El Guerrero que espera a Salgado Macedonio Narco, pobreza, violencia, corrupción…

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Los análisis políticos sobre la candidatura a gobernador guerrerense del priísta-perredista-morenista Félix Salgado Macedonio se han centrado en el menor de sus problemas: las acusaciones y procesos legales por acoso sexual, violación y violencia de género. Sin embargo, no llegaría a gobernador un estado que requiriera de respeto a la equidad y derechos de género, sino a una zona considerada ya como Estado fallido.

La lista de problemas es enorme: narcotráfico, dominio de cárteles, violencia de bandas delictivas vinculadas a otros delitos, cacicazgos criminales, represión social, guerrilla reactiva, grupos sociales armados, desorganización social, asesinatos, secuestros y mucha pobreza crónica. Y se trata de una entidad con enormes riquezas: playas, propiedades, siembra de droga y recursos naturales.

Guerrero fue una zona explotada por el PRI a través de caciques. Como respuesta a la represión social nacieron ahí tres guerrillas importantes: la de Lucio Cabañas, la de Genaro Vázquez Rojas y la del EPR. Además, los caciques han formado guardias blancas armadas que operan con la complacencia de las autoridades.

En 1999, como parte de la lógica del agotamiento del ciclo PRI, arribó a Guerrero el PRD como partido de relevo, sólo que con cuadros forjados en el PRI: Zeferino Torreblanca había sido aliado priísta como empresario y su rebeldía llamó la atención del PRD de Los Chuchos. El PRD entró al gobierno estatal por el camino corto de la alcaldía en Acapulco con Torreblanca en 1999 y en el 2005 se formo la mancuerna de poder de Torreblanca y el alcalde acapulqueño perredista Félix Salgado Macedonio.

De 1999 a 2008 en Acapulco y de 2005 a 2015 en el gobierno estatal, el PRD con Salgado en la alcaldía y Torreblanca y el expriísta-neoperredista Angel Aceves Saucedo tomaron el control político del estado, una época en la que el crimen organizado y la violencia se asentaron en la vida cotidiana. La crisis estalló en septiembre de 2014 con el secuestro y presunto asesinato de 43 normalistas de Ayotzinapa en un suceso marcado, hasta donde revelan datos verificables, por las bandas de narcos.

La vida policía guerrerense de 1999 a 2015 fue penetrada por el crimen organizado. En la gestión de Salgado Macedonio de la alcaldía 2006-2008 los cárteles de los Beltrán Leyva, Guerreros Unidos, los Rojos y la Familia Michoacana, entre otras bandas, se posesionaron del control criminal de la entidad, sin que las autoridades del PRD pudieran o quisieran hacer algo para impedirlo.

El analista Camilo Pantoja revela en su investigación “La permanente crisis de Guerrero” tres etapas en ese periodo: la primera de 2005-2009 con la llegada de Los Zetas y La Familia Michoacana, la segunda de 2008-2009 la entidad padeció la guerra por la plaza estatal y acapulqueña del Cártel de Sinaloa del Chapo Guzmán y sus exaliados Beltrán Leyva y la tercera 2013-2015 con la guerra de todos contra todos.

Otros análisis revelan que dos hechos contextualizan esta situación: las bandas criminales no pueden asentarse en una plaza sin la complicidad de autoridades locales municipales, estatales y hasta las federales en la zona; y fueron años de dominio político del PRD en la élite gobernante local, la cual después se pasó a Morena.

Hoy Guerrero está atravesado por la guerra entre el Cártel Jalisco Nueva Generación, lo que queda del grupo de los Beltrán Leyva, las bandas sobrevivientes de Los Zetas, el Cártel de Sinaloa del Chapo vía sus hijos, y una veintena de bandas armadas que controlan parcelas de siembra, procesamiento y tráfico de drogas, con conexiones directas a los cárteles asentados en el territorio estadunidense de Chicago.

Y a esa lacra criminal se une la descomposición social, la radicalización de grupos, la violencia estudiantil que confronta a la autoridad, la violencia social de los que no tienen nada y sólo tienen la fuerza como expresión de protesta, la organización autónoma de grupos de defensa que suelen articularse a los cárteles y bandas y, de manera sobresaliente, el abandono federal en que está Guerrero sin que exista algún plan de rescate de la entidad y de construcción de bases del desarrollo.

Las candidaturas de los diferentes partidos al gobierno estatal y a las alcaldías desde finales del siglo pasado han obedecido a un reparto de cuotas de poder. Quien llegue a esas posiciones de poder carecerá no sólo de soluciones, sino que esa ignorancia de las salidas tiene que ver con la carencia de un diagnóstico de la crisis social en el estado.

Al final, será igual Salgado o cualquiera en el gobierno estatal y en los mandos municipales. Nadie ha reflexionado sobre una propuesta social, política, institucional y de seguridad para la entidad. Guerrero sigue su camino de estado fallido a zona territorial no-viable.

indicadorpolitico.mx

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