Oposición obtusa: su necia y calamitosa necesidad de lavarle la cara a Zedillo

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No, Zedillo no fue demócrata, fue un pésimo presidente y su sexenio el que encabezó, fue el del último presidente priista entre 1946 y 2000, echado su partido a punta de votos y pésimos resultados, no por su inexistente espíritu de demócrata, ni suyo ni del PRI. Y aunque lo hubiera tenido Zedillo, este país no podía ser ni es de un solo hombre, como que no lo es o no existiría ni la oposición y si esta sigue existiendo es porque hay democracia  plena, ahora sí, y no como hasta entonces, aplastada por el avasallante priismo, partido de Estado ese sí. Y si en su mandato hubo apertura no fue graciosa concesión ni por demócrata el priismo, sino acorralado por sus propias torpezas al gobernar y una oposición mucho más reclamante.

 

La reaparición de Zedillo ha generado darle la importancia de la que carece. Pocas veces habla y lo hace certeramente, pero esta vez al ser aludido de forma directa por el presidente López Obrador, reacciona de manera sosa, cantinflesca –como Azucena Uresti, no interesada en que cesaran los ataques a López gracias a su renuncia a Milenio TV y no acabó de dar al clavo, por no quererse comprometer más al decirnos porqué se iba– y aunque pudo ser más certero contando su verdad –tan válida como la de cualquiera otro– se fue Zedillo por las ramas y salió peor su dicho que su silencio –exactamente igual de torpe que el de Azucena Uresti tratando de explicar lo que no pudo explicar la opositora y nada objetiva comunicadora– y generando más atención de la merecida y de la necesaria. Ambos, Zedillo y Uresti, dicho, sea.

 

Y han hablado más sus defensores oficiosos cargados y movidos desde su odio a Morena, que él. Eso los torna mucho más patéticos.

 

Querernos presentar a Zedillo como un demócrata sin serlo, solo para contrastarlo con López Obrador o llevarle la contraria a los dichos acertados de Claudia Sheinbaum –a su vez respondiéndole que ella es demócrata y su movimiento y Zedillo no lo fue–  es una necedad e insulta la inteligencia y memoria de la gente. Esto último es lo más importante.

 

Sí, quienes desde los medios han tratado torpemente de lavarle la cara a Zedillo –estarán muy necesitados de hacerlo o le han de deber muchos favores o son ciegos– se equivocan por una sencilla razón, dos: no fue demócrata y tantos más lo atestiguamos que no lo fue, así que no vengan a tratar de cambiar la historia por sus necedades o sus fobias a Morena.

 

Que si la Sheinbaum existe es porque Zedillo permitió reformas en 1996, balbucean. No, ella existe porque la oposición se organizó, movilizó y acorraló a un PRI que sabía que más le valía solar las elecciones que controlaba, o habría un estallido social por su provocada devaluación de 1994. Había que consagrar libertades. Así, no necesariamente hay esa correlación que pretenden los defensores de Zedillo ni solo esa correlación de hechos como lo mal cuentan. Si hubo reformas electorales fue porque la oposición supo arrinconar al PRI para que las soltara, que hundió al país una vez más en la terrible devaluación de 1994 –Zedillo en parte responsable y otros y nadie pisó la cárcel por ella, debiendo hacerlo– y eso sí le costó la presidencia en 2000. La situación fue tan desastrosa y la culpa fue del PRI y el peligro de estallido social iba en aumento y hubo rumor de golpe de Estado, así que más valía dejar que gritara la oposición, mientras a cambio el PRI le endilgaba a la gente el Fobaproa y el aumento al IVA con la “roqueseñal”, por ejemplo y todo eso fue muy poco democrático, pero sí muy priista. Oposición que sí supo canalizar muy bien el descontento social, no como ahora, y le arrebató al PRI a punta de votos y estrategia, la Cámara de Diputados en 1997 y la presidencia en 2000.

 

Y eso sucedió por los pésimos gobiernos priistas, Zedillo el primero, no por un inexistente espíritu demócrata de Zedillo.

 

El otro falaz argumento para llamar demócrata a Zedillo y sucedió desde el primer día, solo que esas voces y argumentillos de pacotilla nunca se han apagado, consiste en sostener una tontería mayúscula:  sí fue demócrata como que permitió que el PAN arribara al poder. No, el PAN ganó y no había manera de impedir que accediera al poder. Es diferente.  Si el PAN ganó fue porque obtuvo la mayoría de votos bajo una legislación impulsada por todos, no solo por priistas y no por todos los priistas. Es diferente a decir que arribó porque lo permitió Zedillo. No hacerlo hubiera sido ilegal y una guerra civil. Nada qué agradecer. Cumplió con la ley y punto. ¿O vamos a aplaudir que cumplió con la ley? Estaría bueno.

 

Así que, veámoslo con detenimiento. Estamos ante esa manía de ver a los priistas como todopoderosos y dueños del poder, como para decir cuándo y cómo entregarlo. De ahí derivan expresiones absurdas como la ridícula de llamar demócrata a Zedillo o peor, la que hasta hoy pervive de sentirse los únicos llamados a gobernar y eso es heredado del más férreo priismo y acuñan frases tan ridículas como la de “el PRI entregó la plaza” como si le perteneciera en exclusiva cuando pierde una elección, lo que suena también a no tener que hacerlo, poderlo impedirlo, aunque vea el creciente número de votos opositores y le fuera dado decir si en última instancia lo cedería. Qué rebuznos priistas –de abiertos y encubiertos– y de sus simpatizantes. Tan elocuentes y tan rebatibles.

 

Por principio de cuentas, tan no era demócrata Zedillo –y eso que no era priista de cepa– que en una declaración tan desafortunada como todo su desgobierno (y similar a una de Salinas en su momento) dijo que entregaría el poder a quien ganara. Respuesta:  no tú, si quieres te brincas la ley y te opones. Sobre todo si hubiera ganado la oposición. Pues resulta que ganó la oposición, sabemos que los priistas de su primer círculo se negaron en Los Pinos, la noche de las elecciones, a reconocer el triunfo de Fox y hubieran hecho un desaguisado como el de Trump el 6 de enero de 2021, porque el PRI nunca ha sido demócrata ni cree en la democracia y es el mismo que apoya a Xóchitl Gálvez, reitérese de paso. ¿Qué Zedillo no se opuso a ese triunfo? Eso no es mérito, era su obligación. Y recordemos que muchos comunicadores que hoy defienden a Zedillo para no apoyar a Morena, lo criticaron por soltar el poder en 2000. Veletas.

 

Así que plantearse que lo entregaría, salía sobrando y su titubeo, su idea priista muy patrimonialista del poder y nada demócrata y su idea obtusa de que él podía, incluso, elegir si lo entregaba, mata su supuesto e inexistente espíritu demócrata y nos recuerda que si soltó la presidencia fue por la abrumadora respuesta anti-PRI en las elecciones de 2000. Como las magníficas de 2018 echándolo de nuevo, porque siempre es magnífico echar al PRI de la presidencia, pues cuando el PRI pierde, gana México de manera exponencial y muy positiva. Es demócrata porque no se opuso, rebaten. Vaya idea tan pobre de democracia que tendría quien sostenga eso.

 

Así que la democracia plena y de alternancia se ganó a punta de votos y empuje opositor, no por un inexistente espíritu demócrata de Zedillo y de quien sea. Los electores al centro. México es más gracias a pesar del PRI que por el PRI, entiéndase con toda claridad. Decía un comentarista en la semana: a ver si Morena reconoce triunfos opositores (¿cómo Zedillo?) y da paso a la alternancia. Bueno, amén de estar dando por supuesto que Morena perderá sin haber elecciones aún, eso lleva a responder: si pierde o gana a la buena, nada qué objetar. Si ganara, se quedará y no tendría que reconocer triunfos ajenos y se postergará la alternancia. Después de todo, hay precedentes. Este país refrendó al PAN a 12 años y se tragó 71 seguidos de PRI y voces como la que dijo esto de a ver si reconoce, estaban tan contentas y tan calladas. Es que es eso: son incongruentes, ser congruentes no se les da y por mucho. O ¿ya se les hace mucho 6 años de Morena? serían muy inequitativos.

 

Recordemos por haberlo visto: cuando Zedillo entró al salón de sesiones del Congreso a entregar la banda presidencial por mandato de ley, al no ser potestativo sino por obligación, el PRI guardó silencio. Ni un aplauso.  Tan dignos y timoratos. Qué manera de despreciar la democracia. Fue tan patético. Pobre diablo, así pasará a la historia y no como el demócrata de nada que jamás fue. Por eso no nos admiramos de que alguien llame demócrata a Zedillo. Son capaces de decir que la Madre Teresa era budista.