Andrés Manuel López Obrador asumió la Presidencia de México el día uno de diciembre de 2018; cuatro meses después de haber ganado las elecciones de manera contundente e inobjetable. Ni por donde impugnarlo con tan arrolladora votación de dos y de tres a uno.
Fue un tsunami electoral; AMLO obtenía alrededor del 53% de la votación contra el 22% de su más cercano competidor, el panista Ricardo Anaya Cortés de la coalición “Por México al Frente” (PAN-PRD-MC), y contra el 16% obtenido por José Antonio Meade Kuribreña de la coalición “Todos por México” (PRI-PVEM-Panal).
Nunca en la historia reciente de México había ganado la elección un personaje de “izquierda” y menos con tan abrumadora votación, con un partido con apenas cuatro años de creación: Morena, aliado con el PT y el PES en la coalición “Juntos Haremos Historia”.
Además con un efecto carambola en el resto de las elecciones federales y locales celebradas al mismo tiempo: Senadores, diputados federales y locales, concejales a los ayuntamientos y alcaldías. En una jornada electoral el país prácticamente cambió de color.
En resumen, López Obrador llegó a la Presidencia de la República con una legitimidad incuestionable, con un poder casi absoluto al contar con la mayoría en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión y alcanzable en el Senado.
Representó la antítesis de los mandatarios que llegan con raquítica votación y en el ejercicio del poder deben legitimarse.
A AMLO, tras la elección, le sobraba legitimidad.
Tenía todo para multiplicarla y convertirse en el Presidente de México más carismático en la historia del país; el más benefactor de los sectores socialmente vulnerables, pero al mismo tiempo también del sector productivo; el más prudente ante los adversarios, el de la sabiduría para escuchar, el conciliador, el pacifista, el de la reconciliación.
Sin embargo, en los dos años y cuatro meses que va de su gobierno AMLO se ha dedicado a todo lo contrario, con excepción de su estilo de benefactor de los sectores vulnerables vía programas sociales, aunque también están en tela de juicio porque han ensanchado la brecha de la pobreza en vez de disminuirla.
Los ‘asegunes’ sobre la pobreza y programas sociales no provienen de textos periodísticos, sino lo dicen estudios de instituciones prestigiadas.
En fin, el caso es que entrando a los tres años de su mandato, Andrés Manuel López Obrador transita de Presidente legítimo a Presidente deslegitimado.
Todos los días hace algo para abonar a la deslegitimación de él y a la división del país. Y desde que asumió el poder nunca se ha dado a la tarea de impulsar la unidad nacional, la reconciliación entre mexicanos y mexicanas.
Por el contrario, sigue con su discurso de encono, incendiario; para él todo lo malo de su gobierno, lo provocan los “conservadores”; hasta la marcha de las mujeres. Ellos están atrás de las movilizaciones femeninas, considera.
Trata a las mujeres como entes sin raciocinio, como cosas manipulables.
Que triste.
En su gabinete hay mujeres pero seguramente siguiendo la moda o normas de paridad. Sin embargo, con ellas el trato es algo distinto que con los varones del gabinete.
Es más, hasta para la sucesión presidencial parece foguear a varones que a mujeres; aparece con frecuencia junto al canciller Marcelo Ebrard; con el líder del Senado, Ricardo Monreal, y más recientemente con Mario Delgado cuando todavía no era presidente del Comité Nacional de Morena.
Por cierto, ¿por qué no impulsó una mujer como presidenta nacional de Morena? Yeidckol Polevnsky Gurwitz siempre fue la secretaria general del partido, la cual se quedó como encargada del despacho de la presidencia morenista cuando AMLO se lanzó como candidato presidencial en 2018; nunca fue la titular.
Yeidckol lo defendió sin tregua; en justicia debió corresponderle legítimamente la presidencia de Morena; en todo caso, Citlalli Hernández. Pero en política todo se acomoda cuando hay dados cargados y, ¡zaz!, resultó electo Mario Delgado.
En fin, ¿por qué el presidente trata con desdén a las mujeres? ¿Por qué menosprecia los movimientos feministas? Las imágenes vistas este 08 de Marzo alrededor de Palacio Nacional son impropias de una gobierno de izquierda, demócrata, pacifista, que está del lado del pueblo.
Feministas, y mujeres que nos son feministas, también votaron por él en 2018; y de todas las clases sociales. ¿Por qué las desprecia ahora?
Claro, oficialmente apareció en fotografías rodeado por mujeres afirmando que su gobierno “garantiza la libre manifestación y no represión.” Entonces, qué significa la corretiza y el gas lacrimógeno a las mujeres que este lunes se manifestaron en contra de los agresores de mujeres.
Mal signo.
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