Desde que el 14 de mayo de 1948, los soldados británicos abandonaron Palestina, ese día David Ben-Gurión declaró en Tel Aviv la creación del Estado de Israel un anuncio que recibió la ayuda de Estados Unidos. Eso desató una serie de guerras con los países aledaños que buscaban defender a los palestinos que vivían en su tierra Palestina de la invasión de los judíos.
Medio Oriente no volvió a ser igual tras la formación del Estado de Israel y los palestinos se embarcaron en una serie de atentados terroristas a nivel internacional para llamar la atención de las autoridades y de las principales potencias.
Han sido claves en este proceso que va a camino de cumplir un siglo de devastación: la Guerra de 1948; la Guerra de Suez; la Guerra de Yom Kippur; el proceso de paz con Egipto; la guerra con el Líbano; la primera y segunda Intifadas. En 1978, los acuerdos de Camp David, propiciados por Estados Unidos con el presidente Jimmy Carter, tanto Egipto como Israel, firmaron la paz en los conflictos territoriales entre ambos países.
Después vinieron los Acuerdos de Abraham, auspiciados por el entonces presidente norteamericano, Donald Trump, que entre otras cosas decidió mover la embajada de Estados Unidos de, Tel Aviv hacia Jerusalén, violando la llamada Solución de los Dos Estados (Two State Solution) que daría a los palestinos, la creación del país Palestina y la parte de Jerusalén Este como su capital. Trump la ignoró además de que Israel nunca ha cumplido con lo pactado.
Con los Acuerdos de Abraham, Israel empezó una campaña de restablecimiento de relaciones para mejorar su vecindad: así estableció relaciones diplomáticas con Emiratos Árabes, Baréin, Sudán y Marruecos. También con Turquía en agosto de 2022 aunque ya el presidente turco, Recep Tayipp Erdogan, ha declarado que Israel debe parar su ofensiva despiada y sangriente contra una población inofensiva que carece de todo y a la que Israel ha oprimido desde hace décadas.
Israel con la mediación de Estados Unidos está negociando el establecimiento de relaciones diplomáticas, económicas y comerciales con Arabia Saudita. Las pláticas están muy avanzadas, aunque con los recientes acontecimientos podrían quedar aparcadas. Tanto Israel, como Arabia Saudita e Irán, se disputan el control de Medio Oriente.
Esta operación terrorista llevada a cabo por Hamás es vista en Europa como un suicidio y una acción que, sobre todo, beneficia a Irán (de mayoría chiíta) enemigo tradicional de Israel que a pesar de renovar sus relaciones con Arabia Saudita (de mayoría suní), tras la mediación de China, no vería con buenos ojos una alianza Arabia Saudita e Israel.
A COLACIÓN
Sin embargo, y a pesar de toda esta evidencia expuesta, intento razonar por qué Hamás llevaría a cabo una operación terrorista, tan salvaje y despiadada, sin considerar que la respuesta por parte del gobierno israelí sería igualmente salvaje y despiadada. Y además partiendo de la base de que Israel tiene uno de los ejércitos mejor preparados y equipados del mundo.
Desde hace décadas, la lucha de los palestinos por recuperar su territorio (y no seguir perdiendo más y más hectáreas) ha sido una confrontación entre David contra Goliath.
¿Obviaría Hamás que esto desataría una guerra en la que incluso no solo están perdiendo la vida miles de inocentes palestinos, sino que están a punto de perder Gaza y que Israel se anexe más territorio? Hay cierta sensación de actuación ilógica que me hace pensar que detrás de lo acontecido existe una fuerza poderosa interesada más en desatar una guerra en Medio Oriente utilizando el cebo de Hamás.
¿A quién beneficia todo esto? No a Hamás, no a los palestinos, no al futuro de la Franja de Gaza. Beneficia a esas fuerzas oscuras que pretenden evitar a toda costa que en Medio Oriente haya una paz y una buena vecindad regional.
De hecho, le da una ventaja al propio primer ministro, Benjamín Netanyahu: a raíz de los lamentables sucesos logró formar un gobierno de unidad sumando a Beny Gantz, miembro de la oposición con quien acordó establecer un gobierno de emergencia y un gabinete de gestión de la guerra.
Durante distintos períodos, Netanyahu ha gobernado seis veces a Israel y ha logrado consolidar el gobierno más conservador y derechista de la historia de Israel; y hasta, logra aparcar los escándalos de corrupción que le persiguen y las polémicas por su más reciente reforma del sistema judicial.
Por lo pronto en Israel, no podrán ser impulsados proyectos de ley, ni tomar decisiones gubernamentales que no vinculen al conflicto con las milicias. El gabinete de gestión de la guerra está integrado por Netanyahu, Gantz y el actual ministro de Defensa, Yoav Gallant y el ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer; solo falta incorporar a Yair Lapid, otro de los miembros de la oposición.
Y también se beneficia de forma colateral a Rusia, porque una nueva guerra esta vez en Medio Oriente permite a Putin tener una distracción para Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y la OTAN que tendrán menos capacidad para atender la invasión de Rusia a Ucrania. Desde luego aquí hay muchos perdedores: los palestinos, los primeros y los europeos, los segundos que vuelven a ponerse en la palestra de los atentados terroristas y si Egipto abre fronteras y acepta refugiados no descartemos una ola de palestinos ante las puertas de Grecia o de Italia. A Europa, todavía pueden irle peor las cosas, si se desata una nueva guerra entre Armenia y Azerbaiyán… vamos a decirlo, la expansión del conflicto es inequívocamente la Tercera Guerra Mundial.
@claudialunapale