El mercado inmobiliario ya tiene evidentes signos de debilidad en diversas partes del mundo: desde Estados Unidos, hasta España, China y otras economías que acusan ya el impacto de las altas tasas de interés.
Los ajustes alcistas en las tasas de interés experimentados desde el año pasado en una carrera vertiginosa contra la inflación acusan un impacto real en el sector inmobiliario lo que significa afectar y para mal, la industria de la construcción, a las instituciones de crédito y a muchos otros subsectores, tanto de forma directa, como indirecta.
El parón en las ventas tanto de las casas, como de los pisos, preocupa a las agencias inmobiliarias que están dejando atrás los años de ascenso en la curva de ventas de casas y pisos.
No es una buena noticia para la economía en general porque esto habla de la industria de la construcción que es uno de los motores importantes del Producto Interno Bruto (PIB) y si hace cuatro meses se tuvo la ilusión de que la economía global no se enfriase, la recta final del año podría terminar marcando el derrotero de 2024, con una actividad económica más gélida.
En algunos países como en España, la sensibilidad del sector inmobiliario es bastante marcada en una población que tiene una propensión a convertirse en propietaria más que en vivir de alquiler.
Eso implica que la estructura del sector financiero tiene en los bancos un eje muy importante alrededor de los créditos hipotecarios y muchos son a muy largo plazo por arriba de los veinticinco años.
Durante largos años y como producto de la crisis de las subprime, los respectivos bancos centrales decidieron mantener las tasas de interés lo más bajas posibles para contribuir con la recuperación a través del crédito barato.
Y como se mantuvieron estables a la baja, casi de cero por ciento, y bastante niveladas en el renglón hipotecario mucha gente está endeudada desde entonces pagando sus créditos de corto plazo; los de mediano plazo, sobre todo los automotrices y los de largo plazo, casi todos son créditos hipotecarios.
Si bien hay gente que está ya metida en el berenjenal del pago de los adeudos y ve con uñas y dientes cómo sus pagos mensuales de los adeudos son cada vez más caros; hay otros potenciales deudores, sobre todo quienes quieren comprar una vivienda, que ante la carrera alcista de las tasas sin indicios claros de alcanzar pronto un techo, van desistiendo a hipotecarse. Y eso se traduce en un stock de viviendas nuevas y usadas que no pueden venderse o bien que, demoran largos meses, en hacerlo.
Menos ventas, más caras las deudas y el enfriamiento económico tejen un círculo vicioso del que no se sale inmediatamente; habrá que esperar primero a la clara señal de los bancos centrales: no más aumentos en los réditos.
No saber cuándo parar es siempre el error más recurrente de la política monetaria y que, de acuerdo con la experiencia económica, termina metiendo al PIB en una senda oscura. Deprimir para contener a la inflación y en ese meollo el que sale peor parado es el bolsillo de las personas y de las familias mientras los empresarios pierden dinero.
A COLACIÓN
La analista Judit Montoriol, escribió para Caixa Bank Research, que el precio de la vivienda suele responder con algo de retraso tras la caída de la demanda.
En el caso de España, la experta analiza que la oferta de vivienda, que es insuficiente para cubrir la demanda estructural por formación de hogares, seguirá siendo muy limitada debido a la ralentización económica, los elevados costes de construcción y el descenso de la demanda.
Las señales de enfriamiento del mercado inmobiliario son cada vez más patentes; de hecho, Montoriol prevé que el número de compraventas retrocederá alrededor de un 20% en este año hasta las 480 mil viviendas, pero todavía se situarían en un nivel superior al promedio desde 2007, por 450 mil.
Me parece muy interesante que incluso llama la atención en que la demanda extranjera, por su parte, también puede verse golpeada por la ralentización económica de los principales países compradores de vivienda en España, como son: Reino Unido, Alemania y Francia. Sin lugar a dudas, las consecuencias negativas serán visibles en los meses venideros y no nos van a gustar.
@claudialunapale