Aviadores de la cultura HAC: capitán mil horas

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FOTO: Pedro Valtierra/CUARTOSCURO.

El Financiero / Martes 4 de agosto de 1992

Se trata de uno de los oficios más antiguos del sistema político mexi­cano: cobrar sin trabajar. Algunos reciben puestos, plazas y salarios por méritos en campaña, otros lo asumen camal posiciones políticas y no faltan los que apelan a este tipo de mecanismos mientras sale algo mejor. Sin embargo, hay quienes viven de las aviadurías para siempre y hasta llegan a jubilarse.

 

Héctor Aguilar Camín se encuentra entre estos últimos. En 1973 ingresó como investigador de la Dirección de Estudios Históricos y sigue apareciendo en sus nóminas hasta la fecha con un ingreso mensual de siete salarios mínimos. Durante casi 20 años, el director de la revista [A]Nexos, dueño de la editorial Cal y Arena, jefe de la Fundación [A]Nexos, responsable de realizar estudios pagados por el gobierno y ahora impresor de libros de texto gratuitos cobró un salario que no se reflejó en obra histórica y no cumplió con las normas de evaluación de su trabajo.

 

Al comienzo de los setenta, Enrique Florescano fue designado jefe del Departamento de Investigaciones Históricas del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Ahí le dio espacio académico a un importante número de escritores e intelectuales, quienes recibieron becas y plazas como ayuda para que escribieran libros y realizaran investigaciones de carácter histórico. En 1977, Florescano fue nombrado director general de INAH y ahí sostuvo a ese grupo de intelectuales, muchos de los cuales ya no realizaban investigaciones históricas, pero siguieron cobrando un salario mensual.

 

Aguilar Camín, licenciado en Comunicación por la Universidad Iberoameri­cana y doctor en Historia por El Colegio de México, participó como investigador hasta 1980, año en el que fue designado director editorial del Instituto de Antropología, pero manteniendo su plaza en e el Departamento de Estudios Históricos del INAH. A partir de 1982, Aguilar Camín se retiró formalmente de la investigación histórica y se metió de lleno al periodismo, la literatura y la política -en ese orden-, pero siguió teniendo su plaza en el DEH. A la fecha, el doctor Aguilar Camín sigue en las nóminas de ese departamento, aunque nunca va a cobrar porque sus múltiples ocupaciones no se lo se permiten, por lo que envía siempre a un propio que lo haga y firme por él.

 

Más que un problema personal, el de Aguilar Camín es un asunto político, debido a su cercanía a la presidencia salinista, a su papel como intelectual inorgánico del sistema, a la reciente concesión que le dieron al Grupo [A]Nexos del Canal 22 de televisión, a la posibilidad de que le entreguen el periódico El Nacional y a la lucha política subterránea por incluirlo en la lista de aspirantes p[r]iístas a la gubernatura de Quintana Roo, en donde nació en 1946.

 

A pesar de sus casi 20 años cobrando en el área de investigación histórica del sector educativo del gobierno federal, el doctor Aguilar Camín es autor de una sola obra inédita, un excelente estudio de la Revolución Mexicana en Sonora, titu­lado La frontera nómada (1977). En 1982 publicó un libro que recopilaba varios artículos históricos sueltos, bajo el título de Saldos de la Revolución. De 1982 a 1990, Aguilar Camín no publicó ningún libro inédito que justificara su plaza en el INAH, salvo sus dos más recientes obras: A la sombra de la Revo­lución Mexicana, escrito junto con Lorenzo Meyer, y Después del milagro, una recopilación de ensayos sobre la modernidad que prefiguraba ya el proyecto salinista de gobierno.

 

Entre 1977 Y 1990, el doctor Aguilar Camín publicó, eso sí, literatura: Con el filtro azul (cuentos, 1979), La decaden­cia del dragón (cuentos, t983), Morir en el golfo (novela, 1985) y La guerra de Galio (novela, 1991). En su doble trabajo de periodista independiente y de funcio­nario menor adscrito a una plaza del INAH, Aguilar Camín recibió el Premio Nacional de Periodismo en 1986 y prácticamente a partir de entonces se ha convertido en una especie de coordinador general del jurado que otorga ese pre­mio, señalando virtualmente quién debe recibirlo y quién no.

 

Junto con Florescano, Aguilar Camín fundó en 1977 la revista Nexos. En 1982, al ser nombrado director del INAH, Flo­rescano renunció a la dirección de la re­vista y en su lugar quedó Aguilar Camín. Ahí comenzó el verdadero despegue de Nexos como grupo intelectual y políti­co y de Aguilar Camín como jefe de ese grupo, una especie -al estilo francés- de mandarín cultural, coincidiendo preci­samente con su vinculación estrecha e inorgánica -porque no ha aceptado más aviadurías que la que ya tenía en el INAH- con el salinismo.

 

Y realmente ha sido un grupo con suerte. A la inauguración de su editorial Cal y Arena asistió el presidente Salinas de Gortari como invitado de honor. Además, la Fundación [A]Nexos ha recibido contratos para la realización de estudios, entre ellos varios sobre el sector educati­vo. La Fundación del doctor Aguilar Ca­mín recibió el contrato para imprimir una buena cantidad de libros de texto gratuitos por varios miles de millones de pesos, cuya primera remesa, por cierto, será entregada precisamente hoy martes. Y qué decir del Coloquio Pronasol o Coloquio de Invierno, que se realizó con el patrocinio de instituci6nes ofi­ciales y gubernamentales. Finalmente, la designación de Gilberto Guevara Niebla como subsecretario de Educa­ción se entiende como una posición del Grupo [A]Nexos.

 

En todos estos años, el doctor Aguilar Camín ha mantenido su plaza en el INAH, una institución de alta cultura que, de acuerdo con documentos inter­nos, aparece casi como un hangar cultu­ral del Grupo [A]Nexos. Si las cosas continúan unos cinco años más, Aguilar Camín podrá jubilarse de un centro de estudios históricos bajo cuyo patrocinio ha escrito nada más un libro.