Y vamos al 6 de junio

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Las elecciones de mitad de sexenio han sido más movidas en los últimos 20 años. Falta aún mucha participación y en ello lo mismo va la falta de propuestas –de lo que adolecen los partidos opositores a Morena y de manera dramática en 2021– y una ciudadanía que todavía requiere construirse para ser más participativa y más elocuentemente crítica, porque todavía sigue sosteniendo que al menos el PRI robaba, pero construía, concediendo así a una partida de ladrones el derecho a dirigir a una sociedad. Fatal. Hay mucho qué trabajar al respecto, ya que admitir que mejor sea el PRI por tal razón, implica una muestra tajante y preocupante de que hemos fracasado en construir ciudadanía. Buscar de los malos el que pensamos que es el menos con esa mentalidad y veredicto, es de una podredumbre analítica y discursiva totales y no es admisible para una sociedad madura que ha sabido sacudírselo. Por decir algo.

Eso sí, la clase política espera que los ciudadanos avalen alianzas como la del PRI y el PAN. Tan frankeinstenianas no ofrecen garantía de nada en pro de los ciudadanos. Es insondable saber si la gente las secundará. No se ha echado al PRI de tal o cual cargo con bastante trabajo por sus marrullerías, como para que entre por la puerta de atrás. La oposición no ha invertido 3 años en construir propuesta. Critica todo pero no aporta mejores alternativas. Ese es el drama de México si ganara el 6 de junio. Lo que hay es las caguamas de Anaya, símbolo de la rotunda aridez intelectual y la incapacidad opositora confesa de ejercer propuesta o cargo alguno con medida razonablemente eficaz. Ya no digamos los números priistas tan malos, siempre.

El elector debe saberlo: la oposición a Morena por 3 años ha sido desleal a los ciudadanos y a México. Boicoteadora, rompebroqueles, nada propositiva, negativa como tarjeta de presentación y sin autocrítica por su propia gestión reciente, va sin propuesta en estas elecciones, lo que dificulta verificar que sea mejor y estupenda. El discurso de odio que escupe a todos, no ayuda. Como apuesta al triunfo electoral, es de dudosa eficacia. Sin duda, eso es de nula inteligencia. Solo porque no ha tenido mejor forma,  pero además de insultante, recurriendo a una guerra sucia golpista y mentirosa, exhibe su ralea. Los ciudadanos lo han observado. Una oposición que no edifica ni su posición ni tampoco su labor, sin propuesta y a la desesperada, no ha construido alternativa que mejore a Morena. Si ganara ya sabemos qué esperar. Conste. Solo espera ser botada por su linda cara. A mucho no alcanza semejante “mérito”.

Como nunca antes, los opositores hablan de gobernar mal Morena como si ellos no fueran gobierno en estados y municipios, dejando tanto qué desear con los desfalcos priistas en Coahuila o el PAN a su paso por Tamaulipas y Guanajuato incendiados o el PRD que ni picha ni cacha. Son gobierno y poco tienen para presumir y menos para ofrecer. Eso sí que daña a la democracia mexicana. Quieren el voto porque sí y con un discurso estridente, hueco, burdo, peligrosamente cargado de odio, como nunca, y eso es grave. Eso es la oposición en México en 2021. Muy decepcionante y muy extraviada.

Las elecciones de mitad de sexenio se han revalorado, ahora nos jugamos mucho: cambio de frente o freno brutal en retroceso opositor. Esta vez no sabemos si la pandemia facilite un sufragio copioso, pero opositores a Morena y morenistas y en medio una sociedad expectante, hacen sus apuestas de movilización. Lo sabremos hasta el 6 de junio. La campaña opositora de miedo, de insulto fácil a los morenistas y sin proponer, no sabemos si redituará aplausos y votos de los ciudadanos, copiosamente. No reconoce sus propios errores ni rectifica posturas. Claro, no pueden los opositores ardidos o se morderían la lengua abandonando sus intereses y contubernios mucho menos renuevan dirigencias. La sociedad espera rectificaciones de los gobiernos  morenistas,  pero no ve ni oye propuesta alguna opositora de soluciones coherentes, sino solo sus insultos. Entonces ¿por qué votar por los opositores? que ya en la presente campaña ni propusieron ni los últimos tres años enmendaron ni se renovaron ni mucho menos señalaron sus propios errores. No lo hicieron, dejaron el terreno para ser señalados. Esa es la ventaja. Allá ellos. No están para hacer mea culpas. La burda carta de Coparmex induciendo el voto es peripatética.

Hoy Morena no detenta la mayoría de gubernaturas. Las encuestas advierten que se puede llevar la mitad en juego. Es importante que en todas las entidades sí incrementaría su presencia. Y no nos convierte en Cuba. Esa estupidez del discurso opositor ya no cuela. Lo que sí advertiría es que la oposición no pueda retener estados que, en efecto, mal gobernó y deberá de esperar perderlos. Y señalemos el caso de Baja California donde Morena gobierna y no vemos por ningún lado de dónde el impresentable Hank Rhon, ganaría. El rebuzne priista traicionando la alianza invencible, chocando con la dirigencia nacional sin liderazgo de Alito para poner orden, para ir a apoyarlo y abandonar a Lupita Jones, más puede fracturarlo al PRI.

“Rescatar” al país de Morena para entregarlo a los que lo dejaron despedazado, es la propuesta opositora. Salvo la retahíla de insultos a los morenistas, no hay más.

El jaloneo por el país conduce al 6 de junio con un discurso opositor muy desgastado. Desconocemos si se reactivará con un resultado electoral que dudosamente lo favorezca. Sí, hay inconformidad –que puede no ser de la misma intensidad, según el nivel de gobierno y partido respectivo– y la gente puede no estar con Morena, pero amplios sectores no regalarán votos al PRI, sobre todo, por miedo o coraje a Morena. Tienen claro el desastre que sería el PRI. Y porque no le han echado de gubernaturas y alcaldías para que regrese encubierto en una frankeinsteniana alianza que tenga por parapetos al PAN o al PRD para que luego negocien cotos de poder con el PRI colándose por la puerta trasera, cosa que la gente rechaza con creces. Mucho menos ante la incapacidad de renovarse, ya no digamos la demostrada para desgobernar y ser desfalcador. Que todos sabemos que de ello venimos con el catastrófico sexenio priista peñista. Que no se adornen los priistas porque no dejan boquiabierto a nadie.

Afirman priistas (donde se detecta el discursillo) que Morena es el PRI. Que es lo mismo. Se entiende que buscan que no se le vote, pero lo que no consiguen explicar (junto con quienes los secundan) es porqué existe el PRI, si Morena lo es y cómo el PRI podría ser mejor si siendo que Morena es mala y ergo, el PRI es malo. Hechos bolas (no sus oyentes, que los evidenciamos en su extravío intelectual) no consiguen explicar porqué si lo peor del PRI se fue a Morena, sigue en el PRI lo peor que hundió a ese partido y a México en toda su historia: la camarilla de Peña Nieto y él mismo. El nuevo PRI que es el de siempre. No tiene explicación alguna porque no puede demostrar que el nuevo PRI es mejor que el viejo que se quedó en el PRI. Los de Morena son Morena y hace tanto que se fueron del PRI, que el PRI vive solo su posverdad y no actualiza su discurso. Ya solo le falta decir de sí que es estupendo y honrado. Imagínese. Es un discurso tan absurdo que por eso no acaba de colar.

Hay otro de risa loca. Sobre todo los priistas que por años trabajaron en el gobierno priista o se mimetizaron bajo el PAN, beneficiados, sostienen que cuando opinan, son independientes. Ya. Eso ya es decir. Y luego arrojan una muy bonita: se arrepintieron de votar por Morena. ¿Votaron Morena? ¿Lo hicieron en 2018? ¿En serio? Menudo arrepentimiento ridículo por no decir menudo embuste. Como cantaleta los exhibe, como premisa inhibitoria del voto a Morena es una estupidez mayúscula. Pero insisten en repetirla todo el tiempo. En cambio, no recibirán fácilmente una expresión que diga “nos arrepentimos de echar al PRI”. Sí, la dicen priistas, abiertos o encubiertos, pero sobre todo amenazan con regresar más ardidos que en 2012 y es de temer, más desfalcadores. Se han creído que el voto contra Morena es para ellos. Con este panorama, las elecciones del 6 de junio de 2021 son de pronóstico reservado.