Hace años que dejé de lavar sistemáticamente dientes y encías en espera de que su degradación acabe con ellos, los pudra y los haga caer. Porque quiero evitar que sigan noche tras noche desangrando cada sueño a dentelladas.
Esta noche el sueño es hermoso, tan hermoso como el olor de los alcatraces ya marchitos. Como la visión de un campo de girasoles muertos; como lirios ahogados en su propio desierto.
Esta noche entro al panteón de mis desvelos, el mar de los eternos me abre sus puertas. Veo los sarcófagos navegar a las criptas como puertos donde las blancas lápidas brillan contra el cielo.
Entro al camposanto empujado por el viento, yo que siempre he buscado tesoros sin encontrarlos esta vez espero alcanzar el más preciado. Está aquí, en su justo lugar, sé que está aquí, como esperando.
Y yo escarbo con palas y picos con cucharas, con sartenes y con vasos, con instrumentos rotos: Escarbo con los ojos, con orejas y con manos. Succiono la tierra a respiros fríos y prolongados; aparto con los labios troncos, piedras y gusanos.
Finalmente, ya exhausto descubro en el fondo de aquel agujero el polvoriento cofre del tesoro. Ansiosamente aparto los estorbos y extraigo el pesado ataúd de las entrañas de la tierra.
Con un temblor incontrolable abro el vacío cajón y triunfante me introduzco.
Cierro la tapa Me ciño exacto la oscuridad de ese vientre y comienzo a soñar el sueño eterno de aquel cuarto inmenso con un piso repleto de cristales estrellados.
@OSKRgcm
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