De terror

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Más de un millón de personas infectadas, más de 98 mil muertos (entre ellos el empresario de la radio Carlos Quiñones Armendáriz), eso son datos públicos sobre la pandemia dentro de una nación con un gobierno descoordinado.

No sé si los datos sean ciertos o estén manipulados por la autoridad pero si entiendo que de tomarse medidas urgentes, claras y serias, México no estaría sumido en esta tragedia.

Desde que estalló la contaminación viral en el mundo, aquí la 4aT se lo tomó muy a la ligera.

Un presidente rebelde, en giras, invitando a abrazarnos “porque estamos en fase uno”, sin procurar los protocolos sanitarios, desatendiendo las sugerencias de expertos internacionalmente reconocidos y con un funcionario del sector salud, Hugo López Gatell, que gusta de enredarse con la política, la lambisconería, los chascarrillos y esa oratoria propia de Cantinflas que cansa.

En plena crisis sanitaria se cancelan fideicomisos para la ciencia y la investigación y antes se permiten conciertos masivos. En la última etapa senadores que son obligados a asistir a su curul para votar las ocurrencias imperiales y estando enfermos contagian a colegas e incluso uno de ellos muere, Joel Medina Ramírez. Hoy la suma de fallecimientos se puede gravemente multiplicar por dos factores: un rebrote mundial y las inundaciones en Tabasco y Chiapas que han dejado a miles de familias en el desamparo absoluto.

Pero el gobierno continua apostando a los colores del semáforo. No mide las consecuencias y gravedad del asunto. El hacinamiento en áreas urbanas procura contactos físicos y en zonas rurales el descuido de los tres niveles de gobierno es evidente. En la CDMX les tiembla la mano para poner en orden a tanto antro que ahora disfrazados de restaurantes rompen los convenidos y acuerdos para frenar las pandemias.

En puertos como Acapulco evitan que las personas circulen por la vía pública por las noches pero durante el día las playas están suturadas de turistas y vendedores ambulantes. La restricción no concuerda con la diversión. En la CDMX todos los días hay marchas, manifestaciones y plantones.

Las casetas de peaje son secuestradas por sujetos que además de violar la ley con absoluta libertad e impunidad atracan a los conductores de vehículos sin cubrebocas. Todo parecería indicar que ya hay un “normalidad” preautorizada por la propia sociedad cansada de tanto encierro pero más aún, de tanta irresponsabilidad del gobierno. Si para López Gatell 60 mil muertos representaba una cifra catastrófica podemos avisarle que estamos a punto de rebasar los cien mil cadáveres con una tasa de letalidad de 9.79% mientras que la mundial apenas alcanza el 2.41% con todo que en Europa, por ejemplo, las disposiciones sanitarias más que obligadas son muy, pero muy severas.

En México nos vamos a arrepentir de tolerar tanta demagogia, tanto desconcierto, tanta estampita milagrosa. Tiempo al tiempo.

Presidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y TV y conductor del programa Va En Serio mexiquense tv canal 34.2.