Ayer el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado Carrillo, presumió una ventaja promedio de entre el 25 y 30 puntos de la morenista Claudia Sheinbaum Pardo sobre la opositora Xóchitl Gálvez Ruiz al iniciar las precampañas electorales rumbo a la elección del 2024 a la Presidencia de la República.
Entonces el reto de Morena, de Mario y de la misma Claudia es mantener esa ventaja (reflejada por diversas encuestas con variaciones de más menos), que daría a Sheinbaum un triunfo contundente para suceder al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Además, una tendencia contundentemente amplia podría provocar un efecto parejo en las elecciones de senadurías y diputaciones federales, lo cual aproximaría a Morena y aliados (PVEM y PT) a obtener casi el mismo número de legisladores en el Congreso de la Unión que en el 2018 o en el 2021, si es que no consigue la mayoría calificada.
Claro, dependerá de los triunfos de mayoría relativa y del número de votos obtenido por cada partido político para acceder a posiciones plurinominales. También dependerá del perfil de las candidaturas y de la unidad interna. Hasta el momento, Morena y aliados han salido prácticamente ilesos, con la única renuncia en Morelos.
Pero vienen las definiciones a escaños y curules, así como a las presidencias municipales, sin que nadie asegure que van a permanecer ilesos. Para estos cargos populares, es incierta la eficacia de las estrategias en la operación cicatriz empleadas hasta el momento.
En fin. Como dice la vox populi: Lo difícil no es llegar, sino mantenerse. A veces las candidaturas se caen en el curso de la campaña, que no parece ser el caso de Sheimbaum, pero el exceso de confianza y las posturas triunfalistas suelen tener costos.
Mientras que la meta de la precandidata opositora, Xóchitl Gálvez Ruiz, así como de los partidos políticos que impulsan su candidatura es crecer en el ánimo ciudadano desde la precampaña (que prácticamente es una campaña porque no tiene contrincante interno).
Crecer incluso, en el ánimo de la militancia del PAN, del PRI y del PRD (cuya coalición, por cierto, se llamará “Fuerza y Corazón por México”).
Los panistas la han arropado porque Xóchitl se identifica con Acción Nacional aunque no sea militante. Los priistas son más reacios en apoyar a una persona ajena a sus filas (ahí está el caso José Antonio Meade), pero tendrán que respaldarla porque es la candidata de la coalición impulsada por el Revolucionario Institucional; igual en el caso de los perredistas.
Al final de cuentas para los tres partidos políticos Xóchitl representa por ahora la única esperanza de ganar la elección o por lo menos de obtener la votación suficiente que les permita mantener el registro nacional. Aunque el umbral es para conseguirlo en cualquiera de las elecciones federales del año correspondiente.
Considerando el panorama actual de las encuestas, para ganar la elección presidencial, Gálvez Ruiz necesita crecer seis puntos cada mes de aquí a finales de mayo, para poder rebasar a Sheinbaum con seis puntos arriba de los 30 de la morenista o cinco puntos arriba de los 25. Incluso, hasta con tres puntos en cualquiera de ambos casos, que ya sería como un empate técnico.
Pero un crecimiento de cinco o seis puntos mensuales se ve harto complejo.
Seguramente Xóchitl Gálvez sabe exactamente cuántos puntos necesita crecer. Igual lo tienen claro el PAN, el PRI, el PRD, porque tienen sus propias encuestas internas. Los puntos que sean; más, menos, de aquellos reflejados por los estudios demoscópicos difundidos en los últimos días por diversos medios, y presumidos por Morena.
Y si bien las encuestas no tienen la verdad absoluta, ni proyecta resultados electorales, sino solamente reflejan el ánimo del electorado en el momento de su levantamiento y a veces pueden fallar (máxime cuando son por encargo), es evidente que la virtual candidata de la oposición necesita crecer en la preferencia electoral.
Para lo cual requiere del acompañamiento de los tres partidos políticos, que éstos se concentren en la contienda, como bien ha dicho la hidalguense.
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