El ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea mostró la cara real de la simbiosis que siempre ha existido entre el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo, la cual ha conllevado a una silenciosa supeditación de juzgadores al Presidente de la República en turno, que en esta época ha dado cierto viraje de excepción con la llegada de la ministra Norma Lucía Piña Hernández a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Conforme a Wikipedia, el término simbiosis “se aplica a la interacción biológica, a la relación o asociación íntima de organismos de especies diferentes para beneficiarse mutuamente o no en su desarrollo vital”, y puede “ser identificada como las relaciones mutualistas a largo plazo que terminan en coevolución”. Y “por analogía, en sociología simbiosis puede referirse a sociedades y grupos basados en la colectividad y la solidaridad”.
No es extraña la simbiosis entre ministros, ministras, y el titular del Ejecutivo federal en turno, porque éste es quien los propone, porque así lo establece la Constitución Política en el artículo 96 reformado en 1994. Precepto que dispone que:
“Para nombrar a los Ministros de la Suprema Corte de Justicia, el Presidente de la República someterá una terna a consideración del Senado, el cual, previa comparecencia de las personas propuestas, designará al Ministro que deba cubrir la vacante. La designación se hará por el voto de las dos terceras partes de los miembros del Senado presentes, dentro del improrrogable plazo de treinta días. Si el Senado no resolviere dentro de dicho plazo, ocupará el cargo de Ministro la persona que, dentro de dicha terna, designe el Presidente de la República.
“En caso de que la Cámara de Senadores rechace la totalidad de la terna propuesta, el Presidente de la República someterá una nueva, en los términos del párrafo anterior. Si esta segunda terna fuera rechazada, ocupará el cargo la persona que dentro de dicha terna, designe el Presidente de la República.”
Sin duda, un artículo necesario de reformar para evitar la supeditación de personas juzgadoras a los poderes Ejecutivo y Legislativo. Para que no le deban el cargo a nadie. Sin embargo, la propuesta de la “Cuarta Transformación” de elegirlas por voto popular no es la mejor opción. Sería ideal, pero en la práctica deja de serlo porque los partidos políticos influyen en cualquier tipo de elección (sobre todo los partidos con más poder), y entonces la elección de ministros, magistrados y jueces se partidizaría.
Habría que encontrar otra alternativa.
En fin. El ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea es producto de esa simbiosis. Primeramente favorecido en noviembre del 2009 cuando es propuesto por el entonces Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa (PAN), para el cargo de ministro de la Suprema Corte en lugar de Genaro Góngoro Pimentel por retiro de éste; un mes después fue electo por el Senado de entre la terna donde figuraba con otros dos juristas. En ese entonces, ninguno de los partidos tenía mayoría calificada en la Cámara Alta, pero el PAN tenía el mayor número de senadores, seguido del PRI y del PRD.
Luego favorecido con la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, electo por sus pares en enero de 2019, cargo en el cual fue sustituido por la ministra Norma Lucía Piña Hernández, quien fue electa tras conocerse el presunto plagio de la tesis de licenciatura de la ministra Yasmín Esquivel Mosa, perfilada por el partido en el poder para presidir el máximo tribunal constitucional mexicano.
Y aquí hay otra simbiosis: La relación entre el ministro Arturo Zaldívar ya los protagonistas principales de la “Cuarta Transformación”, empezando, por supuesto, con el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y siguiendo con la virtual candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum Pardo, con quien apareció fotografiado tras hacer pública su renuncia al cargo de ministro.
Su ‘renuncia’ al cargo de ministro para ‘sumarse a la transformación del país’ (o sea, a la “4T y más concretamente a Claudia Sheinbaum), confirma varios sucesos que parecían inexplicables. Por ejemplo, el que en el Senado de la República hubiesen propuesto la ampliación de su mandato como presidente de la Suprema Corte; y la enmienda a la pregunta de la consulta popular para juzgar a los expresidentes de México para hacerla constitucional y en consecuencia procedente.
Arturo Zaldívar ya tenía un pie dentro de la “4T”, que en la misma Corte. ¿Y ahora qué hará junto a la inminente candidata presidencial morenista? Tal vez darle jurídicamente el tiro de gracia al Poder Judicial, convirtiéndose en un encargado para apuntalar la reforma correspondiente. ¿O va a salvar al Poder Judicial de la partidización? Tal vez su formación de jurista ayude a que no sea un tiro de gracia.
CAUSA GRAVE
Ha generado polémica el que Arturo Zaldívar no haya invocado causa grave para presentar su renuncia para que proceda la misma en términos de la Constitución Política; solamente invocó motivos personales y políticos.
Sin embargo, ¿qué más causa grave que confesar su inclinación hacia la “4T”? Claro, considerando que moralmente un ministro no debería tener pasiones políticas.
Aunque los ministros, ministras, son personas humanas y como tales tendrán alguna afinidad política. No son requisitos de elegibilidad ser apolíticos, apartidistas ni ateos. Sin embargo, la función jurisdiccional amerita la desvinculación política. Aunque francamente, el Derecho es política y más el Derecho Constitucional.
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