Nuevo tropiezo opositor: México Xingón

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Y es de los más graves. Es la muestra más palpable de que la Gálvez no es opción en 2024. El Frente opositor sí se equivocó de candidata.

¿Cuándo aprenderá Xóchitl Gálvez y su extraviado equipo que recurriendo a la vulgaridad no es el camino? ¿Cuándo aprenderán que decir México xingón es vulgar y prosaico? ¿Cuándo entenderán ella y su equipo que no es rebajándose, como se ganan elecciones? ¿Cuándo entenderán ella y su equipo que no es su mejor carta de presentación presentarse como xingona y xingones? ¿Cuándo aprenderán que sustituir la ch por una x de Claudio X. González, su padrino, no ayuda a su imagen y a su proyecto (si es que lo tiene, que no lo muestra) ni le resta vulgaridad a la intención grosera y al mensaje soez? ¿Cuándo entenderán que usar esa expresión es la mejor muestra de que carecen de propuesta y no son opción?

El lanzamiento de este nombrecillo es peripatético. Es asaz vulgar y muy corriente. Lo de México xingón suena a lo que es: hueco, carente de propuesta. Y votar Gálvez es votar PRI. Quizá eso explica la carencia de inteligencia en el mensaje. Ni Perder el tiempo explicándoselo con manzanitas a sus apoyadores, pues obliga a mejor ocuparnos de señalarlos cual corresponde, apoyando tan sosa propuesta, tan perjudicial a México.

Los alcahuetes de Gálvez se quejan de que reproduce a López Obrador. ¿De qué se admiran? la han fabricado y creado su impostada imagen sin personalidad ni identidad, han neceado con catapultarla y si no les gusta que vaya por el sendero de López, no haberla candidateado tan carente de personalidad propia. Y ella se muestra totalmente incongruente con esa estrategia. Y es verdad, a falta d propuesta –esa es la causa– y porque no puede ofrecer cosa distinta a un pasado fracasado y sin figuras renovadas, por carecer de ellas, es lo que tenemos. Así, el conjunto de errores cometidos por Gálvez es la lógica consecuencia de dos cosas que ya usted ha leído en esta columna con anterioridad: En primer lugar, por solo haberse dedicado 5 años a insultar a López Obrador, a Morena y seguidores y simpatizantes, imposibilitándose y negándose a crear una verdadera opción que empezara por renegar de su desastroso pasado como gobiernos anteriores y su corrupción irrefrenable, sin límites haciendo negocios privados a costa del espacio público, y, en segundo lugar, por estar incapacitados a pensar algo mejor para las mayorías que el pasado del que proviene su “flamante” y ajado equipo de apoyo, encarnación de torpeza, corrupción e incapacidad de gobierno.

¿Qué se puede esperar, entonces? Que la Gálvez apueste a intentar ser como López Obrador, apostando a ver si por ahí le funciona volviéndose un simple remedo.  Los extremos se juntan, con ella que jura que casi casi es distinta a él. Para no gustarle, lo copia bastante. Y así, sin mucha originalidad que digamos, usa desde términos como Xochitlovers –a ver qué hacen sus descastados seguidores que todos estos años insultaron a sus oponentes a falta de argumentos inteligentes, llamándoles amlovers, que para el caso suena igual de fatal el que ahora escogieron– hasta confundir un lenguaje chabacano con su lenguaje vulgar frentista. Sus seguidores demuestran una postura mesiánica hacia Gálvez, justo lo que criticaron desvergonzados a los seguidores libres de López Obrador y lo mismo la Gálvez usa el huipil como disfraz, que un lenguaje soez para ganar adeptos. Los remito a los apreciados lectores a mi segundo párrafo. Gálvez es vista hoy como mesiánica, como iluminada, por sus seguidores. Quién lo diría.  Ni cómo ayudarla.

No, Gálvez solo es sinónimo de corrupción personal y grupal y solo puede representar a una casta que se sintió divina y dueña de México sin serlo, que no se resigna y cuyos nombres junto a Gálvez escaldan por ver a los mismos de siempre, a una clase política putrefacta, decrepita, ausente de juventud y de ideas renovadas y apostándole a un ridículo corazón, como si eso acallara los nombres de Claudio X. González, Enrique de la Madrid, Moreira o Gurría. No entienden que no entienden.

Gálvez quiere ser popular como López Obrador, ya que no lo es. Apenas es conocida y lo es más por sus vulgaridades y ocurrencias –frentistas, saben bien que no es una buena candidata– que por sus propuestas.  Necesita, busca ser popular como López Obrador, porque sabe que si no lo consigue, no levantará, ya que no tiene propuesta ni agenda ni estrategia inteligente de búsqueda de la Presidencia de la república, y entonces perderá las elecciones presidenciales de 2024. No hay que ser sesudos para entenderlo ni hay secreto en la ecuación.

Lo dijimos en entregas pasadas: ya no puede seguir solo insultando a López Obrador. Tiene que pasar a las propuestas y eso es justo lo que no hay. Gálvez viene vacía. Es mentira que la ley le prohíba esbozar país. Puede esbozar un país y cuando abre la boca para hacerlo, solo dice que lo quiere xingón. No, pues chida la candidata y chida su propuesta hueca. Ni un voto en 2024. ¿Qué esperar de la que llamó pendejos a los mexicanos que quiere gobernar? No hay manera de defenderla.

Gálvez no llega, no cuaja, no convence. Ni con gelatinas ni siendo xingona. Si xingona, quiere decir chingona, pues ya fracasó, porque no es lo que se percibe de ella. Se muestra y exhiben su vulgaridad y su incapacidad. Mucho doctorado, pero poca sustancia.

Un estupendo meme la dibuja entre decir chingón o xingón y estarse riendo, siempre. No hay más. Esa es la candidata opositora, esa su “propuesta” y esa es la que dice que ganará. ¿En serio? Por menos, Vázquez Mota perdió pidiendo que las votantes que no le hicieran cuchichí a sus maridos si no votaban por ella. Perdió porque optó por frivolidades y no consiguió abrazar los temas que le interesan, preocupan y llaman a la gente. Eso le puede pasar a Gálvez y ella y su equipo no entienden que no entienden. Y meter a sus hijos…

Si su México xingón solo augura xingaderas, como las augura, ya perdió. Y las augura con semejante equipo de “asesores”. Sí, puro cartucho quemado, puro impresentable: Gurría, de la Madrid, Moreira…¡no inventen! opositores. Ya lo hemos dicho en esta columna: la oposición no entiende que tanto cartucho quemado lo es y son desprestigio andando que suman a la extraviada candidata, restándole. La gente ha rechazado abiertamente a esos “asesores”. El Frente Opositor se va de frente y no entiende lo elemental. Y los medios que les dan tanto micrófono, se ponen en el mismo lugar de desprestigio. Luego no se quejen del bajo rating. Total, que la candidata opositora ni levanta ni afianza ni convence. Seguir apostando a insultar a López y a azuzar el odio a Morena es no aportar soluciones a los graves problemas de este país o, simplemente, a lo que sí le importa a la gente.

Cabe apuntar para dejarlo muy en claro: decían los opositores a López y lo repiten como mantra que Samuel García restaría votos a Gálvez y era Morena. Qué tontería. Por favor. García no es Morena, Movimiento Ciudadano tiene su propio rollo y si Gálvez perdía votos en favor de Samuel García es porque muchos no están con ella, no convence. Gálvez es una pésima candidata en una pésima opción. Así de sencillo. Ningún candidato que convence, pierde votos. Algunos analistas parecen principiantes o van de engañabobos.

Dos datos más. Gálvez se ha reunido con el embajador yanqui, ese injerencista metomentodo que es Ken Salazar. De plano, le ha dicho que su país mire hacia México y, por lo tanto, que interfiera en nuestros asuntos llamándolo a involucrarse en nuestro proceso electoral. Qué vendepatrias resulta Gálvez, igualito que el priista Peña Nieto. Igual que lo ha pedido vergonzosamente Felipe Calderón. No me extraña que ya sea ella una prianista.

Y desde ya adviértase a los lectores: Gálvez está apostando a un discurso tramposo y desde ya, clamando que habrá una elección de Estado en su contra, cosa que resulta alarmante como estrategia tramposa, porque la perdedora hasta hoy está dispuesta en su discurso de odio, a incendiar el país llamando a fraude de una elección que no ha sucedido ni se ve por dónde suceda aquel, porque sabe que es más probable que pierda por rehuir apoyos y por no ser una buena opción, porque es pésima candidata, antes que por dar la batalla y aceptar todo esto. Es una postura reprobable la que asume Gálvez. Tramposa.

No extraña que así, en resumen, Xóchitl Gálvez es una pésima opción. La miremos por dónde sea. Que lástima que la oposición a Morena no estuvo a la altura de construir de verdad una candidatura interesante y propositiva, sino la que apuesta al discurso de odio para ver si así, es chicle y pega. Patéticos en grado superlativo sí que resultan serlo los opositores. ¿México xingón? Sí, pero no así. Así como lo mal plantea Gálvez, no. Es preferible la continuidad con Sheinbaum que el salto al vacío que representa Gálvez –que aplaude a Milei– con sus disparates y ocurrencias infinitas que México no necesita. Y encima, votar Gálvez es votar PRI. No, pues gracias, mejor no.