Lista de diputados del PRI: ni opositores ni contrapeso; los sumisos de siempre

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La bancada del PRI en la próxima legislatura se mira a sí misma como un poderoso bloque opositor con el PAN y el PRD y el apoyo ideológico de Coparmex y le sobra aliento para decir con firmeza que será un contrapeso a la mayoría de Morena.

Pero en las listas de candidatos plurinominales a diputados priístas –es decir: los que controlarán la bancada y sus recursos– aparecen como aspirantes a reelegirse los mismos que no supieron encarar con decisión, firmeza y talento la avalancha de reformas de la 4-T en este trienio que va a terminar.

Los que hicieron las listas de priístas plurinominales se agandallaron con buena parte de las posiciones: el presidente del PRI Alejandro Moreno Cárdenas Alito –en busca de fuero por irregularidades dejadas en Campeche–, la familia Murat, y el caso ejemplar de la familia Moreira-Viggiano con cuatro candidatos asegurados: el señor Rubén Moreira, su esposa Carolina Viggiano, su hijo Pablo Beltrán Viggiano y su secretario particular Marco Mendoza.

En las dos cámaras actuales aparecen nada menos que cinco expresidentes nacionales del PRI y ahora mismo la expresidenta Dulce María Sauri Riancho preside la de Diputados para darle cauce legitimador a las reformas de Morena, la misma Sauri, por cierto, que dirigió el PRI en la debacle de 2000 cuando el PAN y Vicente Fox le quitaron la presidencia de la república al tricolor.

Y los presidentes del PRI en el derrumbe de 2018 cuando el PRI logró apenas el 9% de votos legislativos también están en la Cámara de Diputados: Enrique Ochoa Reza –otro político apadrinado por José Murat Casab, como ahora Alito— y René Juárez Cisneros; y la presidenta priísta después de la catástrofe de hace tres años, Claudia Ruiz Massieu Salinas de Gortari, es flamante senadora.

A la lista de candidatos a diputados plurinominales del PRI se le conoce, entre las bases priístas que han sobrevivido, como la “lista de ninis”, porque ni son representativos del priísmo, ni representan alguna posibilidad de oposición. El perfil peñanietista de los legisladores priístas de las dos cámaras se va a mantener, mientras el gobierno de López Obrador se da gusto exhibiendo a esa administración como la de mayor número de casos de corrupción abiertos, exhibidos y humillados, sin que los propios priístas legisladores hayan salido en defensa de alguno de ellos.

El PRI de Peña Nieto-Alito-Murat Casab de nueva cuenta desdeñaron a los sectores corporativos que siguen siendo aportadores de algunos votos y cuotas, como la CTM, la CNC, la CNOP y algunas organizaciones populares en extinción como el movimiento territorial, los jóvenes y las mujeres. Toda esta estructura partidista fue borrada por Alito-Murat para meter a amigos y familiares en las listas.

En este contexto, la Alianza Opositora PRI-PAN-PRD-Coparmex carece de posibilidad alguna para aspirar, aunque fuera como ideal, a ser un contrapeso del gobierno lopezobradorista. Algunos priístas que no encontraron lugar en el PRI se fueron a Morena, a Movimiento Ciudadano y a alguno de los pequeños partidos. El PRI de Alito-Murat despreció a la estructura y sólo dos de los 32 presidentes estatales del PRI participaron en la selección de candidatos. Eso sí, en la lista del PRI se coló la panista Eufrosina Cruz que rescató el PAN de Calderón hace años y que en Oaxaca llamó en el 2016 a votar contra del candidato del PRI a la gubernatura de Oaxaca.

Y a los ninis se sumaron los nuevos juniors de la política los bisnietos de la Revolución Mexicana: el hijo del exgobernador de Tlaxcala, el hijo de Emilio Gambia Patrón, otro hijo de Murat Casab, el hijo del gobernador sucesor de Alito, el hijo de la exsecretaria muratista de gobierno en Oaxaca y el hijo del senador Ramírez Marín; ninguno de ellos, por cierto, ha hecho trabajo de base en el PRI y los cargos les llegan por propiedad accionaria del PRI de sus familias.

El PRI por sí solo y en alianza opositora tendrá que pasar tres aduanas: las denuncias y enojos de las bases priístas desdeñadas, los compromisos para no oponerse a las reformas de la 4-T y la falta de oficio político para regresar al PRI como un partido de bases. En este sentido, el argumento priísta de que será contrapeso a Morena es un mal chiste y el PRI por sí mismo o en la alianza PRI-PAN-PRD-Coparmex seguirá siendo aplastado por la agenda reformista de Morena.

 

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