Será esta la 4ta entrega en la que hablamos del espinoso oficio del “espionaje”, y vale decir, la dinámica provocada por ese ríspido tema es motivo
activada por el desprendido ejercicio de Liddell Hart, él nos abrió las puertas de la vitrina tenedora de los 100 libros, todos tratantes del tema en comento y algunos otros tomos afines; así la explosión de curiosidad derivó en estos “patrullajes”.
Ahora, en aquellas “entregas” como también lo haremos en esta, usamos de raport, historias y/o leyendas ligadas a la idea base.
Así, antes de desglosar lo desglosable hablamos de los libros escritos por Mixtli durante la pandemia y dejamos por sabido lo importante de tener en el buró la obra de Carlos D Gaytán Ochoa; también, en algún momento detuvimos el proceso de “enlistar” para dar espacio al oportuno apunte de un “principal” de la oblonga mesa. Osman Galo W, movido por el asunto de las “numeralias” explicó con detalle algunas ideas de Issac Asimov. Sea entonces.
Y seguimos revisando las apostillas de los 100 libros que, a decir de Liddell Hart, un aprendiz de bru…perdón, de espía debe leer. Iniciamos este bloque con.
31. “Mossad” de Gordon Thomas. En una sola frase el autor refleja la filosofía de “una de las organizaciones de inteligencia más poderosas y misteriosas”: “La legalidad de lo que sucedió depende de cómo se mire…”.
32. “Servicio secreto de Israel” de Eliezer Strauch. El autor centra su tesis en la obsesión de un país por vengar a sus correligionarios en la fé al señalar: “Los criminales de la Segunda Guerra Mundial que victimaron a nuestros padres, hijos y hermanos y que lograron escapar de la justicia, no descansarán”, el clásico “ojo por ojo y diente por diente” bíblico. Además señala uno de los yerros más comunes de una Inteligencia hecha al vapor: “El recabamiento de información funcionó a la perfección. Lo que falló fue la interpretación de los datos que transmitiera la red de informantes”; es decir, el análisis de la información para obtener datos de Inteligencia. La inteligencia debe de ser, además y por sobre todo…inteligente.
33. “Ultrasecreto. La gran revelación de la segunda guerra mundial” de F. W. Winterbotham. El autor nos relata sobre “la más secreta fuente” de Churchill y los aliados (la máquina de cifrado Ultra) y, entre líneas, demuestra el por qué Hitler no venció a Inglaterra, permitiendo la evasion de Dunkerque y el fallo de la Luftwaffe al atacar la isla: “Gracias a mis encuentros personales con Hitler supe cuál era su creencia básica: la única esperanza para conseguir un mundo en orden residía en que este fuera regido por tres poderes superiores: el Imperio Británico, las Grandes Américas y el nuevo Gran Reich alemán”. Bueno, si le hubiéramos hecho caso a don Adolfo, la locura del socialismo utópico no hubiera enraizado en la URSS ni en la China de Mao, en los Jemeres Rojos de Camboya, en la mente de los seguidores del senador Joe McCarthy ni en los ideologizados jóvenes ultra feministas de tercera ola del hoy.
34. “La ciencia de la guerra” de George W. Gray. El autor nos habla de “las batallas silenciosas”, que libra la ciencia. Se trata de una obra apologética de la guerra centrándose en los avances cientifico- tecnológicos a los que fuerza la guerra, o su posibilidad, para ser ganada por uno y otro bando, incluyendo además la posibilidad de “investigar también las causas de la guerra y los medios para neutralizarlas o controlarlas”.
35. “En el nombre de Satanás” de Hans Habe. Habe sí sabe y nos habla en su historia novelada de don Satanás (en el siglo llamado Jorge Droste) un mitomano que uso su condición médica para convertirse en gran espía en servicio de las potencias occidentales de 1947 a 1955
36. “Halcón” de Gary Jennings. El entrañable Gary con su peculiar estilo (Azteca y sus secuelas, Lentejuelas, El viajero, etc.) en esta novela épica nos cuenta las aventuras del godo Thorn, hermafrodita convertido en espía ubicuo (lo mismo se desempeña en la cama como mujerzuela espía que como hombrezuelo espía, el ideal de todo buen otacusta que se precie), desde su desfloración en sendos monasterios (en uno como mujer y en el otro como hombre) hasta causarle la muerte a un diplomático justo cuando tocaba éste la puertas del cielo en un orgasmo liberador, haciendo realidad su filosofía: “…en la vida que tendría por delante jamás sería víctima del amor por otro ser humano. Como no era varón, no podía realmente amar a una mujer; y, como no era mujer, no podría amar a ningún hombre. Estaría siempre libre de vínculos afectivos, lánguidas ternuras y degradantes servilismos amorosos”, fuchi, guácala. Eso es lo bueno de la obra, lo malo es que sólo contiene 965 páginas.
37. “La charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México” de Sergio Aguayo Quezada. Excelente manual de cómo un país puede bien hacer pésimamente mal las cosas en el terreno de la inteligencia y contrainteligencia, desde 1918 con Carranza hasta Fox y Marthita Asegún de Fox, ventilando a su paso los abusos de los ciudadanos vestidos de águila y estrellas, impunes hasta ahora, claro, no vaya a ser que si los denunciamos y encarcelamos se lastime la imagen del Instituto Armado, no lo quiera Dios. No debemos permitir que la ciudadanía siquiera piense que sus Fuerzas Armadas están “lideradas” por una Cúpula Crápula. Santa Panocha no lo permita.
38. “Los informes secretos” de Carlos Montemayor. El autor “ilustra el modo en que operan tanto los movimientos clandestinos como los dispositivos de coerción del Estado”, nos comparte datos como aquel de que David Alfaro Siqueiros servía a la KGB (tal vez por eso surgieron después los Litempo, será don Echeverría?).
39. “El Ejército Mexicano” de Gloria Fuentes. Obra que está en mi biblioteca por el solo amor físico que le tengo a los libros y porque creo en el derecho de todos para decir, o escribir, hasta insustancialidades. Quién se aventó el prólogo? Un señor general, faltaba más, faltaba menos. Y quién fue este ínclito ciudadano “verde”? Nada más y nada menos que don Alfonso Corona del Rosal, un águila con estrellas que por entonces cubría la cuota de poder establecida por el Ejército Mexicano después de “aceptar” ser excluido por Cárdenas (?) de las fuerzas “vivas” del PNR, PRM, después PRI. Pero eso sí, la Hacienda llamada SEDENA continúo a su cargo. Qué tanto es tantito, hombre?
40. “Chacal” de Frederick Forsyth. Entre sus lindezas esta historia novelada de inteligencia relata la participación del crimen organizado con el gobierno, tomando como telón de fondo los atentados planeados para acabar con la vida del general y presidente francés Charles De Gaulle.
Y si que el anterior bloque de “libros” alimenta el espíritu de aquellos “seres de inteligencia”. Bien por ese que dejó abierta la vitrina cama de esos 100 libros.
Lo decimos de nuevo, el perfilador, es decir, el proyectista, además de tener sus sentidos afinados ha de ser la mar de culto. Sea que se empleé para fines militares sea para que aterrice en tópicos de “Mercado”.
Último patrullaje.- vaya sólo un apunte lanzada igual que la flecha al viento.
El intento de asesinato contra la persona del gringo más gringo del mundo fue 1.- terrorismo doméstico 2.- perpetrado por un Blanco Ario Sajón y Protestante (WASP) 3.- !SI fue la intención matar! 3.- the Secret Service NO comete errores de ese perfil. 4.- cuidado con la generación de atmósferas de “imitadores”Haremos un análisis más a fondo.
Balazo al aire.- ahondemos.
Greguería.- la enorme “diana” de un rozón.
Oximoron.- la paz del peligro.
Haiku.- te extraño. Aún cuando,
párpadas caen,
!los abro! Y, !te veo!