En un hecho escandaloso por censor y antidemocrático, el Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM) conculca la libertad de expresión de los opositores a Santiago Taboada. Qué poco aguanta la crítica certera, el panista. Qué piel más fina resultó tener quien en ese mismo acto del IECM vio entablado un procedimiento en su contra por expresiones misóginas contra Brugada. ¿Qué no se le relacione con el cartel inmobiliario, dice la autoridad? Vamos viendo el tema con más ahínco y detenimiento.
Hecho bolas, dice el IECM ante la airada reacción justificada de Morena, que no prohibió nada, que evita solo la calumnia electoral, lo cual nos recuerda dos cosas: 1) se vio muy timorato y 2) desde siempre las autoridades electorales, tan autoridades y tan electorales, han tenido la enorme tentación de que los candidatos sean bien peinados y correctitos en una campaña electoral que por definición es ataque y acidez necesarias, tanto por una elemental dinámica política, como por el deseo popular de ver espectáculo, sí, espectáculo para horror hipócrita de los puristas, y más porque sabemos que será diferente preguntar y cuestionar una vez que te dirijas al personaje ganador como autoridad. No nos engañemos, entonces. Es una campaña del clásico ahora o nunca, ahora es cuándo y es lo procedente. Taboada dice que se serenen los opositores y aquellos le recuerdan sus nexos muy evidenciados con cárteles inmobiliarios que bajo las siglas PAN han actuado en su demarcación.
Y sí, los medios opositores a Morena se apresuraron a buscar si Morena ha pedido que no se hable de ciertos temas. Y sí, Morena ha exigido rectificaciones al Prian, para su mal fario e infortunio como medios sesgados, pues no es lo mismo descalificar obra pública o acciones de gobierno como Taboada lo ha hecho con Brugada, que descubrir entramados con cárteles inmobiliarios en administraciones panistas. No comparen, que se están haciendo fuera de la bacinica.
Lo hecho por el IECM es censura pura, una torpeza mayúscula y un exceso: y un atentado directo contra la libertad de expresión; y es algo que vulnera la dinámica y naturaleza de toda campaña política. Se comprende que el candidato prianista Taboada (¿también negará que es prianista?) quiera sustraerse de señalamientos. Que sepa que invariablemente, candidato con sombra de broncas judiciales reales o en puerta como es su caso, no gana unas elecciones. Que le pregunte a su impresentable correligionario Ricardo Anaya. Y no son los ciudadanos los responsables de llamarlo “Santiago Tajada” o “Santiago Tamboada”. Solo apuntan lo que perciben, lo que es inocultable. No es importante si eso enfada al PAN. Ese es su problema.
Se ve que calaron los motes en el prianismo, que debilitan las aspiraciones de Taboada y que fueron ganados por la elocuente y cuestionable trayectoria pública del cuestionable candidato. Por nadie más. Acallarlos ya no evitará que su imagen esté expuesta y vulnerada por realidades que lo inculpan, pues ya se consiguió afectarlo negativamente. Su nombre sí está ligado a la consolidada idea –en realidad, hechos manifiestos– de que se ha actuado alimentado un verdadero cartel inmobiliario y que duerma tranquilo, no es el único en el PAN señalado de tan reprobables procederes. Que tampoco se crea tan importante como para creerse ser el único. ¡Qué va! Ahí está en prisión su prófugo cercano el panista Christian Von Roehrich. Morena no ha hablado por hablar en esta campaña. Hay severos indicios de corrupción panista. Pretender lavarle la cara a Taboada solo lo ha ensuciado mucho más. Y sí, el PAN no es dueño de la idea de democracia.
Independientemente de que lo hecho por el IECM sea medida censora que encanta al PRI que candidatea a Taboada, acostumbrado a la censura, o al PAN que así busca distraer la atención de los graves sucesos que han venido presentándose en la alcaldía Benito Juárez bajo gobiernos panistas, de donde era titular el candidato Taboada, ciertamente que acallar referirlo por sus cuestionables actos coartando la libertad de los ciudadanos a informarse de pleno derecho acerca de todo personaje público por sus obras públicas y si estas tienen visos de ilegalidad, ergo que es su derecho el saberlo. No, nadie anticipa sentencias ni usurpa la función de dictarlas al hablar de Taboada, pero eso no quita hacer los necesarios señalamientos a quien aspira a un importante cargo público. Y contra eso no podrá el IECM. Y saber la verdad de un candidato es derecho primero que nada, de los ciudadanos. Los ciudadanos al centro. Taboada tiene la opción de no ser personaje público y autoridad. ¿Lo es? Que aguante vara.
No, nadie está juzgando ni sentenciando al personaje, como arguyen sus defensores, sino solo dando a conocer los hechos a que se atienen los ciudadanos si le votan.
¿Qué no se le involucre con el cartel inmobiliario? Bueno, eso no es cosa ni de morenistas ni de ciudadanos en general. Son las acciones de Taboada las que lo exhiben, nadie más.
La inconsistencias de su patrimonio, las marrullerías en que ha incurrido Taboada, la contradicción de su discurso suman a desprestigiarlo. Él solito y sus canchanchanes, nadie más, contribuyen a mancillar su imagen. Quién sabe cómo pretenda el IECM sancionar a los ciudadanos que lo tienen ubicado a Taboada como “Tajada” y “Tamboada”, apodos que denuncian lo que el PAN se calla: su mal proceder. Quién sabe cómo pretendan evitar lo que apareció de manera genial y plausible el jueves 25 de abril en el Paseo de la Reforma, entre el Museo de Arte Moderno y el Auditorio, donde los gallardetes con la efigie del cuestionable sujeto amanecieron con una pegatina prominente con la palabra “Corrupto” escritos en ellos. Uno tras otro, daban la imagen certera. En realidad, el candidato prianista debería de ser menos opaco, pues es muy opaco. Eso jamás gusta a los electores. Al tiempo.
La resolución censora del IECM llega demasiado tarde para evitar la mala fama del candidato Taboada. Tapar el sol con un dedo le resulta ya imposible al IECM y que los partidos que alcahuetean a Taboada, no canten victoria. Lo dicho, el descrédito a Taboada y por lo visto bien ganado por el sujeto, no lo revertirá las intentonas censoras de partidos como el PRI, que le encanta tenerlas. Y que sean las urnas las que den cuenta de ello.
Estamos ciertos de que, al menos, es incuestionable y no se podrá censurar que el señor Taboada, figura pública y en ejercicio público, es cómo se le califica, un impresentable. En su spot bravucón que ha enarbolado desde el inicio de esta campaña por la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, dice que los opositores se esconden y que tienen miedo. Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Está muy claro que el burro está hablando de orejas, y es él quien tiene miedo y se esconde y acalla opiniones contrarias y que lo exhiben, que son eso, opiniones expresadas en libertad, esa que él y quienes lo apoyan han demostrado que desprecian y eso los descalifica como demócratas y merecedores del voto popular. Por ello, es acertada la convocatoria de Brugada: que sea la gente la que lo señale. Ni modo que el IECM pretenda censurar a todos los ciudadanos. Carece de facultades para ello y para atropellar la libertad de expresión que, entre otras cosas, está legitimada para señalar corruptelas y está sujeta al parecer libre de los ciudadanos, máxime que hay tantos testimonios de la evidente opacidad que persigue y define al prianista Taboada y con él, al panista preso Von Roehrich y a otros señalados como Jorge Romero. Lo que uno no se explica es para qué los candidatearon. ¿Mucha necesidad de fuero? ¿les deben tanto?
Las campañas políticas son para exponer y exhibir, para contrastar y confrontar los datos y para advertir a los electores. Es el ahora o nunca y el IECM se equivoca de cabo a rabo protegiendo la imagen de Taboada. Que los ciudadanos lo cobren en las urnas.