Después de declarar sin rubor que ella no era candidata de partidos sino de su condición de ciudadana, la senadora panista Xóchitl Gálvez Ruiz fue obligada por las dirigencias de los tres partidos que la registraron a presentarse en público con ellos para compartir desprestigios. La fotografía del martes en el INE fue significativa por los rostros pesimistas del priista Alito, del panista Marko Cortés y del perredista Jesús Zambrano.
La capacidad de raciocinio político de la candidata Gálvez Ruiz no le ha alcanzado para dar una respuesta sensata a su candidatura tripartidista y por ello responde que Morena tiene figuras iguales o peores a las del PRIANREDE.
Sin embargo, el problema de la dependencia tripartidista es uno de los que no ha sabido desentrañar la candidata opositora; a 45 días de las elecciones presidenciales, es la hora que la candidata Gálvez Ruiz no ha sabido explicar el funcionamiento de su Gobierno de Coalición en caso de que gane las elecciones, y las figuras encargadas del diseño de programas parciales de gobierno sólo están mostrando indicios de sus propios empleos anteriores en gobiernos del PRI y del PAN.
En este punto es en el que falló de manera flagrante la candidata opositora en el debate, porque tenía la oportunidad de proponer su propio proyecto de nación, pero le ganó el estilo de resentimiento para buscar reducirle prestigios a su adversaria Sheinbaum en lugar de utilizar el debate para definir su agenda. El error estratégico político más grave de Xóchitl fue el de insistir en que los programas sociales que inventó y constitucionalizó el presidente López Obrador serían los mismos de ella, por lo cual desaprovechó la oportunidad para mostrar algún rasgo de diferenciación del programa lopezobradorista.
Sin programa-bandera con proyectos propios específicos, la candidata opositora está dependiendo su votación sólo del sentimiento antilopezobradorista que es muy alto en la clase media excluyente, pero minoritaria en número. Sin un proyecto alternativo, la campaña de Gálvez Ruiz estará dependiendo del simbolismo que representan el PRI de Carlos Salinas de Gortari, Enrique Peña Nieto y Alejandro Moreno Cárdenas y del PAN de un Fox desprestigiado y un Felipe Calderón exiliado en España y con su secretario de Seguridad Pública preso en Estados Unidos por acusaciones de complicidad con el Cártel de Sinaloa del Chapo Guzmán.
La derrota de Xóchitl en el debate se localizó el desdén de la candidata oficial Sheinbaum Pardo, sobre todo porque las acusaciones de la opositora carecieron de una estrategia de presentación y quedaron en dardos verbales que duraron unos segundos y que no centralizaron la atención del debate puntos muy concretos; al final, fueron escopetazos que dispersaron las postas sin causarle ningún daño, ni tropiezo, ni preocupación a la candidata de Morena.
Se supone que la candidata opositora representa un Gobierno de Coalición entre tres partidos con definiciones históricas de sobra conocidas: el PRI y su modelo de bienestar social todavía vigente, el PAN de la derecha católica y el empresariado expoliador y el PRD que se salió del PRI para restaurar la política populista del presidente Lázaro Cárdenas, aunque en los hechos el PRI es más PAN, el PAN es más PRI y el PRD es más PRIAN.
Hasta ahora nadie conoce los fundamentos teóricos y prácticos del Gobierno de Coalición de la candidata opositora Xóchitl Gálvez Ruiz y sólo se percibe a una aspirante acosadora de la candidata oficial Sheinbaum y obsesionada con López Obrador, al grado de que quiere desaparecer las mañaneras pero creó sus propias mañaneras para difundir su discurso y ha dejado indicios de que continuaría el modelo lopezobradorista de conferencias de prensa diarias.
Ahí, en la falta de un proyecto coherente, en el silencio de un invisible Gobierno de Coalición y en la suma de negativos de partidos políticos de oposición que cargan el desprestigio de sus actuales dirigentes, ahí se localiza o se puede perfilar la propuesta de gobierno de la candidata Gálvez Ruiz, en tanto que la candidata oficial Sheinbaum ha sabido perfilar como propuesta de gobierno la continuidad del modelo de política social del presidente López Obrador que pudo constitucionalizarse con el voto de la oposición, inclusive con el de la senadora panista Gálvez Ruiz.
En la lógica política es imposible que una candidatura se base en el repudio a dos figuras de gobierno y no en la definición de un proyecto alternativo. En el primer debate Gálvez Ruiz demostró que carece de proyecto y que sólo busca sumar el apoyo de los resentidos de la 4-T.
–30—
Política para dummies: La política es de propuestas, no de resentimientos.
El contenido de esta columna es responsabilidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.
@carlosramirezh