A tres semanas de las elecciones intermedias, en Tabasco nadie puede negar que el candidato priísta Andrés Granier Melo “va ganando” la campaña. Esto es, que ha dado más “golpes espectaculares” para dispersar en forma artificial la percepción de que será presidente municipal, como ya lo fue en el trienio 2000-2003.
Sin embargo, los que saben de elecciones aseguran que no es lo mismo “triunfar” durante el proselitismo que imponerse el día de las votaciones.
Vaya, más allá de la popularidad de un candidato, que si bien es determinante no es lo único que cuenta, existen otros factores que inciden en el resultado.
“Una elección se puede ganar o perder el día de las votaciones con la movilización de la gente”, dice un experimentado operador político ahora en la banca, y subraya que la movilización de los seguidores y el dinero van de la mano.
Una elección para alcalde capitalino cuesta, por lo menos, 50 millones de pesos para efectos de activar la maquinaria de defensa del voto el día de la jornada y para la logística de los grupos de apoyo, revela.
Señala como el mejor ejemplo, y como el caso más reciente, el proceso de 2015 en que competían por la comuna capitalina a mitad de sexenio del tristemente célebre Arturo Núñez Jiménez, el priísta Evaristo Hernández Cruz y el perredista Gerardo Gaudiano Rovirosa.
Una encuesta contratada antes del cierre de campaña por el CEN del PRI, a cargo del mexiquense César Camacho Quiroz, arrojó entonces que el abanderado del Revolucionario Institucional aventajaba con nueve puntos al del sol azteca.
Pero el día de la jornada, Centro amaneció con la sorpresa de que camiones de volteo habían bloqueado con bultos de arena las entradas a las casillas donde el PRI siempre ganaba, mientras en otras la Policía había irrumpido en las primeras horas para desalentar a los potenciales votantes.
Conviene mencionar que en aquel año, el gobernador de Tabasco mantenía mejores relaciones con el presidente Enrique Peña Nieto y la nomenclatura priísta que con el negriamarillo y con Andrés Manuel López Obrador.
Esto es, Núñez operó para no perder la capital a mitad de su gestión.
Como antecedente, una semana antes de las justas la dirigencia nacional tricolor cortó de tajo los suministros económicos que le enviaba al candidato Evaristo Cruz, con lo que ya no se pudo pagar a los representantes de casilla ni hubo recursos para activar a los simpatizantes.
Otro dato histórico que apunta a que la capital nunca se pierde en unos comicios intermedios es el proceso de 2003, cuando el Revolucionario perdió en 12 de 17 ayuntamientos y la mayoría en el Congreso local, pero retuvo la capital Villahermosa.
En síntesis, una jornada electoral intermedia es una lucha de estructuras y recursos, más que de candidatos.
La defensa del despacho de la Plaza de la Revolución puede explicarse por la circunstancia de que representa a la reina en el tablero de ajedrez político.
Si se pierde la reina es jaque mate al rey.
PARA SU INFORMACIÓN…
FUE EN LA administración de Andrés Granier cuando se estableció una oficina de coordinación gubernamental con asociaciones religiosas. Hoy, curiosamente, los líderes de esa importante población evangelista no están apoyando al abanderado priísta. Este reportero está en condiciones de informar que el acercamiento con ese núcleo social, de donde pueden derivarse miles de votos, lo tiene otro partido político. En 2015 esos pastores tampoco estuvieron con Evaristo Hernández.
@RodulfoReyes