Por ahí hay una luz de esperanza para que los gobiernos de las entidades federativas puedan adquirir vacunas contra el virus Covid-19.
Lo dijo ayer el gobernador de Yucatán Mauricio Vila Dosal en entrevista radiofónica. También lo mencionó el mandatario de Querétaro, Francisco Domínguez Servién; aunque con fabricantes distintos: Pfizer y AstraZeneca.
¡Qué buena noticia! Aun cuando en ambos casos implica ciertas condiciones.
Vidal Dosal, coordinador de la Comisión de Salud de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), indicó que luego de que Pfizer hizo una reconversión en sus plantas, generó la posibilidad de una producción mayor de vacunas, lo cual hace probable la venta a las entidades federativas.
Para distribuirse de abril a diciembre.
Y no sería un asunto contrario a las políticas del Gobierno Federal –uno de los obstáculos–, sino caminarían de la mano de éste para que las entidades federativas puedan coadyuvar al Plan Nacional de Vacunación, coordinarnos con la Secretaría de Salud a nivel federal.
¿Qué es lo que hace falta?
Que los gobernadores de los estados alcen la mano apuntándose para en conjunto adquirir las vacunas, conforme a su capacidad presupuestal.
Según la información que ayer circuló, los únicos gobiernos que hasta el momento han manifestado su intención de entrarle a la adquisición de vacunas contra Covid-19 son Quintana Roo, Sonora, Guanajuato, Baja California Sur y Yucatán.
Bien poquitos.
¿Cuántos más se apuntan? Éntrenle. Es más, este tema no solamente compete a los Ejecutivos locales, también las Legislaturas deben de cooperar haciendo lo necesario en el rediseño del presupuesto, empezando por aportaciones de los órganos legislativos.
Esos diputados federales y locales, así como presidentes municipales con intención de reelegirse en vez de repartir cuanta cosa inútil, éntrele con aportaciones en su respectiva entidad para juntar una bolsa de dinero para adquirir vacunas.
Pero ya, ¿eh? La salud de las mexicanas y de los mexicanos no puede seguir esperando a la buena voluntad de un solo orden de gobierno.
Incluso, si en las entidades federativas el Ejecutivo, mediante la dependencia competente, pide cooperación a la gente, ésta seguramente cooperará. Por ejemplo, diseñar a la brevedad posible un programa donde el gobierno aporte el 50% del costo de la vacuna y el beneficiario en otro 50%.
La gente lo haría. Vaya, la gente está gastando más en aplicarse la prueba Covid-19 y en comprar todo tipo de productos sanitizantes, que lo que invertiría en comprar la vacuna. Seguramente rompería el cochinito, vendería algo con tal de vacunarse contra el virus.
Todo es cuestión de organizarse.
Por su parte, el mandatario queretano Francisco Domínguez, informó que AstraZeneca ha manifestado su disposición de vender vacunas contra Covid-19 a los gobernadores de los estados, si en manera conjunta adquieren 20 millones de dosis.
Y él le va a entrar con la adquisición de medio millón de vacunas. El gobernador de Yucatán hará lo correspondiente.
¿Y los demás mandatarios?
Ya no es asunto de tenerle miedo al presidente Andrés Manuel López Obrador, sino de organizarse. Juntos, gobierno federal y gobiernos locales, pueden avanzar más rápido en una estrategia nacional de vacunación.
“Si logramos inmunizarnos rápidamente, estaremos en probabilidad que nuestra niñez y juventud regrese a clases”, dijo Francisco Domínguez. Y tiene mucha razón.
Y no solo eso, sino también empezaría a reactivarse la economía y a revertirse la crisis económica generada por la pandemia, aunque para ello el sector productivo necesita del acompañamiento de los distintos órdenes de gobierno de manera urgente.
En fin, a ver cuántos gobernadores le entran a la compra de la vacuna Covid-19. Ahí se verá cual es la prioridad de los mandatarios estatales.
RECULARON
Al gobierno federal no le quedó más que recular en la exigencia de pedir dos copias de la credencial de elector a las personas adultas mayores para tener derecho a la vacuna Covid-19. Ya lo anunció el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.
Bien, se dieron cuenta del error en una acción que les estaba generado un gran costo político.
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