No se necesita cursar una carrera académica de Ciencia Política para entender las más elementales bases de su ejercicio. Si nos introducimos a la democracia veremos que se abren diversas opciones de pensamiento, ideologías dispares que confrontan ideas y proyectos y que son difundidos ante la ciudadanía para ir decidiendo destinos y compromisos. Existe constitucionalmente el libre ejercicio de asociación, de expresión y de manifestación y se garantiza el derecho a la seguridad, la salud, la vivienda, la alimentación y por supuesto, la educación. Se van conformando grupos políticos que suman adeptos, militantes, simpatizantes. Se determinan tiempos para elecciones libres y secretas. Se ganan y se pierden espacios. Se fortalece el cuerpo legislativo, el judicial y se elige al Ejecutivo Federal. Todo bajo reglas, bajo disciplinas y orden. Pero existe el lado oscuro de la diatriba: la mentira, la estafa, el engaño, la interpretación de las leyes, el sabotaje, la manipulación e incluso el uso indebido de atribuciones y presupuestos. De eso sabe y bien el presidente. El ha actuado durante su vida política al choque, a la confrontación y al desgaste, ahí está su biografía. Bloquear, secuestrar y atentar contra propiedad federal es un delito y él lo hizo con zonas petroleras nacionales. Su dimensión fue creciendo en relación a los bloqueos en vía pública y a acusaciones, muchas sin fundamento. Creó una estrategia de desprestigio de los demás argumentando fraudes y corrupción pero salto de un partido a otro sólo para cumplir sus ambiciones personales y de un grupo incondicional que mantuvo en la nómina y financiamiento. Se auto proclamó de izquierda para vincularse con activistas radicales, detonadores de plantones y simuladores de cambio. Hoy son cercanos en su gobierno. Jugó con sobrenombres, epítetos, descalificaciones e insultos que aún son su plataforma recurrente para ganar adeptos. Su participación en los debates con contrarios no fue para sumar sino para determinar su postura irrevocable, supuestamente intachable y promover cambios imposibles que nunca ha cumplido ni cumplirá. Sus desatinos los convierte en excusas. A presidentes en turno les colocó apodos: el innombrable, chachalaca, Borolas… a los demás, conservadores, fifis, neoliberales, mafia. amlo decidió torpedear las Reformas de este país, no las de Peña Nieto, todas. Hablo de desfalcos, de incompetencia, se auto proclamó presidente legítimo porque nunca reconoció la voluntad social/electoral mientras no le favorecía. Y qué pasa hoy?. Ya como mandatario se esconde en el engaño de la victimización. No le gusta que le apliquen las acciones que el promovió y fortaleció. Todos están en su contra, todo es un compló. Está distanciado de todo grupo económico, político, religioso, social y político que no le rinda pleitesía. Recibe únicamente a quienes le alaban y aplauden. Ha descalificado a empresarios, condenado a políticos, menospreciado a periodistas, a las mujeres agraviadas les escupe un “ya chole”, a quienes tienen éxito los etiqueta como fifis. No ha entendido que existe división de poderes y la formación cotidiana de la opinión pública. Todos tenemos derecho a debatir con respeto no bajo sus reglas, condiciones y calificativos. Tendríamos que suponer que debe estar preparado para alentar el intercambio sano de ideas y saber escuchar reclamos, propuestas de satisfactores e incluso discursos antagónicos a lo que piensa o decide. Un mandatario que impulse convicciones comunes, que reconozca talentos y creatividades. Todo lo que ha representado hoy lo rechaza. No permite manifestaciones, construye barricadas, dice que no utilizará a la represión como ejercicio de poder y así lo ha hecho en la vía pública con sus opositores y la Guardia Nacional con los migrantes. No sabe leer a los comunicadores, los desecha. Entonces, porque pide lo que nunca otorgó? Por qué promete lo que no cumplirá? Por qué impone si habla de democracia? Por qué no debate si señala hay entendimiento? Por qué se obstina en no cumplir protocolos sanitarios si expone a la población a la muerte? Por qué no reconoce sus errores y enmienda? Piensa que por ser él, estar él y mandar él nadie debe pensar distinto. Y eso es engañar. Nunca antes se había registrado tanta violencia desde la presidencia hacia los demás, incluyendo a los gobiernos autónomos y a los gobernadores que atienden a sus entidades. Nunca antes se había humillado tanto a las Fuerzas Armadas. Jamás habíamos registrado tanta negación y desafió a las mujeres ni arrebatado derechos a los niños enfermos. Hacer creer que vamos requetebién es un engaño como también el que todos somos culpables menos él. Las consecuencias de la división social y política son palpables y la economía no repunta por sus desatinados populismos de la austeridad. Aquel que cerró Reforma hoy cancela la posibilidad de escuchar en el zócalo al pueblo porque lo bloquea con murallas. Aquel que convenció de la imprudencia de otros gobiernos, libera delincuentes o come con ellos. Calla y condena a quien lo cuestiona incluso a periodistas, medios de comunicación y gobiernos extranjeros, y eso es un engaño. Nosotros los mexicanos estamos impedidos a ingresar a otras naciones por las pésimas disposiciones sanitarias por la pandemia. Pero aquí nos dicen que estamos dando ejemplo mundial y que tenemos al mandatario, el tercero, más reconocido en el planeta. Repito no se requiere un doctorado en Ciencia Política para entender, evaluar y participar.
Conductor del programa Va En Serio MexiquenseTV canal 34.2