a General Ensor, cumplirás tus misiones llegando a ellas por el frente, por los flancos bueno, con el único objetivo de CUMPLIR LA MISIÓN  llegarás a esa hasta desde el cielo-

posiblemente de lo confuso de ese vaticinio fue que ese se bloqueó, más, ahora 45 años después y viendo junto a su corazón, pero por fuera, las alas que le recordaban su ser de “paracaidista” comprendió todo.

Además también ese Cadete Guía le dijo.

-Te voy a estar acompañando durante tus estudios y adiestramiento Ensor- y dijo más -te voy a explicar todo lo posible, tú jamás deberás comentar lo que te comparto… –

En ese momento el señor General de División, ex Comandante de un Batallón de Paracaidistas, y después, de más de 4200 soldados de Infantería y soldado profesional comprendió que NUNCA más hablaría o buscaría recordar las largas tenidas con aquel Cadete que lo recibió hace más de 45 años en los pasillos próximos a la Guardia en Prevención del H Colegio Militar.

En patrullamientos siguientes y, con la anuncia de Don Carlos Ramírez de Jorge Albarran y Carlos Ortiz bajaré todas las horas de Academia (“”) que aquel vaporoso Cadete del Colegio militar le impartió al señor General que estaba por ser recibido en el despacho principal de la señora Presidenta….continuará.

Último patrullaje.- comentaré sobre “la historia y perspectivas del Ejército Mexicano”, la interesante dicotomía que vive la SEDENA e incluso del pasaje de “los gomarianos”

Balazo al aire.- a los 65 todo lo que tienes que decir es LA VERDAD.

Greguería.- me pagan por defender a mi

Nación… tengo un sueldo, soy SOLDADO

Oximoron .- la única verdad que te voy a decir es, que siempre te he mentido.

Haiku.- eres “letras” yo, renglón.

Vuela águila

que yo seré tú viento.