2021: Reelección de diputados federales. Mitos y límites

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La posibilidad legal antes que política de la reelección de los diputados federales, es una de las novedades de las elecciones de 2021. Unas elecciones a las que el INE no está respondiendo en materia sanitaria como cabría y con lo caro que nos resulta.

Es que claro, el INE está más preocupado por cuidar amparos de Lorenzo Córdova para proteger y no bajarse su sueldazo, que en realmente lanzar unas medidas sanitarias en pro de los ciudadanos, que sean pensantes y acordes a la cantaleta de ser las elecciones más grandes de nuestra historia, que serlas no es precisamente garantía de mejores ni de grandes resultados y es para engañabobos el eslogan, ya que como va la población incrementándose y el número de electores, las de 2024 o las de 2027 serán a su vez las más grandes de la historia. O sea, propaganda hueca.

Antes de retornar al tema de los diputados, dígase clarito y contundente: las medidas del INE en materia sanitaria limitadas a gel, 2 electores por casilla, cubrebocas y llevar tu propia pluma, son de pena ajena y limitada eficacia ante el volumen de personas esperado. Se quemaron las pestañas pensándolas. ¡Qué bárbaros! ¡unos genios! Tantas elecciones en el mundo bajo pandemia y no haber aprendido de ellas ni articulado mejor propuesta. Es lo que deja hacerle a la chillona atendiendo solo otros asuntos.

Pues bien: que los diputados puedan reelegirse será si los electores lo quieren. No si a los analistas les cuadra. Eso ya es una enorme diferencia. Que si bien les va a los candidatos con sus partidos, sus adversarios correligionarios y con los electores –de haberlos apoyado en sus demandas– y por su vida misma, pueden quedarse 12 años máximo, continuos, de 3 en 3, pese a que hoy no parece una medida muy debatida en México. Y si bien voto obligado de por medio,  la Constitución es clara en los requisitos para ser diputado, los autores de la reforma de 2014 fueron bastante omisos en determinar si debían o no de renunciar al cargo para lanzarse de nuevo por el mismo cargo y fue bastante omisa la camarilla que aprobó aquello –se nota que por torpeza, no por cálculo– en distinguir a quienes reelegir: si solo a los distritales o meter a los pluris. Pues hete aquí que los pluris se apuntan y la verdad, no debería de corresponderles y no por no ser diputados de distrito y voto directo contable e identificable, medible a su desempeño para determinado número de electores juzgándolos cual su derecho.

Después de todo y dicho sin ambages, el pluri llega de a dedo en las listas y de rebote a los votos obtenidos por su partido. Los ciudadanos no lo eligen directamente y todos lo sabemos. Que sí, que lo de a dedo lleva cabildeo y tal, pero de a dedo a fin de cuentas y eso es lo que siempre ha sido su representatividad y no nos vamos a contar historias. Aunque abonen a obtener votos, los plurinominales invariablemente no enfrentan a los electores como sí lo hacen los distritales. No hay forma de que hagan campaña de la misma forma. Así de sencillo. Y para calmar conciencias, dígase: sí, hay unos muy capaces. Ese es otro rollo.

Ahora bien, cuando finalmente se aprobó en 2014 esa reforma en pro de la reelección de diputados para operar desde 2018 y en esas estamos, ya estaba muy mentalizada su procedencia y el no peligro de instrumentar la medida. Y ya estamos en la búsqueda de la primera reelección, pese a que en su día salió a la luz aquello de si imponerla nos regresaba al Porfiriato o que desincentivaría la ebullición natural por nominaciones renovadas cada 3 años en los partidos políticos al nominar candidatos o que reelegir implicaba desatender ciudadanos al verla una “segura” de quedarse.

Desde luego hoy desestimemos esa idea extraviada de que en México hubo reelección y que era indirecta. Si se interrumpe no te reelegiste, regresarás al puesto en otra legislatura pero eso no es reelegirse. Decir que sí es como la mafufada priista de hablar de “gabinete ampliado”, una figura legalmente inexistente salvo en la cabeza de los que se sentían parte de. De risa.  Es que a fuer de repetirlo, la gente se confundió.

El mito más grande y más explotado por los opositores a Morena, es que la reelección la impuso Morena. Qué burda es la oposición mientras se sirve del beneficio de poderla aprovechar y qué tontos los que se han tragado ese bulo. En 2014 Morena no tenía representación legislativa, no pudo ser la impulsora de la posibilidad de reelegirse y en 2021 a juzgar por las cifras reportadas de buscadores de reelección en la actual contienda electoral, 434 de 500 diputados la buscan, 163 no son de Morena ni de alianzas ligadas a ella. Bastantes que no son morenistas apuestan por reelegirse en 2021  como para demonizar al partido que no impulsó ni aprobó la medida. Y la aclaración no sobra porque ese ánimo permanente de desencaminar a la opinión pública merece estrellarse de tanto en tanto con la verdad. Y es el caso.

Como la reforma de los opositores a Morena hecha en 2014 es deficiente al restablecer la reelección, no establece claramente si los que pueden aspirar a ella son solo los diputados de distrito, deja vaguedades con los suplentes, y que se supondría que sí y solo los titulares. O acaso los dos. Pero no, estamos en un “café para todos”.  Con todo, 261 de los 300 diputados uninominales buscan reelegirse y además, 173 de representación proporcional, lo que implicará ocupar el mismo sitio en la lista porque si no, dependiendo de los votos recibidos por su partido, se quedarían fuera del Congreso si se produjeran variables significativas de votos en pro de sus partidos.

Es evidente el jaloneo como para suponer que dejarían las listas plurinominales de 2018 quietas, si es que eso es posible, dado que cada lugar en ellas es peleado como gato panza arriba por el candidato ahí inscrito, valorando peso, méritos, trayectoria y color de ojos, que todo vale al final de cuentas, como para que les vengan con que: ustedes se reeligen (y todos los demás meritorios en espera, se aguantan) en una idea torcida de interpretar la Constitución. Pero es lo que hay. Total, que pese a su razón de ser y da para otro artículo, los plurinominales –los sabemos– desde el Derecho, la Ciencia Política y lo que haga falta, son de a dedo y basta saberlo, que jurídicamente ya sabemos igual que su desempeño, voto y firmas valen tanto como las del uninominal y eso también lo tenemos claro.

Ahora bien, a diferencia del Porfiriato, los electores de hoy están más participativos, reclamantes, atentos, vigilantes. Y desde luego que hay de los otros.  Y eso marca una enorme diferencia pues van a  ponderar. A ponderar continuidades. No vasta decir un “ya llegué” que con reelección y sin ella, no te vale como lo suficiente para ganar la curul. No sabemos si todos los aspirantes lo tendrán claro. Y los analistas. Además, quiérase que no, cuenta el peso de los electores. Recordemos, no los desestimemos en los análisis. Y eso implica valorar el desempeño del diputado para irles a buscar el voto otra vez, que no a ver la cara de nuevo. Buscársela sí, vérsela, está más difícil. Y como se apuntan a la reelección de todos los partidos, el tema se torna muy interesante, porque ningún partido puede decir: el de enfrente se agandalla la oportunidad o no trabajó. Eso que lo digan los electores y más de un partido y sus simpatizantes se va a estrellar en las urnas el 6 de junio.

Déjese usted que las encuestas favorezcan o no a Morena, ya que es insondable saber si de verdad retendrá por sí o por alianzas la mayoría que le dieron los electores en 2018. Pero lo que sí está más claro son dos cosas. Los mexicanos por primera vez y a lo gringo, deberán sumar un resultado más en los números obtenidos en las elecciones: saber cuántos iban por la reelección y cuántos realmente la obtuvieron. Importa porque eso mide capacidades personales y futuras aspiraciones políticas de todos y como nunca antes. Los análisis superficiales y de respuesta sacada de la chistera de que “todo es político” o “así es la política” y cosas de esas, ya no caben. La competencia electoral tiene hoy tintes distintos, empezando por esa idea ventajosa de no renunciar al cargo para lanzarse de candidato –si el partido lo permite, que eso no se dice y debe decirse ya que no basta querer reelegirse– y que no renunciar al cargo fue aprobado por todos los partidos. Así que nadie acuse a Morena de exclusividades.

Lo que nadie sabe es que harán 3 años más los reelegidos. Futurismos no valen en esta columna y es ocioso adelantar lo que no nos consta; y usted sabe que nos abstenemos de vender humo. Aquí no.